/ ANTHONY NINO DE GUZMAN
Instituto Peruano de Economía  (IPE)

Antes del conflicto social desatado en diciembre del 2022, la economía peruana ya venía desacelerándose en un contexto de alta inestabilidad política e institucional. El Perú ha pasado de liderar el crecimiento en América Latina durante las últimas décadas a crecer a un ritmo menor al promedio de la región en el 2022. En consecuencia, el ingreso por habitante del peruano promedio no habría registrado avances desde antes de la pandemia, lo que pone en riesgo el cierre de brechas sociales principalmente para las zonas más afectadas por las.

Liderazgo perdido

Sin considerar la pandemia, el 2022 habría sido la primera vez en 18 años que el Perú registró un crecimiento del PBI inferior al promedio de América Latina. Las cifras de actividad disponibles hasta noviembre del 2022 muestran que la economía peruana acumuló un incremento de 2,7%. Este avance es menos de la mitad de lo alcanzado por Colombia y Argentina, e inferior al promedio de Chile, Brasil y México (3,1%). Esta desagregación revela que el Perú ya venía perdiendo el liderazgo inclusive antes del repunte de la conflictividad de diciembre del año pasado, que aún persiste en el inicio del 2023.

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Si bien las economías de la región registraron en promedio un menor dinamismo al cierre del 2022, la desaceleración fue más pronunciada en el caso peruano. De acuerdo con J.P. Morgan, la recuperación de la economía peruana tras la pandemia fue frenada por los efectos de inestabilidad política y el deterioro institucional sobre el consumo y la inversión. Prueba de ello es que, según cálculos del IPE, el ritmo de crecimiento anual de los sectores vinculados a la inversión se redujo significativamente de 4,5% durante la primera mitad del 2022 a solo 1,1% entre julio y noviembre del mismo año.

Estancados

Con el resultado de la economía peruana en el 2022, el IPE estima que el ingreso por habitante –aproximado con la división entre PBI y población– se encuentra estancado en el Perú desde el 2019. El avance de apenas 0,2% contrasta con la consolidación mostrada en el 2022 por otros países de América del Sur y el resto de las economías en mercados emergentes. Esto pone en evidencia lo insuficiente que sería un ritmo de crecimiento inferior al 3% para revertir el deterioro en las condiciones de vida que dejó la pandemia. Para el Banco Mundial, el escenario de un prolongado bajo crecimiento de los ingresos por habitante en América Latina incrementa el riesgo de continuos episodios de conflictividad social que perjudiquen a sus economías, tal como el que viene experimentando el Perú desde finales del 2022.

Comparativa del crecimiento del Perú frente a la región. (Infografía: GEC)
Comparativa del crecimiento del Perú frente a la región. (Infografía: GEC)

Consecuencias

Sin un mayor crecimiento, difícilmente se podrán repetir los avances sociales de décadas previas. Entre el 2004 y el 2013, la economía peruana creció a un ritmo promedio de 6,6% por año, lo que permitió disminuir la pobreza en 4 puntos porcentuales cada año. Con ello, la pobreza se redujo a la mitad: de 59% en el 2004 a 24% en el 2013. En cambio, cuando la economía creció a la mitad del ritmo (3,1%) en el período 2014-2019, la pobreza descendió en menos de 1 punto porcentual por año, alcanzando al 20% de la población en el 2019.

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En particular, la desaceleración de la economía en los años previos a la pandemia ralentizó la mejora en las condiciones de vida en los hogares de menores recursos. Mientras que entre el 2004 y el 2013 el gasto real per cápita del 20% más pobre de la población creció 5,9% por año, este ritmo se redujo a apenas 2% entre el 2014 y2019.

Las repercusiones de un menor crecimiento son más relevantes en el caso de las regiones afectadas por la mayor conflictividad y que habían registrado un significativo deterioro en sus condiciones de vida por el COVID-19. Por ejemplo, con un crecimiento económico anual de 3%, a Puno le tomaría más de 40 años reducir su tasa de pobreza del 2021 (42,6%) a un nivel similar al del Perú (25,9%).

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