Los inversionistas en bonos argentinos no tuvieron suerte en 2018, ya que los rendimientos de la deuda del país se elevaron incluso después de que el gobierno sacara una línea de crédito récord de US$56.000 millones con el Fondo Monetario Internacional (FMI), en un esfuerzo por reforzar las finanzas públicas.
El rendimiento promedio de los bonos soberanos del país casi se ha duplicado este año a 11%, y ahora supera la tasa de 10,9% en valores extranjeros de Ecuador, que es mucho más pequeño. Aunque ambos créditos son considerados basura por las empresas calificadoras, Argentina tiene una calificación B de S&P Global Ratings, una más arriba que la B- de Ecuador.
En cuanto a los retornos, los acreedores argentinos perdieron un promedio de 23% este año, según los índices de JPMorgan Chase & Co., mientras que los inversionistas en Ecuador perdieron 9,4%.
La política ha tenido mucho que ver con esto. El presidente Lenín Moreno ha seguido llevando a Ecuador por una agenda drásticamente diferente a la de su predecesor, en un intento por apuntalar las finanzas públicas, e incluso existe la posibilidad de que sus funcionarios se sientan con el FMI en 2019 para reforzar aún más la confianza.
Si bien la nación dolarizada sigue siendo vulnerable debido a su dependencia del petróleo y los préstamos de China, la mayoría de los analistas consideran que el gobierno va por buen camino.
Mauricio Macri, de Argentina, aunque ampliamente respetado por los inversionistas, se está preparando para una reelección en 2019, con una inflación esperada por encima de 20 por ciento y una economía en recesión. Su vulnerabilidad, particularmente ante la posibilidad de que la expresidente Cristina Fernández de Kirchner lo desafíe por la presidencia –a pesar de una gran cantidad de problemas legales–, pone nerviosos a los operadores.
Entonces, cabe la pregunta de si el mercado o las empresas calificadoras están calculando mal la situación.