Hace unos días se presentaron los resultados del Findex para el 2021. El Findex es una encuesta global, que en su edición 2021 contiene información sobre la situación de la inclusión financiera en más de 120 países. Existen tres rondas previas, 2011, 2014 y 2017, que permiten analizar las tendencias y el progreso en esta materia. El principal resultado de esta nueva ronda es que hoy hay más inclusión financiera y nuevas oportunidades para que los servicios financieros contribuyan a incrementar el bienestar y la resiliencia de las personas, sobre todo tomando ventaja de lo digital.
Como siempre, los resultados son diferenciados entre países y regiones, pero en general se registran avances importantes en acceso (sobre todo) y uso de servicios financieros. América Latina y el Caribe [ver gráfico 1] es la región que más incrementó el porcentaje de adultos con al menos una cuenta entre el 2017 y el 2021 (+18 puntos porcentuales). El 74% de los adultos tiene alguna cuenta en el sistema financiero, ¡tres de cada cuatro! A pesar de ello, seguimos a media tabla como región.
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Hay diferencias importantes en la región, en Brasil el 84% tiene una cuenta mientras que en Nicaragua solo el 26% la tiene. El Perú registra avances sustantivos, pasamos de 43% de adultos con una cuenta en el 2017 a 57% en el 2021. Enorme avance.
¿Por qué importa cuántos tienen una cuenta? Por razones diversas que han sido bastante discutidas recientemente, pero sobre todo porque muestra cuántos estamos conectados con el sistema financiero y a través de él con múltiples actores públicos y privados. Esto implica que hay una red que conecta entre sí a casi seis de cada diez peruanos adultos a través del sistema financiero. Tener una red, a partir del sistema financiero, que conecte a todos los ciudadanos, es central para que logremos ganar eficiencia, transparencia, formalidad y sobre todo seguridad.
Lo digital ha contribuido decididamente con este logro. Hoy en América Latina y el Caribe el 22% tiene una cuenta de dinero electrónico, 16 puntos porcentuales (pp) más que en el 2017. Para el Perú, Findex 2021 revela que el 38% (13 pp. más que en el 2017) hizo algún pago digital, 16% ya hizo algún envío de dinero usando Internet o su teléfono, y 19% hizo alguna compra con estos dispositivos. Las mujeres usan los medios digitales para compras en comercios menos que los hombres (18% vs. 26%, respectivamente), las personas que viven en la zona rural menos que las personas que viven en la zona urbana (12% vs. 25%, respectivamente) y los estratos más acomodados más que los sectores en mayor pobreza (30% vs. 9%, respectivamente). El 10% de adultos señala que abrió su primera cuenta para recibir ayuda del Estado (Cuenta DNI y otras cuentas digitales han sido fundamentales).
Además de haberse ampliado el acceso, la información revela dos resultados adicionales. Primero, las brechas en inclusión financiera entre los grupos más privilegiados y los grupos en situación de pobreza se han reducido, así como las brechas de género. Siguen existiendo, y siguen siendo tema de preocupación, pero con tendencia decreciente. Esto da cuenta de que estas brechas pueden cerrarse, y a la vez nos obliga a seguir mirando estas temáticas [ver gráficos 2 y 3].
Segundo, el uso se ha incrementado, pero queda mucho por hacer. A pesar de la crisis derivada de los años de pandemia, el 35% ahorró algo en el 2021 (5 pp. menos que en el 2014) y también 35% se ha endeudado. Sin embargo, solo un 15% ahorró en el sistema financiero y un 22% se endeudó con él. Es decir, el sistema financiero tiene espacio para atraer a estos clientes potenciales que ya ahorran y se endeudan. También casi todos los que tienen tarjeta de crédito (13%) o de débito (36%) la han usado, y como mencionamos hay un uso importante de medios de pagos digitales.
Queda mucho espacio para hacer más, para que se siga ampliando el acceso y, sobre todo, el uso de servicios financieros pertinentes y de calidad. Las cifras revelan que aún hay espacio para lograr avances rápidos tomando ventaja de lo que ya tenemos: casi todos con teléfonos, creciente conectividad a Internet, más convenientes y mejores productos financieros; pero sin desatender la agenda de cierre de brechas en esta materia, la desconfianza y los aún altos costos de algunos servicios. Nada de ello pasará por sí solo, hay que ponerle estrategia, metas y mucha innovación. Desgraciadamente, la coyuntura actual –de bajo crecimiento, entorno externo desfavorable y alta inflación– jugará en contra de estas tendencias, por lo que habrá que redoblar esfuerzos para seguir avanzando. Mucho trabajo para los intermediarios financieros, los innovadores, así como para el MEF y los reguladores.