El impacto de las conversaciones triviales en las profesiones
El impacto de las conversaciones triviales en las profesiones
Redacción EC

Una joven conocida que labora para una empresa de medios de comunicación recibió una sugerencia de su jefe, quien le dijo que aunque su trabajo era totalmente satisfactorio, había un problema. No charlaba lo suficiente. 
 
Mi conocida sintió cierto enojo por ser rebajada porque se dedicaba a su trabajo en vez de discutir sobre cuál pudiera ser el lugar más de moda en  Shoreditch para un almuerzo, y si es posible echarle demasiados piñones al pesto. 
 
Cuando me lo contó, recordé haber leído algo que Inga Beale dijo, y que fue reportado cuando la contrataron el año pasado para dirigir el baluarte tradicionalmente masculino de  Lloyd’s of London. Según ella, lo que frena a las mujeres no es la falta de ambición o demasiadas responsabilidades domésticas. Es que no entran en suficientes conversaciones triviales con sus colegas.
 
Yo pensé: qué tontería. Primero, todo el mundo sabe que las mujeres hablan todo el tiempo en el trabajo. Yo, por ejemplo, estoy entrando en mi cuarta década de conversaciones en la oficina. Segundo, charlar seguramente no puede ser una ruta a la cima. Si yo he tenido éxito en el trabajo, es a pesar de, no por, mi tendencia a disertar sobre la dificultad de hallar una cartera que luzca elegante, pero que se pueda llevar en bicicleta.
 
Sin embargo, habiéndome quemado antes por sacar conclusiones basadas en un estudio de una sola persona, he estado tratando de averiguar si mi historial de charlar es típico. Esto ha sido bastante difícil. Había un libro muy citado, "The Female Mind" (La mente femenina), en el 2006 por Louann Brizendine, que alegaba que las mujeres pronuncian 20.000 palabras al día mientras que los hombres expresan unas taciturnas 7.000. Pero hay otros estudios que sugieren que esto es erróneo y que ambos sexos hablan alrededor de 12.000 palabras al día.
 
Aunque esto sea verdad, no nos dice cuánto hablan los hombres y las mujeres cuando están en ese ambiente artificial que es el lugar de trabajo. Para averiguarlo, he pasado las últimas semanas merodeando por oficinas –la mía y las de otras personas– con las orejas bien abiertas. Mis hallazgos sugieren que Beale podría estar en lo cierto. 
 
Lo primero que me impresionó fue lo poco que se charla en alta voz, probablemente por los encantos rivales de Twitter, Facebook, etcétera, o posiblemente porque todo el mundo está bajo más presión que nunca. Pero cuando encontré gente charlando, en general eran hombres. Las mujeres tenían la cabeza metida en el trabajo. 
 
Si las mujeres están más calladas en el trabajo, hay muchas posibles explicaciones. Se podría decir que es porque la mayoría de las conversaciones son iniciadas por hombres. Si el tema es el empate cero-a-cero de Arsenal contra Manchester United, en alrededor de cinco segundos se me acaba lo que puedo contribuir. Pero no creo que esta sea la respuesta. Mi joven conocida trabaja rodeada de hombres metropolitanos a quienes les gusta hablar de almuerzos y pesto, temas sobre los cuales ella pudiera fácilmente opinar. Simplemente, prefiere no hacerlo. 
 
También pudiera ser así porque las mujeres prefieren hablar con otras mujeres, y en la mayoría de las oficinas profesionales todavía predominan los hombres. Pero esta no es la razón. No explica mi experiencia la visita reciente a las oficinas de Mums-net. Esta amplia oficina de diseño abierto estaba llena de varias docenas de mujeres, cada una de ellas encorvada sobre una pantalla. Era la oficina más silenciosa y diligente que he visto. 
 
Esto sugiere una respuesta más certera. Las mujeres con niños quieren despachar su trabajo eficientemente porque necesitan llegar a casa. Cuando mis hijos eran más jóvenes, yo necesitaba dejar la oficina a las 5:55 p.m. en punto para relevar a la niñera y hasta yo dejé de charlar para poder dedicar más tiempo al trabajo. Las mujeres sin niños quizás sostienen conversaciones con sus verdaderas amistades después del trabajo, en vez de perder el tiempo en conversaciones de menor grado en el lugar de trabajo. 
 
La ansiedad puede tener algo que ver también. Sospecho que la mayoría de las mujeres temen ser vistas en el trabajo como personas triviales, mientras que los hombres no. Un colega masculino me habla de cricket todo el día y a veces juega golf con una pelota de estrés y un paraguas alrededor de su escritorio. Nadie lo considera un perdedor de tiempo; aparentemente todo el mundo piensa que es un gran tipo. 
 
Para ver si lo mismo se aplica a actividades más femeninas, traje mi tejido a la oficina la semana pasada para ver qué conversaciones incitaba. Fue un fracaso. Un par de personas me miraron con dudas, y una me preguntó sospechosamente: "¿Esto es otro ardid para una columna?".
 
¿Importa realmente si las mujeres hablan menos en el trabajo? Creo que sí. Si uno no habla, no cae muy bien a la gente. Mi joven conocida me dice que está dedicando breves cantidades de tiempo todos los días para entrar en conversaciones. Ella ve este tipo de charlas como parte del trabajo, y lo hace tan concienzudamente como hace todo lo demás. Es temprano, pero dice que está funcionando.

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