(Unidad de Análisis Económico)
En los últimos años, la economía boliviana le quitó al Perú la corona de país que más crece en Sudamérica. El artífice de lo que algunos llaman “el milagro económico boliviano” renunció a la presidencia el último domingo, luego de 13 años de gobierno, en medio de un escándalo de fraude electoral.
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Las cifras macroeconómicas que deja la gestión de Evo Morales son positivas, pero detrás de su modelo de crecimiento hay fantasmas que, en su momento, llevaron al Perú a un colapso en los años 70. Incluso, durante el ‘superciclo’ de los commodities, Bolivia no fue capaz de aprovechar los vientos externos tan bien como el Perú.
Las economías de ambas naciones no son muy disímiles. En el país del Altiplano, las exportaciones de gas de petróleo, oro y zinc representan el 62% del total. Esos dos metales, junto al cobre, explican el 48% de los envíos peruanos. Los precios de las materias primas claves para ambos países han tenido trayectorias similares, pero mientras el Perú apuesta por un modelo de crecimiento basado en la inversión privada, Bolivia dio un peso dominante al Estado y las cifras apuntan a resultados distintos.
EVOLUCIÓN DISPAR
Entre el 2006 y el 2018, Morales estuvo en el Palacio Quemado y, en ese lapso, la economía boliviana creció 4,8% en promedio cada año, mientras el Perú anotó una expansión anual promedio de 5,3%. Aunque el medio punto porcentual no suene a mucho, la economía peruana es cinco veces más grande que la boliviana y, por lo tanto, hacerla crecer a tasas altas es relativamente más difícil.
Un tema importante es la fuente de ese crecimiento. En Bolivia, el 37,1% del PBI se explica por la actividad del gobierno. Una política clave para Morales fue hacer protagonista al Estado empresario en la actividad de hidrocarburos, por ejemplo. En la época de precios altos del gas, esto trajo rédito para las cuentas fiscales, pero en los últimos años la caída en los ingresos y el elevado gasto público han llevado a déficits fiscales cada vez más grandes. Hoy los mercados ven al Gobierno Boliviano como un emisor que está a un paso de ser un deudor altamente riesgoso.
La historia peruana es muy distinta. El gasto público es relativamente bajo (cerca de 20% del PBI), el déficit fiscal está controlado y el gobierno es percibido como un deudor muy confiable en el mundo.
Más aún, mientras el vecino del Altiplano tiene 14% de su PBI explicado por la inversión pública, en el Perú el 18% del producto es inversión privada. Esto es importante porque la inversión en acumular capital físico, hecha por el sector privado, es más productiva que la hecha por el Estado. De acuerdo con las Penn World Tables, el stock de capital peruano es cinco veces más productivo que el capital boliviano.
IMPACTO DIFERENCIADO
Todo esto también tiene un correlato en indicadores sociales. Por ejemplo, la pobreza en el Perú en los últimos 13 años ha caído de 49% a 20,5%; lo que implica que 7,3 millones de personas han salido de esa situación. En Bolivia, la pobreza bajó de 60% a 34,6%, que en términos absolutos es 1,3 millones menos de personas pobres. En tanto, la pobreza extrema sigue aquejando al 15,2% de bolivianos, mientras en el Perú ha caído a 2,8% de la población.
Todo esto deja un mensaje clave: si bien el Perú tiene mucho camino por recorrer en reformas estructurales, la estabilidad macroeconómica y prudencia de los hacedores de política económica son dos activos claves que hay que cuidar.
En Bolivia, el panorama es complicado. En primer lugar, el país gasta cada vez más que sus ingresos: su déficit en cuenta corriente ha superado el 5% del PBI en los últimos cuatro años. Esto debido a su elevado déficit fiscal, que ya superó el 8% del PBI.
Pero no solo eso. Una lección fundamental –no aprendida por Argentina, por ejemplo– es la de tener un banco central independiente. En Bolivia, el banco central no lo es y busca mantener un tipo de cambio fijo. Esto en un contexto de reservas internacionales relativamente bajas.
Los crecientes desbalances externos de Bolivia, junto con su falta de ‘colchones’ para mitigar los efectos de una potencial crisis fiscal o de balanza de pagos, hacen que sea un país muy vulnerable. Las condiciones para que Bolivia siga los pasos del Perú de los 70 están dadas.