En el primer semestre de 2024, fallecieron más de 15 mil personas entre 20 y 59años, según datos del Sistema de Información de Defunciones (Sinadef). Ello es 12% más de lo registrado durante la primera mitad del 2019, corregido por el crecimiento de la población. Este incremento responde tanto a un fuerte deterioro en las condiciones de salud como a una mayor violencia asociada con la inseguridad ciudadana y la creciente presencia de economías ilegales.
Cáncer y retos en salud
El cáncer se ha ubicado como la principal causa detrás del incremento de la mortalidad en adultos. Según el Sinadef, la mortalidad por esta enfermedad se incrementó en 26% en los últimos cinco años, de un ratio de 14,5 muertos por cada100.000 personas en el primer semestre de 2019 a 18,3 en el mismo periodo de 2024.
Expertos del sector consultados indican que este aumento refleja las fallas en los sistemas de detección temprana y en el acceso oportuno a servicios de salud de calidad, especialmente fuera de Lima.
Según el Plan Nacional de Cuidados Integrales del Cáncer 2020-2024, el 70% de los especialistas oncológicos se ubican en Lima y Callao. Además, en lo que va del 2024, casi nueve de cada diez personas con cáncer en el Perú fueron atendidas en la capital, según datos del Minsa.
Como resultado de esta alta concentración de los recursos presupuestarios y de los servicios de prevención y control de cáncer, más de la mitad de las defunciones por cáncer en adultos se registraron en el resto del Perú.
La mayor mortalidad por cáncer también se encuentra asociada con deficiencias en la gestión pública. En los últimos años, la alta rotación de funcionarios en los niveles más altos de dirección ha afectado la capacidad del Estado para responder de manera efectiva a las necesidades de salud.
Antes de la pandemia, los ministros del sector permanecían en sus cargos un promedio de 20 meses. Sin embargo, desde 2020, este promedio se ha reducido a solo seis.
Según expertos del sector, esta inestabilidad institucional ha contribuido al deterioro del sistema de salud, dificultando la implementación de programas de prevención y tratamiento de cáncer, además de la gestión de establecimientos de salud especializados.
Por ejemplo, la disponibilidad de fármacos en el Instituto Nacional de Enfermedades Neoplásicas (INEN) se vio seriamente afectada tras la pandemia.
En mayo de 2023, el porcentaje de fármacos en estado de desabastecimiento o substock alcanzó un pico de 39%, 15 puntos porcentuales por encima del promedio del 2020. Esto es particularmente grave considerando que el INEN atiende aproximadamente al 50% de pacientes con cáncer a nivel nacional.
Estas deficientes condiciones en el sistema de salud pública también afectaron la mortalidad de otras afecciones como la neumonía y el dengue. En particular, las defunciones asociadas con este último se multiplicaron por casi siete en los últimos cinco años, en un contexto en el que los contagios alcanzaron niveles récord.
Homicidios y violencia
Después del cáncer, los homicidios contribuyeron en mayor medida al incremento de la mortalidad en adultos. Entre enero y junio de 2024, 4 de cada 100.000 personas entre 20 y 59 años fueron asesinadas, 63% más que en la primera mitad del 2019.
El número de homicidios se incrementó principalmente en la costa y en la selva, zonas afectadas por la mayor inseguridad ciudadana y el rápido desarrollo de las economías ilegales.
Al respecto, en el primer semestre de 2024, el porcentaje de víctimas de un delito en el área urbana ascendió a 27,7% según el INEI, un máximo desde antes de la pandemia.
Retos de política
Recientemente, se observa una mejora en la disponibilidad de medicamentos en el INEN. Sin embargo, según el Semáforo Oncológico, un 55% de los pacientes de cáncer suspende sus tratamientos por falta de citas.
Además, persiste una falta de cultura y programas de prevención, y una alta centralización en la atención. Por consiguiente, se requieren medidas urgentes para que las brechas de acceso a una salud adecuada, así como una creciente inseguridad, no comprometan la esperanza de vida, uno de los principales indicadores de bienestar en una sociedad.