Instituto Peruano de Economía  (IPE)

Uno de los factores detrás de la desaceleración de la está relacionado a la menor inversión privada. Si bien parte de este resultado obedece a la finalización de grandes proyectos mineros, también refleja los pocos esfuerzos de los últimos dos años para brindar un entorno más favorable para la ejecución de inversiones de talla mundial. La debilidad que se anticipa para el 2023 no solo traerá repercusiones inmediatas en la generación de mejores empleos, sino que también limitará el potencial de crecimiento del Perú hacia futuro.

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La elevada incertidumbre y baja confianza empresarial llevaron a la inversión privada a cerrar el 2022 en terreno negativo. Este retroceso refleja principalmente la ausencia de otros proyectos de gran envergadura luego de la construcción de la mina Quellaveco, cuyas inversiones registraron una caída real anual de 46% en el segundo semestre del 2022 ante el inicio de su fase de producción.

Las demoras y dificultades en la liberación de interferencias también contribuyeron al bajo desempeño de la inversión en otros sectores.

Según cifras del Organismo Supervisor de la Inversión en Infraestructura de Transporte (Ositran), la inversión privada en carreteras registró una reducción anual de 61% en términos reales entre julio y diciembre de 2022. La menor ejecución en proyectos como Autopista del Sol y la Red Vial N° 4 explican este resultado.

Panorama 2023

El repunte de la conflictividad social al comienzo de este año ha provocado un mayor retroceso de la inversión. Los resultados negativos del consumo de cemento e importación de bienes de capital muestran que la inversión privada habría registrado en enero de 2023 una caída anual de más de 10%, según cálculos del IPE. Si bien las expectativas empresariales que recoge el BCRP mejoraron significativamente en febrero, estas todavía se ubican en niveles que anticipan una continua debilidad de la inversión en el corto plazo.

Para lo que resta del 2023, la inversión privada enfrentará un clima de latente conflictividad social y condiciones financieras más restrictivas. Además, las menores utilidades de las empresas, producto de la desaceleración de la demanda interna y los mayores costos de producción, limitarán el espacio para nuevos proyectos. Por ello, el IPE anticipa que la inversión privada caerá de 3,0% en el 2023, luego de un retroceso de 0,5% en el 2022. Sin embargo, una recuperación de la confianza empresarial en el tramo optimista a mediados del 2023 podría mejorar el desempeño de la inversión no minera hacia la segunda mitad del año.

Implicancias

Dinamizar la inversión debe convertirse en una prioridad para el país. Su bajo desempeño ha impactado negativamente en las expectativas de contratación, que entre enero y febrero del 2023 cayeron a un mínimo desde el 2020. Ello restará dinamismo al crecimiento del empleo formal. Además, una menor inversión hoy puede resultar en una caída significativa del potencial de crecimiento y productividad del país en el futuro. Una parte importante de la mejora en productividad durante la primera década de los 2000 fue producto de la mayor inversión privada. Sin embargo, desde el 2011, la continua desaceleración de la inversión ha frenado el avance de la productividad.