El 2022 no será recordado como positivo en términos económicos. De hecho, es un año en el que las economías del mundo confluyen en caídas importantes de crecimiento económico. Según explica Elmer Cuba, socio de Macroconsult, el 2023 mostrará con claridad los efectos del primer año de gobierno de Pedro Castillo, en el que el MEF ha jugado más de arquero que de delantero.
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—Al inicio del discurso, el presidente mencionó cifras de crecimiento, inflación, pobreza y empleo. ¿Estos datos estuvieron adecuadamente contextualizados?
No, reflejan lo que hubiera pasado con cualquier presidente. Por ejemplo, con la cifra de la pobreza, estás comparando el 2021 con el 2020, año del cierre de la economía. Hubo un trimestre en el cual la pobreza voló […] En el cuarto trimestre del 2021 este indicador era mayor al del cuarto trimestre del 2020. Además, los salarios han caído. La pobreza sin duda va a ser mucho más alta en su primer año de gobierno. Si Castillo llega a dar un discurso el próximo año -ojalá no llegue- y se repiten esas cifras, se va a poder decir que la pobreza ha seguido aumentando, lamentablemente. Él [el presidente Castillo] está viendo muy atrás en ese dato que siendo correcto, rescata más bien el rebote de la pobreza en el primer semestre del año pasado, cuando él no era presidente.
—Mirando algunas proyecciones, hay posibilidad de que el Perú termine mejor que Brasil o Chile. Pero, contextualizando las cifras, ¿cómo juegan estas proyecciones con nuestra caída en el 2020?
Lo que pasa es que hay una economía muy fuerte y debiera estar creciendo 6%. Lo que él no dice es que en lugar de estar creciendo 6%, estamos creciendo a 3%. No es observable lo que tendría que haber sido [posible] con mejores políticas públicas. No esperemos que con él la economía caiga, eso ya es mucho. La economía está muy golpeada por él, pero es tan fuerte que sigue creciendo. Castillo es un equivalente a un Fenómeno de El Niño por un año o a un precio del cobre muy bajo por un año. Y si dura dos o tres años, su gobierno como tal puede ser interpretado como un choque macroeconómico, un choque negativo permanente si quieres, pero no quiere decir que el país no va a crecer. Sin ese choque, hubiera crecido más. Es un choque económico y eso lo digo con cifras.
"La economía peruana tiene los fundamentos claros. La gente percibe que esta inflación que estamos viviendo ahora es transitoria, es una economía de mercado muy potente que ha hecho posible esta resistencia, y que ha resistido incluso a alguien como Castillo".
Las expectativas económicas que mide el banco central han caído desde que él ganó las elecciones. Desde que él ganó hasta hoy, en promedio, las expectativas están en el rango pesimista. No hay ninguna razón internacional ni climática que te haga pensar en eso. Es claramente un tema político y se debe a su gobierno. Ese es el fundamento que tengo para decir que [el gobierno de Pedro Castillo] es interpretado como un choque económico más permanente. Si bien la cifra de 3,5% es correcta, esconde un rebote del COVID-19 y un rebote importante de actividades que antes no se permitían como comercio o servicios. Pero, si ves hacia adelante, para el segundo semestre del año nadie espera 3,5%. Se espera una cifra debajo de 2%, y eso es atribuible a él. Lo otro es un rebote inercial.
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—En una entrevista a inicios de año, el señor Julio Velarde comentó a El Comercio que el Perú no iba camino a una recesión. A estas alturas del año, ¿considera lo mismo?
Sí, claro. Perú es una economía muy fuerte de mercado y no va camino a una recesión. Va camino a una fuerte desaceleración, pero el contrafactual es qué hubiera pasado con otro tipo de gobierno. Con esos datos que tenemos de la economía, podrías estar yendo mucho más rápido.
—Mencionó el tema del cobre previamente. A la luz del mensaje de 28 de julio, ¿considera que el sector minero está realmente en la agenda del gobierno?
Está en la agenda de cosas para hacer daño, está en la página incorrecta de la agenda. Efectivamente, en la práctica has tenido primero, en general en el sector, amenaza de nacionalización. El tema de hidrocarburos, por ejemplo. Has tenido una premier, Mirtha Vásquez, que quiso cerrar minas de la manera ilegal, provocando efectos comerciales y financieros a una compañía formal que fue muy golpeada en la bolsa. Has tenido inacción, incapacidad en el caso de Cuajone, y en el caso de Las Bambas. Estás hablando de mineras de clase mundial que dejas caer por inacción. En la práctica no es un sector prioritario para el gobierno.
