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/ LINO CHIPANA
Instituto Peruano de Economía  (IPE)

El principal problema de Essalud son los recursos financieros insuficientes, aseguró María Elena Aguilar, presidenta ejecutiva de esta institución, en una entrevista en el diario “Gestión”. Sin embargo, la evidencia indica que el bajo desempeño de Essalud está vinculado, en realidad, a severos problemas de gestión y gobernanza que impiden aprovechar eficientemente los recursos disponibles en favor de sus millones de afiliados.

Baja calidad

En el 2015, Essalud realizó por primera y única vez una encuesta nacional a sus asegurados. En esta, se encontró que la mitad no confiaba en esa institución, principalmente por la larga espera para ser atendidos. En los últimos años, la situación no ha mejorado. Según la última Encuesta Nacional de Hogares (Enaho), un asegurado esperó 8,4 días en promedio para ser atendido en un hospital de Essalud en el 2022, casi lo mismo que en el 2012, y el doble que en un hospital del Ministerio de Salud (Minsa) o en un consultorio particular. Peor aún, un 5% de los asegurados de Essalud esperó al menos un mes para ser atendido.

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En ese contexto, la proporción de sus asegurados que ante una enfermedad o malestar visitan un hospital de Essalud se ha reducido de 45% en el 2004 a 31% en el 2022, según datos de la Enaho. En contraste, se ha incrementado el porcentaje que acude a una clínica o consultorio privado (de 10% a 17%) o que se atiende solo en farmacias y boticas (de 5% a 15%). Esta dinámica resulta diferente entre aquellas personas afiliadas a un seguro privado, ya que el porcentaje que se atiende en clínicas o consultorios privados aumentó de 56% a 61% en el mismo período. Es decir, los empleadores que aportan el 9% de la remuneración de sus trabajadores a EsSalud están pagando por un servicio que, en su mayoría, no es demandado por estos.

Mala gestión y débil gobernanza

Los recortes de financiamiento no serían la causa principal de los problemas de Essalud. En los últimos 15 años, la recaudación se incrementó en 93% en términos reales, un incremento más alto incluso que el número de asegurados (86%). Sin embargo, el resto de los indicadores de Essalud apenas ha avanzado. El número de consultorios y de camas hospitalarias aumentó alrededor de 35%, mientras que el número de consultas ambulatorias creció solo 5% entre el 2007 y el 2022, tras la contracción de la oferta de servicios pospandemia.

Según Fernando Barrios, expresidente de Essalud, parte del problema se debe a que se pasó de un sistema que otorgaba incentivos a médicos en función de las consultas u operaciones realizadas, a uno donde los bonos no están vinculados al cumplimiento de metas. Este es el caso, por ejemplo, de la asignación de liberalidad por S/5.500 otorgada a fines del 2023 para el personal de Essalud. Para el especialista, urge volver a alinear los incentivos en favor del afiliado, regresando a un esquema de bonificaciones que premie las mejoras en la productividad del personal de salud.

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El deterioro del servicio en Essalud en los últimos años también se debe a la mayor inestabilidad política. En los últimos tres años (2021-2024), se cuentan ocho presidentes de Essalud, casi tantos como en los veinte años previos (2001-2021). Este es un problema relevante, pues en cada cambio de gestión en una entidad pública se retrasan aún más los proyectos en marcha. Urge entonces fortalecer y mejorar el proceso de designación de los presidentes de Essalud, actualmente en manos exclusivas del Poder Ejecutivo. Asimismo, de los representantes de los trabajadores y empleadores, de su forma de designación y competencias. En ese sentido, se viene evaluando en el Congreso el Proyecto de Ley 6097/2023-CR, que contempla que el presidente de Essalud sea designado por los miembros de su consejo directivo, entre otros aspectos.

Al servicio del asegurado

Mejorar la gestión de Essalud es un reto enorme y las asociaciones público-privadas (APP) han demostrado ser una alternativa importante. Los hospitales Kaelin de Villa María del Triunfo y Barton del Callao, ambos concesionados desde el 2010, son un ejemplo positivo de cómo el sector privado puede contribuir a cerrar las brechas de servicios de calidad en salud. En esa línea, tuvieron que pasar 13 años para que Essalud y Pro Inversión adjudicaran más proyectos hospitalarios, esta vez los de Chimbote y Piura en el 2023. Sin embargo, en estos solo se han concesionado los servicios no asistenciales o de apoyo, como lavandería, limpieza, laboratorio e imágenes, y no la atención médica –como sí en el Kaelin y el Barton–, que es lo más relevante. Otro ejemplo es Salog, APP encargada de la distribución de medicamentos de Essalud. Se necesita entonces continuar apostando por la colaboración entre el Estado y el sector privado para proveer servicios de calidad a los asegurados.

Toda entidad querrá siempre mayores ingresos. En este caso, no se debe perder de vista que la mejor forma de incrementar los ingresos de Essalud es impulsando un mayor crecimiento económico, de la inversión y así del empleo, y no encareciendo el costo de la contratación. Essalud tiene la obligación de velar oportuna, adecuada y eficientemente por la vida y la salud de sus 13 millones de asegurados. Sin embargo, para cumplir ese objetivo, de nada servirán mayores ingresos si no se implementan profundas reformas que fortalezcan su institucionalidad, y que además aseguren la gestión correcta de sus recursos y una adecuada atención en beneficio de los trabajadores y sus familias.

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