El Instituto Peruano de Economía (IPE) redujo su pronóstico de crecimiento para el 2023 de -0,3% a -0,6%, y para el 2024, de 2,1% a 1,9%. Esta revisión obedece al menor desempeño del consumo de lo que habían anticipado. Y es que, en el tercer trimestre del año, este indicador cayó por primera vez desde el 2001, sin considerar la pandemia. Situación difícil de anticipar, según indicaron durante la presentación “Economía peruana: Ajuste de proyecciones y riesgos 2024″ realizada hoy.
Teodoro Crisólogo, economista senior del IPE, explicó que la revisión a la baja para el 2023 por el lado del consumo se debió a un menor desempeño de la inversión pública y por los efectos del deterioro del agro moderno sobre la actividad agroexportadora.
Por ello, anticiparon un menor crecimiento en las exportaciones y lo revisaron a la baja de 3% esperado a un 2,2%.
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En tanto, la revisión a la baja del crecimiento para el 2024 obedece a la menor velocidad con la que iniciará el consumo privado ese año, menor al que anticipaban.
“El reciente deterioro de las expectativas es lo que nos ha obligado a revisar a la baja este panorama para el consumo en el 2024. De esta manera, estamos esperando un menor desempeño del gasto privado. La principal fuente de revisión viene por el gasto privado que pasó de -1,4% a -1,7% en 2023 y de 1,6% a 1,3% para el 2024″, dijo.
Liliana Rojas – Suárez, directora de la iniciativa para América Latina del Centro para el Desarrollo Global, quien también participó del evento, advirtió que el problema de crecimiento es grave en el Perú, un país con solvencia financiera, pero con motores de crecimiento muy bajos, lo que va a seguir deteriorando los resultados fiscales y podría afectar la percepción de riesgo país.
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“Perú solo creció fuertemente entre el 2003 y el 2012 porque los precios de los ‘commodities’ estaban altos y [el país] aprovechó el boom. Después de eso, viene teniendo un crecimiento casi estancado entre 2% y 3%. Necesita crecer a 4% y 5%”, resaltó.
Además, agregó que la buena situación fiscal y política monetaria del país no dará como resultado un crecimiento alto y sostenido, porque existen grandes barreras en el funcionamiento de la economía y la institucionalidad del país. Se necesita empujar las reformas, resaltó.
Riesgos
Si bien la recuperación en el 2024 se verá favorecida por los efectos de menores presiones inflacionarias y tasas de interés sobre el gasto privado, la baja confianza empresarial y el Fenómeno de El Niño (FEN) se mantienen como los mayores riesgos para la economía el próximo año.
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Rojas – Suárez anotó que existen riesgos en el ambiente internacional que se deben considerar en las proyecciones.
El más importante, es la probabilidad de que las tasas de interés de la Reserva Federal (FED) se mantengan altas por mucho tiempo.
Sin embargo, este miércoles, la FED hizo un anuncio que dio a entender a los mercados que, posiblemente, comenzará a reducir la tasa de interés desde marzo, dijo Rojas - Suárez.
Otro riesgo enumerado es la disminución del crecimiento en China que, hasta el 2014 crecía al 10%; entre 2016 y 2019, antes de la pandemia, a una tasa de 7% pero, de acuerdo a las proyecciones del Fondo Monetario Internacional (FMI) se proyecta que crezca menos del 4%.
“Eso le quita motor externo de crecimiento a muchos países de América Latina, incluyendo Perú, cuyos precios de los ‘commodities’ están muy influenciados por la demanda internacional de China”, dijo Rojas - Suárez.
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Otros puntos relevantes son la acentuación del conflicto en el medio oriente y las elecciones que se darán el próximo año en Estados Unidos.
Empleo e informalidad
Crisólogo señaló que buena parte de la debilidad de la economía peruana obedece a la ocurrencia de un círculo vicioso de baja confianza empresarial y del consumidor, caídas de la inversión que se traducen en un menor empleo y una limitada capacidad adquisitiva y de consumo de los hogares.
Así, afirmó que sin inversiones, lo más probable es que no haya empleo y eso se está reflejando en las cifras del mercado laboral a nivel nacional. En lo que va del año, este mercado muestra una caída de 0,7% y se encuentra rumbo a sus peores caídas de las últimas décadas, sin considerar la pandemia, anotó.
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“Este bajo desempeño se debe a la pérdida de empleo registrada en las zonas rurales. A la vez, por una significativa desaceleración en el crecimiento del empleo del ámbito urbano, que ha sido afectado por el fuerte retroceso de la actividad de la construcción y de la manufactura”, explicó.
Por su parte, Rojas - Suárez recalcó que el Perú es el país, de todo América Latina, con la mayor insatisfacción con la democracia y esa debilidad institucional se combina con la informalidad laboral, que le resta productividad.
“No hay motores de crecimiento en una situación así. Es obvio que los resultados de proyección de crecimiento van a ser bajísimos. Para el FMI, América Latina destaca por tener las proyecciones de crecimiento más bajos de todas las zonas de países emergentes del mundo tanto para fines del 2023 como 2024 y, dentro de América Latina, Perú destaca por ser la más baja”, expuso.
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Hacia el 2025
Los estimados del IPE hacia el 2025 apuntan a que, al no contar con los choques que han venido afectando la actividad económica durante los últimos dos años, la economía debería converger gradualmente hacia su potencial, estimado en 2,8%.
“Este crecimiento estaría explicado e impulsado por una mejora en la capacidad del gasto privado, en un entorno con una inflación relativamente controlada y tasas de interés y condiciones de financiamiento más flexibles que restringen en menor medida la capacidad de consumo e inversión del sector privado”, dijo Crisólogo.
Sin embargo, destacó que no se debe pensar en que esa es la meta de crecimiento. El principal riesgo, de cara al 2024 y 2025, es que la velocidad con la que la econmomía sale de la recesión sea más lenta de lo previsto.