—El sector minero es un componente importante en la inversión privada. Durante el discurso, el presidente mencionó que para este año se tienen proyectados US$44 mil millones, cifra similar a la del año pasado y que va en línea con lo proyectado por el BCR (0%).¿Es una meta ambiciosa?
No, es alcanzable. La economía peruana tiene los fundamentos claros. La gente percibe que esta inflación que estamos viviendo ahora es transitoria, es una economía de mercado muy potente que ha hecho posible esta resistencia, y que ha resistido incluso a alguien como Castillo. Las cifras que ha soltado son las que ha producido la economía que él tanto critica. Pero que la inversión privada crezca 0% es un logro importante, porque en otro contexto tenía que haber sido muy negativa. Es parte de la fortaleza misma del Perú.
"El equilibrio macroeconómico se mantiene. El MEF, una de las pocas cosas positivas que está haciendo, es mantener el déficit fiscal debajo de 1%".
—En Macroconsult, ¿la cifra de inversión privada para este año coincide con la del banco central?
No, es negativa, cerca a -3%. Y, para el próximo año también es negativa.
—¿A qué se debe este ‘gap’?
Es normal. Entre economista siempre hay percepciones diversas del futuro, los modelos dicen otra cosa, el olfato, etc. Pero en general, estamos hablando de un terreno cero o negativo, es un terreno malo. Nadie habla de terreno positivo.
—¿Por la cautela en las inversiones?
Sí. Uno invierte porque tiene cierta seguridad de que va a retornar rentabilidad para el accionista y Perú, como sigue creciendo, recibe inversión, pero no un contexto de ‘boom’ en el que se percibe poco riesgo. Hay cierta retracción. Basta que un grupito pequeño, por ejemplo, un 10% de personas tengan un poco de miedo para que la inversión caiga. Pero el 90% no tiene miedo y sigue invirtiendo, están acostumbrados al Perú. Perú es muy fuerte para tumbarlo, hay que ser realmente muy maligno.
El equilibrio macroeconómico se mantiene. El MEF, una de las pocas cosas positivas que está haciendo, es mantener el déficit fiscal debajo de 1%. Ya sé que ha sido por el cobre, pero no importa. Él [Oscar Graham, ministro de Economía y Finanzas] también trata de manejar el gasto lo más que puede, y entonces, en el rating mundial de países, el Perú está muy bien calificado en la parte de riesgo país. Y, en la parte monetaria, nadie espera que la inflación se acelere. Julio y agosto son los picos de la inflación anual y todos esperamos que la inflación comience a ceder pronto. A velocidad lenta, pero va a ceder. El Perú tiene los indicadores macro para sostener lo que está pasando. No estamos en Argentina.
—Mirando hacia afuera, muchos agentes económicos consideran ya que la inflación en Estados Unidos no es realmente transitoria.
En Estados Unidos es más complejo porque la inflación ha sido por demanda. Tienes que castigar la demanda para que no siga creciendo y ciertamente, la economía tiene que desacelerarse. A diferencia de Perú, donde hemos tenido prácticamente puro choque de oferta alimenticio, petrolero y -el año pasado- cambiario. No es un tema de demanda en Perú, sino estaríamos creciendo más y no habría caída de salarios reales.
"El déficit fiscal del próximo año va a ser más alto que este, sin duda. Hay que comenzar a ponerle freno a las pulsiones de gasto".
—Sobre el MEF, ¿está jugando de arquero o de delantero?
No, ahorita tiene el partido perdido. Está en el arco y quiere minimizar una goleada y lo está haciendo bien. Estamos perdiendo 1-0 , 2-0, pero hacer goles es complicado. No sabemos a qué se estaba oponiendo dentro del mismo gabinete y al frente tiene al Congreso que es bastante díscolo y que también dispara al modelo económico, ampliando el gasto público, destruyendo las pensiones, interviniendo en los mecanismos de precios. El Congreso tampoco ayuda, tiene a veces pulsiones populistas y dentro del gabinete también, sobre todo lo relacionado al Ministerio de Trabajo. Hay que recordar que un buen funcionamiento de mercado laboral es clave para la parte macroeconómica. Y ahí, creo que estamos perdiendo la batalla. Si por un lado ganamos la batalla -por el lado fiscal, de riesgo país-, estamos perdiendo por goleada en la parte laboral. Y, eso es más complicado porque es más difícil de revertir después.
—¿Se nos viene un segundo semestre en el que tendremos que empezar a ajustar el cinturón para que esas cifras fiscales no salgan de un ‘track’ saludable?
