María Rosa Villalobos

A continuación, la historia del IGV.

Una semana después de que el Congreso aprobara la norma que exonera del a algunos productos de la canasta básica, su versión final –remendada– fue publicada en El Peruano.

Aunque existía cierto consenso sobre la necesidad de mitigar el impacto que genera el alza de los precios (global y local) en la economía personal y familiar de los peruanos, la norma impulsada por el Legislativo no fue idónea. De hecho, quien haya seguido con mínima atención el trayecto de su aprobación, habrá reconocido la agilidad con la que actuó el Congreso. Y aunque eso –en principio– es algo positivo, las cosas no solo deben hacerse rápido, también deben hacerse bien.

MIRA | ¿Cuál sería el impacto de exonerar temporalmente del IGV a productos de la canasta básica?

Aunque eran cinco proyectos de distintas bancadas los que buscaban exonerar del IGV a algunos productos, fue el de Acción Popular, por decisión de la Junta de Portavoces, el que entró en la agenda del Pleno el jueves 7 de abril sin pasar por el análisis –para bien o para mal– de la Comisión de Economía ni de ninguna otra.

El proyecto se abrió paso en el Legislativo a pesar de que el Ejecutivo anunció semanas atrás que enviaría su propia propuesta sobre la materia. Aunque este fue presentado, no fue tomado en cuenta. Y, siendo esto último válido, las críticas posteriores reflejan que habría sido mejor bajar un cambio para no tener que trabajar doble. El proyecto del Congreso fue cuestionado principalmente, por dos motivos: (i) la noma incluía algunos productos que no eran parte de la canasta básica; (ii) el beneficio se extendía hasta fin de año (a pesar de que varios especialistas advirtieron que debería ser temporal).

La carrera por aprobar la norma se hizo muy evidente, olvidando así los filtros mínimos por los que debería pasar cualquier proyecto de ley. Y, al ser una norma de índole tributaria, según la Constitución (artículo 79), requería de un informe previo del Ministerio de Economía y Finanzas. Como lo perfecto es enemigo de lo bueno y lo único que no tiene solución es la muerte, tras la observación del Ejecutivo, la Comisión de Economía decidió allanarse al texto alternativo del Gobierno. Es este último el que fue finalmente aprobado por el Pleno y publicado en El Peruano.

Moraleja: El Congreso haría bien en no abrirse frentes innecesarios. La historia del IGV da pie a recordar(les) la importancia de los procedimientos, sobre todo, si se aprueban normas con componentes técnicos que afectarán la economía en el corto, mediano y largo plazo. Una cosa es perfeccionar alguna acción o norma, y otra es tomarse la licencia de utilizar un ‘fast track’ sin discusión técnica ni autocrítica de por medio.


María Rosa Villalobos Editora de Economía y Día 1

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