Los indicadores económicos adelantados sugieren que la producción nacional habría crecido, en mayo, en alrededor del 42,8%, de acuerdo con el Indicador Mensual Económico de El Comercio (Imeco).
Incluso, la autoridad monetaria es más optimista y estima que la economía peruana habría crecido, en el quinto mes del año, en alrededor del 45%, según su gerente central de Estudios Económicos, Adrián Armas.
Lo cierto, según los economistas, es que aunque la actividad económica haya crecido en 45% en mayo, los resultados revelan un deterioro de su recuperación, si se los compara –en términos desestacionalizados– con los números del 2019, cuando no había pandemia.
Por ejemplo, si la economía creciera, en mayo, exactamente como lo prevé el Imeco, el resultado implicaría una caída de 2,53% respecto a similar período del 2019; y si creciera 45% como lo prevé el BCR, implicaría una caída de 1,4%.
En abril, la producción nacional frente al 2019 (con la misma metodología de desestacionalización) cayó en 1,9%. Vale decir, el deterioro persistiría en mayo.
Para los analistas varios factores confluyeron en el deterioro de la economía y uno de los principales fue la incertidumbre política, asociada tanto a la demora en la designación de mandatario, así como la política económica que ejecutará.
“Los resultados reflejan que se han combinado los efectos de la segunda ola, que pegó a la economía sobre todo en febrero e inicios de marzo, más la incertidumbre política, que persiste”, manifestó el profesor de Macroeconomía de la Universidad Continental Juan Carlos Odar.
Odar estima que la economía peruana, libre de altibajos estacionales, habría caído en alrededor del 2% respecto al quinto mes del 2019.
“El PBI y la economía en su conjunto venían bien hasta febrero, pero luego ha empezado a perder el paso, sobre todo en los sectores no primarios, comparado con el 2019”, aseveró el economista de Macroconsult Henry Bances.
Bances sostuvo que si bien al quinto mes del año, la actividad económica “ha volado” y se ha registrado crecimientos mayores al 200% en las ventas de cemento, así como avances del 492% en la inversión pública, ambas con respecto al 2020; en términos de recuperación, es decir, frente al nivel de producción registrado en el 2019, ha habido un deterioro.
POR SECTORES
El Imeco ha sido construido mediante dos indicadores, uno que replica el comportamiento de la demanda interna y otro el desempeño sectorial, a partir de los datos adelantados que brinda el INEI. Por el lado de la demanda interna, el indicador experimentó un crecimiento del 39,4% respecto a mayo del año pasado y un retroceso de 3,4% frente a mayo del 2019.
Además, el indicador sectorial, registró una expansión del 50,7% frente al quinto mes del 2019 y un avance de 0,15% respecto a dicho periodo.
A decir de Bances, la incertidumbre política y el fin del ‘efecto embalse’, que se generó en la demanda, luego de la apertura de la economía, el año pasado, deterioraron la recuperación de los sectores no primarios.
Cita, por ejemplo, que cuando se compara el consumo interno de cemento (desestacionalizado) frente al 2019, se observa una desaceleración desde marzo. Según los cálculos de esta Unidad de Análisis Económico, en febrero, las ventas locales de cemento alcanzaron su pico máximo frente a similar periodo del 2019, al crecer en 22,75%.
Posteriormente, el consumo interno de cemento se desaceleró, en marzo, a una tasa del 21,71%, en abril a una tasa del 17,44% y en mayo a una tasa del 15,44%. Esta desaceleración también se trasladó al sector construcción.
En cuanto a otros indicadores de demanda interna, la importación de bienes de consumo alcanzó en marzo una tasa de crecimiento, libre de altibajos estacionales, del 14,6% frente al 2019, en abril la subida fue de 12,59% y en mayo de apenas el 2%. Comportamientos similares registró la recaudación del Impuesto General a las Ventas, así como la comercialización de pollo.
“La producción de los sectores no primarios, en el 2021, ya estaban en el mismo nivel del 2019; ahora con los datos oficiales de abril, nuestra estimación para mayo y junio, la ubica por debajo del 2019, básicamente por el fin del efecto embalse y la elevada incertidumbre política, que creemos que está detrás de este menor avance”, precisó el economista de Macroconsult.
INVERSIÓN PRIVADA
Para Bances, otra víctima de la incertidumbre política es la inversión privada, porque no solo indicadores líderes como el cemento se han desacelerado, sino la importación de bienes de capital, así como se han deteriorado las expectativas empresariales.
De acuerdo con el economista, la evolución de estos indicadores hacen prever una desaceleración de la inversión privada, en el segundo y el tercer trimestre de este año.
El Head of Global Clients de BBVA en Perú, Víctor Gordillo, afirmó que, en la actualidad, “hay una gran incertidumbre con el tema político”, debido a que no se sabe quién será nombrado presidente, ni tampoco el modelo económico que llevará a cabo y, justamente, para que hayan inversiones de mediano y largo plazo, las empresas tienen que estar seguras de que va a haber estabilidad, dijo.
“Una vez que eso se estabilice [la coyuntura política] y sepamos cuál va a ser la ruta que el nuevo gobierno tomará, creo que algo de inversión va a haber. De repente no va a ser el mismo nivel de inversión que se tenía antes, que se hubiera podido esperar”, comentó el ejecutivo.
