IPE: Inversión privada caería casi 5% en el segundo semestre del 2022
IPE: Inversión privada caería casi 5% en el segundo semestre del 2022
Instituto Peruano de Economía  (IPE)

En el año del bicentenario, asumió la presidencia con el reto de consolidar la reactivación económica en un contexto de altos precios de los metales y el inicio de la vacunación contra el coronavirus. Sin embargo, la pobre gestión del Ejecutivo y sus escándalos han deteriorado la confianza empresarial y de los consumidores. A esto se añade un entorno internacional de persistente inflación y riesgos de menor crecimiento. Frente a este panorama, se requiere priorizar políticas coherentes que provean un entorno estable para la inversión y no de sorpresas que generen incertidumbre.

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El Perú que recibió el presidente

En julio del 2021, Castillo recibió una economía que –además del rebote estadístico– ya mostraba signos de recuperación luego de la crisis más grande en los últimos 30 años. Durante el primer semestre del 2021, el PBI del Perú casi alcanzó sus niveles prepandemia, impulsado principalmente por el mayor consumo y la reactivación de la inversión pública y privada. Además, el alza histórica en el precio del cobre y de otros productos de exportación, así como el inicio del proceso de vacunación frente al COVID-19 adelantaban oportunidades de crecimiento para el segundo semestre.

Sin embargo, la pandemia también había dejado importantes retos pendientes que el nuevo gobierno debía resolver. Si bien el nivel de empleo había mejorado, este se había vuelto más precario: entre julio del 2020 y julio del 2021, se habían perdido más de dos millones de empleos adecuados con respecto al 2019. Asimismo, en el 2020, el Estado incurrió en un déficit fiscal de 8,9% del PBI para afrontar la pandemia, lo que hacía necesario fortalecer el manejo de las cuentas fiscales. Además, desde junio del 2021, se observaron los primeros indicios de la alta inflación, producto de las distorsiones de oferta y de demanda generadas por la pandemia en el ámbito mundial y de la depreciación del sol.

Un año de alta incertidumbre

Durante el primer año de gobierno, el Ejecutivo ha demostrado nula capacidad para superar los retos pendientes y, más bien, ha agravado diversos problemas. Por ejemplo, las reformas priorizadas en materia laboral –como el aumento del sueldo mínimo, la reforma del código laboral, las restricciones a la tercerización y los cambios en las relaciones colectivas– desincentivan una mayor contratación, lo cual es grave en un contexto en que la informalidad ha aumentado a niveles de hace 10 años (76%).

Además, la inversión pública se redujo 1,1% durante el primer semestre del 2022 debido a la menor ejecución del Gobierno Nacional (-13,2%). Por el contrario, las principales medidas de gasto del Estado en el último año se han orientado a incrementar las remuneraciones docentes, aplicar nuevos bonos para enfrentar la pandemia y ampliar el Fondo de Estabilización de Precios de Combustibles (FEPC), las cuales difícilmente tendrán un impacto sostenible sobre el crecimiento potencial del país y pueden comprometer la estabilidad fiscal.

Todo ello, sumado a la alta inflación creada principalmente por factores externos, ha generado un retroceso de la confianza sin precedentes. En junio del 2022, solo el 3% de los peruanos cree que el país está avanzando según Ipsos, un mínimo histórico. Además, las expectativas empresariales ya acumulan 15 meses en terreno negativo.

Perspectivas

El país enfrenta un futuro complicado. Durante la primera mitad del año, el crecimiento de la economía se ha sostenido principalmente en la recuperación del consumo privado, ante la flexibilización de restricciones en comercio y servicios, y por la liberación extraordinaria de liquidez para los hogares (fondos de AFP, CTS y bonos). Sin embargo, Alexander Müller, vicepresidente de Global Research del Bank of America, sostiene que el crecimiento del consumo se ha dado a costa de los ahorros, lo cual no será sostenible debido a su agotamiento.

El ahorro privado como porcentaje de PBI llegó a un pico de 24% a finales del 2020 y durante el primer trimestre del 2022 descendió hasta 14%, la cifra más baja desde mediados del 2014.

Además, Jaime Reusche, vicepresidente senior de Moody’s, señala que la falta de inversión dificulta la creación de empleos formales, que vienen perdiendo terreno ante el empleo informal. En efecto, el 55% de los consumidores limeños percibe que su situación económica ha empeorado y no espera que mejore el próximo año, según datos a julio de Apoyo Consultoría.

En el plano internacional, el ajuste de las condiciones financieras, la contracción de la economía china en el segundo trimestre y las repercusiones económicas de la guerra en Ucrania han afectado negativamente las perspectivas de crecimiento global. Esta semana, el FMI revisó a la baja sus proyecciones de crecimiento 2022 para Estados Unidos (de 3,7% a 2,3%) y China (de 4,4% a 3,3%), lo cual representa un serio riesgo local porque el Perú es más sensible a los choques económicos internacionales que otros países de la región. Frente a los riesgos globales, la cotización internacional del cobre se ha reducido 30% desde mediados de abril. Con ello, el país habría perdido la oportunidad para atraer más inversiones que permitan apuntalar el crecimiento en los próximos años. Así, debido principalmente al deterioro de la confianza empresarial y los menores precios de exportación, el IPE estima una caída de la inversión privada de casi 5% en el segundo semestre del año.

Las condiciones locales e internacionales más adversas se reflejan en la continua reducción de las proyecciones de crecimiento del PBI. En el último año, el consenso de analistas ajustó más sus proyecciones de crecimiento para el 2022 del Perú (de 4,2% a 2,7%) y del mundo (de 4,0% a 3,1%).

Aún es posible revertir esta situación. Por ejemplo, de acuerdo con Reusche, la cotización del cobre por encima de los US$3 la libra aún es atractiva para las inversiones mineras debido al potencial geológico del país. Para aprovechar las oportunidades aún existentes, urge promover un mejor entorno para la inversión, recuperar el empleo formal y consolidar el consumo de las familias. De lo contrario, desaprovecharemos un nuevo año de historia republicana.

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