La vorágine de las energías limpias avanza imparable en el mundo. Y es que sobre ellas descansa el proceso de transición energética en el que están inmersos países y empresas en el objetivo de mitigar el calentamiento global.
Así, tenemos que el Perú ha contraído el compromiso internacional de reducir sus emisiones de gases de efecto invernadero (GEI) en 40% hacia el 2030.
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Hablamos de una apuesta mayúscula, pues involucra tomar medidas urgentes contra la deforestación (46,3%), contra las externalidades negativas del sector agropecuario (13,6%) y contra la polución generada por el transporte (13,5%), que son los tres sectores más intensivos en emisión de dióxido de carbono, como bien apunta el portal Rumbo Energético del Instituto Videnza.
Sin embargo, es muy poco lo que el Gobierno viene haciendo al respecto.
Por el contrario, sí existe una genuina preocupación de las empresas automotrices y de transportes por “poner su granito de arena para lograr la descarbonización”. Esto, a través de importantes inversiones en tecnologías de bajas emisiones, como las sustentadas en la electricidad (vehículos electrificados) y el gas natural.
Contra viento y marea
“Lo cierto es que empujamos solos. La realidad es que, hoy en día, esta es una apuesta de las empresas privadas”, manifestó Alexandra Bonnemaison, gerente general de Audi Perú, en el foro Transporte Sostenible 2024.
Muestra de ello es que la automotriz alemana ha logrado implementar en el Perú un portafolio de vehículos donde el 82% son modelos electrificados, no obstante la carencia “de beneficios e incentivos por parte el Estado”, expresó Bonnemaison.
Del mismo modo, la empresa Transportes y Comercio Sol del Pacífico se ha comprado el pleito de popularizar el uso del gas natural licuado (GNL) en minería, emprendiendo para ello “un proceso aventurero” de importación de camiones a GNL.
Esto, a pesar de la falta de claridad regulatoria y de “algunos temas (escollos) en el camino”, refiere Luis Barthé, gerente general de la empresa logística.
“Acá el componente fundamental es empujar contra viento y marea. Pero nosotros estamos venciendo eso, y el logro más importante es que hemos empezado a brindar servicios con flotas a GNL hacia compañías mineras”, anota el empresario.
El incentivo para la sustitución del diésel por el gas natural en los vehículos de carga pesada es bastante claro: la descarbonización. Pero no menos importante es el ahorro económico.
Boom del gas natural
Según cifras mostradas por Luis Lázaro, ejecutivo de transporte pesado y buses de Cálidda, en Transporte Sostenible 2024, la conversión a gas natural de un bus a diésel “que opera 26 días a la semana y recorre 110 km diarios” genera un ahorro de S/217 por día para el transportista.
“Si lo vemos de forma anual, el ahorro será de S/67.704, lo que representa el argumento más convincente para el cambio de matriz”, anota Lázaro.
Estas ventajas, percibidas por transportistas y empresas de diferentes rubros, vienen generando un boom del uso del gas natural en el transporte de carga pesada.
Así, Cálidda estima que el año 2024 cerrará con la conversión y activación de más de 1.500 vehículos y buses a gas natural.
Esto, siguiendo el récord de 1.350 unidades convertidas en el 2023, luego de varios años en los que la inmatriculación de este tipo de unidades “bordeaba (apenas) las 300 unidades en Lima y Callao”, indica Jaime Aguilar, subgerente de transporte pesado de Cálidda.
“Todavía hay bastante oportunidad (para crecer) pero estos números bastante altos nos están diciendo que vamos por buen camino hacia la sostenibilidad conjugada con una racionalidad económica”, refiere Aguilar.
El futuro se avizora promisorio para los vehículos a gas natural, pero ¿qué ocurre con los vehículos electrificados en el Perú?
Sin impulso estatal
De acuerdo a la Asociación Automotriz del Perú (AAP), la venta anual de vehículos electrificados (híbridos y 100% eléctricos) se ha incrementado desde un promedio de 366 unidades en el 2019, hasta 4.484 en 2023, y se espera que este año supere las 5 mil unidades.
No obstante, la penetración de esta tecnología es todavía muy baja en el Perú si se la compara con la que exhiben otros países de la región.
Así, tenemos que la participación de los vehículos electrificados en el parque automotor peruano asciende a 3,8%, mientras que Colombia, Ecuador y Chile pueden presumir de cifras del orden de 23%, 12% y 10%, respectivamente (a julio del 2024).
Peor aún, ocurre que Chile y Colombia son capaces de desplegar flotas de buses 100% eléctricos de hasta 2.050 unidades, en el caso del primero, y de hasta 1.650 unidades, en el caso del segundo.
“¿Y en Perú cuántos hay? Apenas siete y, encima, de prueba. ¿Y por qué ocurre esto? Porque no existe la intención de promoverlos”, exclama Elioth Tarazona, gerente técnico de la AAP.
La promoción de los vehículos electrificados a través de incentivos fiscales y tributarios es fundamental para compensar su mayor capex (costo inicial de inversión), comparado con el de su contraparte de combustión interna.
Se trata, explica Tarazona, de “una inversión y no de un costo”, porque “ayudará a ahorrar mucho dinero y vidas humanas” que se pierden debido a la polución por ‘contaminantes locales’.
Emergencia ambiental
“Cada año se producen11 mil muertes en Lima y Callao por contaminación del aire”, refiere Erick García, presidente de Transporte Sostenible 2024.
Según cifras mostradas por Marybel Vidal, presidenta de la Autoridad de Transporte Urbano (ATU), 5.675 de estas muertes (el 58%) son atribuibles al transporte y representan un costo de US$6.850 millones.
Esto, debido a la polución causada por el material particulado de 2,5 micras (PM2,5), el cual es generado, principalmente, “por el parque de buses y camiones a diésel con más de 15 años de antigüedad”, explica Tarazona.
Como se muestra en la infografía, un vehículo a diésel puede emitir hasta 0,4 gramos de PM2,5 en un kilómetro de recorrido. En contrapartida, un vehículo a gas natural puede emitir hasta 0,1 gramos, mientras que un vehículo 100% eléctrico no generará ninguna emisión.
De allí la importancia de incorporar estas dos tecnologías en el transporte pesado. De hecho, un estudio desarrollado por la consultora Libélula estima que la sustitución del gas natural por el diésel en el parque de buses y camiones que circulan por Lima evitará la muerte de 3.000 personas hacia el 2030.
“Entonces, tenemos una oportunidad muy grande para trabajar porque el diésel genera un montón de material particulado que produce enfermedades respiratorias. Transformando el parque vehicular a gas natural, reduciremos esa incidencia, como ya lo venimos haciendo”, apunta Martín Mejía, CEO de Cálidda.
A entender de Erick García, esta oportunidad se extiende también a la movilidad eléctrica porque esta tecnología y el gas natural “no son competencia, sino que se complementan”.
“La competencia es la importación de diésel, gasolinas y GLP, energéticos que importamos, a diferencia de lo que ocurre con el gas natural y la electricidad, que producimos en abundancia”, apunta.
La sostenibilidad del sector transporte se logrará, explica García, masificando estos dos energéticos y haciendo un uso eficiente del diésel y las gasolinas, mediante la incorporación de vehículos Euro 6, por ejemplo. O incrementando la mezcla de etanol y biodiesel en el diésel, añade Tarazona.
La ATU y el MTC sostuvieron en Transporte Sostenible 2024 que vienen adoptando medidas para impulsar la electro-movilidad, empezando un programa denominado E-Transporte, que busca incorporar hasta 1.000 buses en el sistema masivo de transportes y taxis. ¿Se concretarán?