Para Bances, el impacto de la incertidumbre política debería llevar al nuevo gobierno a prestar atención y pasar de señales a hechos más concretos.
Para Odar, los avances de la vacunación son importantes, porque ayudan a reactivar la economía, pero se requiere con urgencia despejar el entorno político, porque no se sabe qué va a pasar después del 28 de julio.
Hasta el momento, la agrupación política del candidato Pedro Castillo, Perú Libre ha buscado brindar tranquilidad a los inversionistas con mensajes de que se respetará la inversión privada, pero con severas contradicciones.
El miércoles 7 de julio, la agrupación Política Perú Libre organizó la Conferencia Nacional de Economistas de Perú Libre, bajo el nombre de “Política económica para el cambio, las líneas del bicentenario”.
Durante su participación, la integrante del equipo técnico de Perú Libre, Celeste Rosas, sostuvo que uno de los lineamientos del Plan Bicentenario, de su agrupación, es “ampliar la base tributaria, pero no yendo sobre los más pequeños, sino sobre los más grandes”.
“Tenemos que renegociar también, muchos contratos que están a punto de vencer para asegurar que se replantee también beneficios a favor del país, no solo de estas grandes empresas [sic]”, precisó Rosas.
Asimismo, Juan Pari, miembro del equipo técnico de Perú libre, enumeró una serie de medidas que haría un eventual gobierno de Perú Libre, pero sin brindar una cifra o resultado del impacto que generarían estas políticas sobre la economía, la reducción de pobreza y el bienestar de la población.
MODELO ECONÓMICO “POPULAR DE MERCADO”
Pari aseveró que Perú Libre desarrollará un modelo económico “popular de mercado”, que esté al servicio de las necesidades de los peruanos. Así, entre los principales puntos que implicaría este modelo, comentó que el Estado “recuperará su rol empresarial”, para que esté listo para actuar donde es imprescindible y conservar el dominio sobre los recursos estratégicos de la nación.
Juan Pari (Perú Libre): “Se debe conversar, pero mirando los intereses de la patria” | ENTREVISTA
“Las empresas estatales que se formen actuarán de modo propio o en alianza con la inversión privada para proyectarse al mercado interno o a los mercados internacionales. Se formarán empresas nuevas mediante la compra de acciones u otros mecanismos de mercado, pero en todo caso es la perspectiva nacional concertada por todos los actores económicos, productivos y políticos, la cual tenemos que apuntar [SIC]”, subrayó Pari.
También Pari manifestó que el modelo considerará la nacionalización, la cual indicó que no significa estatización.
“Es pensar en el desarrollo del país, pensar en la nación peruana, eso es lo que el modelo considera y esa es la mirada como nación. No se descartan alianzas con las empresas que han invertido en los sectores o en la premisa de que los recursos naturales pertenecen a la nación. Una vez que el dominio de los recursos naturales esté asegurado por la nación, el Estado se mantiene abierto a negociar con todas las empresas nacionales o extranjeras para decidir la mejor forma de explotar el recurso, asegurando la primacía de los intereses nacionales, en beneficio de todo los peruanos. El modelo considera el impulso al desarrollo industrial diversificado, sobre la base de los potenciales productivos acumulados en nuestra población [SIC]”, anotó.
Las empresas petroleras se repliegan del mar peruano
No obstante, un modelo de capitalismo de Estado como el propuesto por Perú Libre conllevó a un “fracaso económico” a nuestro país, en el pasado, que demoró un cuarto de siglo en revertirse. Justamente, un estudio de los economistas peruanos César Martinelli y Marco Vega, sobre el impacto de las reformas que puso en marcha el general Juan Velasco Alvarado, entre 1968 y 1970, concluye que la reforma agraria y demás medidas tomadas por Velasco golpearon al país hasta dos décadas después.
Los economistas sostienen que, si esas reformas intervencionistas no se hubieran llevado a cabo, la economía peruana podría no haber sufrido el colapso vivido entre la década de 1970 y 1980. De acuerdo con la investigación, hacia 1975, las reformas habían causado una pérdida de 10% en el PBI por persona, que se elevaron a 30% para el quinquenio entre 1980 y 1985; para finalmente alcanzar el 50% en 1990.
El estudio de Martinelli, quien en la actualidad se desempeña como profesor de la Universidad George Mason, en Estados Unidos, y Vega, quien es subgerente de Investigación Económica del Banco Central de Reserva, concluyeron que las pérdidas de productividad alcanzaron el 30% para 1990, si se compara con un escenario sin “capitalismo de Estado”, lo que se explica por lo ineficiente del sector público a la hora de asignar los recursos.
A lo anterior se le suma que la actividad privada se contrajo en un entorno de incertidumbre e intervencionismo a discreción. La inversión ineficiente del Gobierno trajo consigo menor inversión privada y, como consecuencia, se perdió stock de capital físico, respecto a la situación sin intervencionismo. Según cifras de la autoridad monetaria, en los años 60 por cada sol de inversión pública había 3 soles de inversión privada. Para 1976 este ratio había caído a la mitad.
Por último, la incapacidad para gastar el canon, así como para ejecutar la inversión pública, por parte de las autoridades subnacionales, han dejado en evidencia los problemas de gestión que enfrenta enfrenta el Estado.
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