Como lo demostró Toys “R” Us, una disminución en las ventas y un panorama incierto en los acreedores comerciales pueden derribar a una compañía mucho antes de la fecha de vencimiento de sus préstamos y sus bonos. Lo que es más, la deuda garantizada no es tan segura como solía ser: las estructuras de capital más fuertes y los convenios sueltos podrían dejar poco qué recuperar a los acreedores pequeños si un emisor quiebra.
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Incluso los tenedores de primer grado pueden tener que reducir sus expectativas, debido a las lagunas que debilitan sus reclamos de garantía, según Jeanne Manischewitz, codirectora de crédito norteamericano en York Capital Management."La pregunta es cuánto dinero se perderá antes de llegar a los tribunales", aseguró.
Manischewitz, cuya firma administra US$18.200 millones. Eso puede explicar en parte por qué los índices de deuda en dificultades ahora muestran rendimientos negativos para el año, pero también crea oportunidades de negocios. "Hay más crédito y deuda dislocados que se negocian a un precio inferior al par, lo que crea más oportunidades de rendimientos totales", dijo.
Los mercados de crédito no están completamente cerrados para las compañías con problemas, pero el estrés se está manifestando en las "pequeñas y medianas empresas, que son las primeras en perder el acceso al capital en entornos inciertos", aseguró Steve Zelin, jefe de reestructuración en PJT Partners Inc. "No es solo un problema de vencimiento, sino un problema de flujo restrictivo de efectivo y una incapacidad para acceder a los mercados de deuda a fin de resolver problemas de liquidez".
La escasez de empresas en dificultades está alentando a un tipo más activista de acreedores a revisar los documentos crediticios en busca de infracciones técnicas que podrían equivaler a incumplimientos, como en los casos de PetSmart Inc., Neiman Marcus Group Inc. y Windstream Holdings Inc, que giran en torno a afirmaciones de que las transferencias de activos debilitaron las reclamaciones de los acreedores sobre las garantías.
Los tres pueden llegar a un punto crítico en 2019. En el caso de Windstream, es poco probable que sufra una derrota jurídica, según la compañía, pero las apuestas son altas, ya que podría quedar en quiebra. Algunos emisores consideran que las probabilidades están en su contra cuando los acreedores activistas parecen organizados y demandan información, incluso antes de que la compañía piense que tiene un problema, según Josh Sussberg y Jon Henes, socios del bufete Kirkland & Ellis.
"Una de las cosas que le decimos a las compañías todo el tiempo es que deben abordar estos procesos desde la vanguardia, no desde la retaguardia", afirmó Sussberg. Si no hay un plan de contingencia establecido, "los acreedores llevan la batuta en la práctica".