Sí, sin duda, porque con la caída importante del cobre de más de un dólar la libra en pocas semanas, el resultado fiscal del próximo año va a ser más deficitario. El déficit fiscal del próximo año va a ser más alto que este, sin duda. Hay que comenzar a ponerle freno a las pulsiones de gasto. Los bonos alimenticios, el tema de la urea o el fondo de estabilización de combustibles, etc, son temas transitorios, se puede manejar hacia adelante mejor. Lo que no se puede manejar son aumentos de sueldos permanentes, eso sí es más complejo.
—El presidente mencionó contemplar en el Proyecto de Presupuesto 2023 el incremento de remuneraciones a docentes de educación básica y superior. ¿Sería esto sostenible?
Si quieres que eso sea sostenible, tendrías que reducir la evasión tributaria, por ejemplo. O, el hecho de pasar a los trabajadores de salud CAS que han estado en la pandemia a permanentes…no es necesariamente la gente que tú necesitas. Una cosa es tener un vacunador, otra es tener gente que atienda en la primera línea de salud. Son diferentes capacidades.
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—En el caso de los profesores, mencionó también bonos específicos que se darían por única vez, uno de ellos de S/950. ¿Eso es sostenible si tenemos que ajustarnos el cinturón?
Esos bonos todavía están dentro de un marco manejable. No nos van a sacar de la trayectoria de solvencia fiscal, pero son fuegos artificiales y tienen pies cortos en ls satisfacción de la gente. A nivel más macro, el discurso sigue siendo disociativo. Un presidente que amenaza a la prensa o a la inversión privada, y dice “yo soy el pueblo y los que han perdido no son el pueblo”, genera un clima no muy bueno para la inversión o los negocios. No ayuda en nada. Las cifras que él ha dado, por ejemplo, de empleo, son reales. Lo que no dice es que […] el empleo formal e informal es más alto en el Perú, pero ha crecido más rápido el informal. Además, ambos salarios han caído. Para que el mercado laboral se ajuste, lo ha hecho con salarios reales a la baja. Esa es la parte que él no ha dicho. Una cosa es que tengas empleo, pero que te paguen S/500.
—El efecto inflación hace lo suyo.
Si la economía crece, va a aumentar el empleo. No hay duda. Crezca 3%, crezca 2%, el empleo va a subir. El problema es que esos crecimientos bajos no hacen subir los salarios reales. Por un lado vas a tener un país disociado: un sector empresarial que hace utilidades, pero con crecimiento bajo, y familias con salarios reales estancados. Esa sensación de malestar es peligrosa y le pasó también a Chile diez años antes del estallido social. En un país como Perú, no es bueno en términos económicos, ni políticos, ni sociales, crecer poco. No hablo de recesión, ni de caer [en crecmineto]. Hablo de que crecer poco, en sí mismo, esconde problemas mayúsculos en el futuro.
—Respecto al bono alimentario, se conoció a través del discurso el número de potenciales beneficiarios: 6 millones de personas. ¿Es oportuna esta medida?
Sí. Tienen que apurarse, porque es una manera rápida de luchar contra el hambre que ha golpeado. La inflación en Perú está en 9% al año, la de alimentos está en dos dígitos y fuera de Lima es mucho más fuerte, porque los alimentos pesan más en la canasta [fuera de Lima]. Entonces, efectivamente hay hambre, hay que cuidar el capital humano, y eso me parece razonable. Además no es permanente, la inflación va a caer y no van a hacer necesarias más dosis. Por supuesto, es un ‘second best’. La manera correcta de enfrentar esto es con un país muy dinámico, creciendo con salarios reales al alza. Si la gente tiene empleo con salarios reales al alza, puede enfrentar un periodo inflacionario que, como ahora, es transitorio. Pero, si te agarra con la economía en plena desaceleración, con salarios reales cayendo, es más doloroso. Entonces, te queda como paliativo este bono, pero no es sostenible.
"La reforma agraria tiene un nombre que lleva a error. Reforma agraria en el Perú significa expropiación de tierras. La reforma agraria II era más bien un plan de desarrollo del pequeño productor, infraestructura, créditos".
—Y, en el 2023, ¿cómo le irá al consumo? ¿Podríamos ver al sector Construcción levantarse? ¿Podríamos ver la campaña escolar en marzo activa?
