El reciente incremento de la pobreza estuvo influenciado por dos principales factores: un bajo crecimiento económico y altos niveles inflacionarios. En particular, la inflación acumulada de alimentos y bebidas asciende a 20% en los últimos 22 meses, marcando el aumento más rápido y sostenido de precios de los últimos 25 años. Si bien la inflación de alimentos acumula dos meses consecutivos de descenso, la reducción ha sido muy inferior a la del resto de países de la región, debido a factores locales como la conflictividad social y los eventos climáticos. Esto afecta principalmente a los hogares más pobres, que destinan una mayor proporción de su gasto al consumo de alimentos.
Retrospectiva
El periodo de alta inflación de los alimentos inició en junio del 2021 producto de un desajuste mundial de la oferta de insumos claves para la producción de alimentos y bebidas. Por ejemplo, durante ese mes, la cotización internacional del maíz se duplicó con respecto a su valor el año previo, lo que contribuyó a que el precio mayorista del pollo supere los S/6 por kilogramo, un máximo histórico hasta esa fecha. Dicha situación se agravó en febrero de 2022 con la invasión rusa a Ucrania que generó el desabastecimiento mundial de combustibles y fertilizantes. El precio de estos últimos se triplicó y causó una crisis en la agricultura nacional.
Durante la segunda mitad del 2022, la caída de varias cotizaciones internacionales sugería que la inflación empezaría a decrecer progresivamente. No obstante, los conflictos sociales, las fuertes lluvias y la gripe aviar han generado que el aumento de precios sea más persistente de lo esperado. A abril de 2023, el 69% de productos de la canasta básica de alimentos y bebidas aún presenta una inflación superior al rango meta, en contraste con solo el 40% del resto de productos de la canasta. Por ejemplo, el precio del pollo continúa superando récords, pese a que la cotización del maíz (su principal insumo) acumula varios meses en caída.
La persistencia de los factores locales ha impedido que la tendencia de la inflación de alimentos en Perú se ajuste a la de sus pares de la región. Entre diciembre de 2022 y abril de 2023, la inflación de alimentos en el país se redujo de 12,6% a 12,1%, una caída de solo 0,5 puntos porcentuales. En contraste, en Brasil, México, Colombia y Chile, la inflación ha tenido una caída mucho más pronunciada, de entre 2,5 y 7,1 puntos porcentuales durante el mismo periodo.
Inflación y consumo
La alta inflación pone en riesgo la seguridad alimentaria del país. En el último año, se ha reducido el consumo de productos ricos en proteínas como la carne, la leche y los huevos debido al fuerte aumento de sus precios. Los más afectados son los hogares de más bajos recursos. Por ejemplo, debido en parte al aumento en precios en el último trimestre del 2022, las familias en el quintil más pobre redujeron su consumo de carne en 9% en comparación con el año previo. En contraste, en los hogares de mayores recursos, la caída fue de solo 2%.
La inflación de alimentos también presenta notables diferencias según regiones. En enero, las regiones del sur como Puno, Madre de Dios y Cusco experimentaron una inflación de alimentos por encima del 24%, debido a las potestas y bloqueos de carreteras. Posteriormente, los eventos climáticos en el norte generaron un mayor incremento de los precios de alimentos en La Libertad y Piura, que alcanzaron niveles máximos de 17% en marzo.
El consenso de analistas indica que la inflación general en el Perú ya inició su proceso de descenso y prevé que culmine el año en 4,1%. No obstante, los eventos recientes, como protestas y fenómenos climáticos, muestran que esto puede tardar más de lo esperado. Para hacerle frente a los altos precios que enfrentan los hogares, urge poner en marcha los motores de inversión que permitan acelerar el crecimiento y generar más y mejores empleos.