La economía y la política no corren por cuerdas separadas. Sobre eso se ha dicho mucho, y se ha sustentado más aún.
Siendo así, ¿la álgida y difícil situación política influyó en el avance del dólar la semana pasada? El efecto fue marginal, dado el escenario internacional al que tampoco le faltaron dificultades. Los reflectores estuvieron en el dato inflacionario de Estados Unidos, y tras hacerse este conocido, las esperanzas de que la FED sea un tanto más amable se desvanecieron.
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Así las cosas, no podemos esperar un dólar tibio para lo que queda del mes o el año. No se trata de esperar un escenario totalmente fatalista como sería superar de manera continua y sostenida la barrera de los S/4, sino de estar listos para la volatilidad (alcista).
Ahora bien, aunque lo que pasa afuera inclina bastante más la balanza del dólar, no debemos pasar por alto la realidad peruana. Como he repetido varias veces en este espacio, la confianza y la predictibilidad son herramientas importantes y necesarias para continuar remando hacia la reocupación económica y hacia el 2023, que ni ha comenzado y ya sufre la caída de varias proyecciones a nivel mundial. De hecho, sin ir tan lejos, el final del 2022 vendrá moderado. Las ventas minoristas ya van mostrando desaceleración y distintos agentes prevén que la campaña navideña podría no superar los niveles prepandemia.
Cuanto más nos alejamos del 2020, más comienza a sentirse lo que la pandemia nos dejó: altos precios, problemas logísticos internacionales, poco crecimiento. Los años venideros no solamente serán un tema de fe, sino de puro y real esfuerzo. La calidad del empleo debe mejorar, pero es difícil pensar que así será dada la situación política actual. Aunque el efecto del factor interno haya sido marginal en el tipo de cambio esta vez, no es momento de tentar suerte. Se necesita que los organismos pertinentes actúen de manera diligente y respetando instancias y procesos en aras de minimizar el ruido e inestabilidad política, poner más atención al potencial estancamiento de la cifra de pobreza y a los factores locales que pueden incrementar la inflación local, sobre todo, la de los alimentos.
Hay mucho trabajo por hacer en lo político y en lo económico.