No camina muy bien, porque este año todavía se ve que se van a gastar, por ejemplo, los retiros de fondos de pensiones en julio, agosto o septiembre, que dan cierto sostén a la demanda. Pero, el próximo año ya se va a ver puramente el efecto Castillo […] Pocos esperan que el próximo año Perú crezca más que este año, muy pocos, incluso el Fondo Monetario […] Los chicos terminan el colegio o la universidad o los institutos todos los años, y deben ingresar al mercado laboral. El Perú tiene que ser una máquina de crecimiento para absorber a los trabajadores entrantes. Sí Perú no es capaz de absorber a los entrantes, los resultados van a ser salarios bajos indefinidamente, incluso para los que ya tienen empleo porque van a tener al frente a un rival más barato. Perú está condenado a crecer a tasas de 4% o más en los próximos diez años para absorber a la gente. Si el país crece menos de 4% en los próximos diez años, no absorbe a la nueva masa laboral, será un polvorín social y político.
—¿El balance de lo que pasa afuera y lo que pasa dentro del Perú, en el 2023, será parecido al de este 2022? El crecimiento de China y la situación en Estados Unidos ha marcado mucho la agenda mundial.
Sí, felizmente hay diferentes velocidades. China este año está complicado por su política anti Covid-19 que es muy costosa. Le va a costar crecer este año menos del 4% y esto afecta al cobre. Pero, Perú no espera que el próximo año China este peor. Con Estados Unidos es al revés. Estados Unidos ahora está frenando la economía y se espera que el próximo año crezca menos que este. Va a haber un desfase. Pero en 2022 sí está confluyendo un crecimiento bajo de Estados Unidos, bajo de China, bajo de Europa por el tema de la guerra, y bajo en los países emergentes. No es un año de recesión mundial, pero sí un año malo en el mundo.
El 2023 se vuelve a desacoplar. Europa puede seguir abajo, Estados Unidos abajo, China un poco mejor. Entonces, en el mediano plazo no es malo para Perú, porque China se va a recuperar y el cobre va a volver a subir. Sobre todo con el cambio del eje movilidad, hay una demanda asegurada de cobre en el futuro. Ahora es el momento de hacer las minas porque toma dos, tres o cuatro años tener cobre listo para los siguientes diez años de reconversión industrial. Para luchar con el cambio climático, el cobre es uno de los ganadores, así con el litio. Es el momento de invertir ahora en minería y no con estas señales que da el gobierno. Podemos perdernos la ola de cobre en el mundo si no aumentamos la capacidad productiva.
—¿Cómo califica a la llamada Segunda Reforma Agraria?
La reforma agraria tiene un nombre que lleva a error. Reforma agraria en el Perú significa expropiación de tierras. La reforma agraria II era más bien un plan de desarrollo del pequeño productor, infraestructura, créditos. Eso, hasta ahora no está ocurriendo a velocidad, pero no son ideas malas[…] En general, no hay reforma para los pequeños productores agrarios, tampoco se ven signos de avance.
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—El presidente mencionó también que van a buscar que los trabajadores informales ingresen al sistema previsional. Esta es una tarea que han intentado muchos gobiernos y que no se ha podido concretar. ¿Por qué sería diferente esta vez?
En el Perú hemos diseñado mal el sistema de pensiones en general y culpamos al poco sistema que funciona de, por ejemplo, la falta de pensiones. No hay cobertura, competencia suficiente, y las pensiones son bajas. Es el mismo Estado es el que diseña eso. Es hora de repensar el sistema, pero con orden de prioridad. Lo central de las pensiones en el Perú es la falta de cobertura. Un grupo muy pequeño de personas va a tener pensión. La gran mayoría de peruanos informales o independientes no va a tener pensión y ahí hay que poner una pensión mínima. Una especie de Pensión 65 universal para aquellos que no van a tener nada.
En segundo lugar, efectivamente hay que poner cierto aporte al inicio, pero ahora lo que tenemos es una muralla china. Si eres informal, no aportas nada. Eres formal y te quito el 10% de tu sueldo. Nadie se atreve a dar ese paso, es muy caro. Hay que abrir la puerta para que hayan más facilidades. Vincular la seguridad social al tema laboral ha sido un error de diseño. El culpable acá no es el privado, es el Estado, porque es el que diseña como debe funcionar el sistema.
—¿Se ha conversado ya demasiado sobre el tema? ¿Tener una comisión nueva realmente ayudará a mover esta reforma?
En el anterior gobierno también se hizo una comisión que tomó también seis meses y puso sus propuestas y no pasó nada. Esta es una segunda oportunidad. Ya antes también con el presidente Humala hubo una reforma que dio la SBS para flexibilizar ciertas cosas, pero esas fueron del ámbito más bien privado. La reforma grande todavía no llega, que es hacer que tenga pensión el trabajador. En el Perú todos trabajamos todo el tiempo, pero solamente un grupo que es formal tiene pensión […] Tiene que haber un mecanismo creativo ahí y usar economía de comportamiento para diseñar un mejor sistema.