Durante dos años, Bolivia ha presionado para impulsar la producción de gas natural, clave desde hace mucho tiempo para su prosperidad, mediante la perforación de nuevos descubrimientos en las tierras bajas del sudeste. ¿El resultado? Un hoyo seco de 8 kilómetros de profundidad.
Podría decirse que no hay un símbolo más adecuado para la situación que enfrentan Bolivia y Evo Morales, el tempestuoso presidente izquierdista que busca la reelección después de 14 años en el cargo. A lo largo de los años, las ventas de gas a Brasil y Argentina han ayudado a Morales a atravesar la desaceleración de las materias primas mundiales, triplicar el salario mínimo e impulsar los programas sociales. Pero no más.
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Dadas las importaciones baratas de gas transportado por mar que inundan a sus vecinos costeros, las exportaciones de gas del país sin litoral han caído 25% este año hasta julio. Y sin nuevos descubrimientos, los viejos pozos de Bolivia serán cada vez menos rentables con el tiempo. Por otra parte, tanto Brasil como Argentina trabajan arduamente para producir su propio gas en el futuro.
“Este gobierno no ha hecho nuevos descubrimientos”, dijo Freddy Castrillo, secretario de Hidrocarburos de la gobernación de Tarija, que produce alrededor de 55% del gas natural del país. “El escenario para los precios es completamente desfavorable, la producción ha bajado y nuestros principales clientes, Brasil y Argentina, se están convirtiendo en nuestros principales competidores”.
Repsol SA, con sede en Madrid, perforó el pozo Boyuy en las tierras bajas del sudeste a un costo aproximado de US$140 millones. Continúa evaluando los resultados allí, dijo la compañía en un comunicado enviado por correo electrónico.
Conocido por mucho tiempo como el socialista económicamente capaz de América Latina, Morales se enfrenta a su campaña de reelección más difícil antes de la primera vuelta el 20 de octubre. Morales tuvo 40% de apoyo en una encuesta publicada por La Razón el domingo. Para evitar una segunda vuelta, Morales necesita al menos 40% y una ventaja de 10 puntos sobre su rival más cercano, que estaba en 22% en la encuesta.
Las dificultades no terminarán ahí. No importa quién gane, enfrentarán desafíos económicos difíciles que podrían cambiar la cara de una nación que ha ganado un nivel de comodidad bajo los agresivos programas de gasto social de Morales.
Los ingresos de petróleo y gas del país han caído a aproximadamente 20% desde 35% en los últimos cinco años. Entretanto, la deuda pública se disparó a 54% del producto interno bruto en 2018, según el Fondo Monetario Internacional, que limita las opciones para evitar un aterrizaje forzoso después de más de una década de expansión económica.
Al mismo tiempo, hay poco espacio para impulsar el uso doméstico de gas en un país donde la industria privada tiene un papel limitado, y el gobierno ha estado quemando un fondo de reserva antes de las elecciones de este año, según Todd Martínez, director de Fitch Ratings, que revisó su perspectiva de Bolivia a negativa en junio.
“El desempeño relativamente estable y sólido de Bolivia en los últimos años y las cifras de titulares son algo engañosas porque, en nuestra opinión, reflejan políticas que parecen ser cada vez más insostenibles”, dijo Martínez en una entrevista.
Advertencia de Ecuador
El vecino Ecuador sirve de advertencia para las tensiones sociales que pueden resultar de las medidas de austeridad en países con poblaciones vulnerables que dependen de la generosidad del gobierno. La eliminación de los subsidios al combustible a principios de este mes provocó protestas contra el presidente Lenín Moreno, quien abandonó Quito y se fue a una ciudad costera para escapar de los disturbios, y luego revirtió los aumentos del precio del combustible.
“La principal amenaza para Bolivia es la propia Bolivia”, dijo Ricardo Bedregal, jefe de investigación de aguas arriba de América Latina en IHS Markit, una consultora. “No hay incentivos fiscales para atraer nuevos inversionistas al juego. No hay nada que cambie la trayectoria descendente”.
Entretanto, Brasil y Argentina han invertido en terminales de importación de gas natural licuado a lo largo de sus costas en un momento en que Argentina ha anunciado descubrimientos de clase mundial en sus campos de esquisto bituminoso y Brasil se está moviendo para aprovechar mejor la región de aguas profundas de alto valor conocida como la presal.
Dos ductos
Cuando Brasil firmó su contrato con Bolivia en 1999 y Argentina firmó su acuerdo en 2006, el gas era un combustible escaso y costoso debido principalmente a dificultades de almacenamiento y transporte. Los tres países pudieron evitarlo al construir dos ductos que unían directamente a la nación sin litoral con sus vecinos.
Ahora, el costo de construir terminales que puedan recibir enormes tanques de GNL, almacenar el gas y vaporizarlo para la generación de energía en tierra, es relativamente barato. Además, Argentina anunció este año que espera ahorrar US$460 millones durante dos años gracias a un acuerdo de suministro renegociado.
La reversión del apalancamiento entre Bolivia y Brasil no podría ser más severa. En 2006 Evo Morales fue en un convoy militar a un campo de gas natural de Petroleo Brasileiro SA para anunciar una nacionalización y terminar con el “saqueo” por parte de extranjeros. El presidente de Brasil en ese momento, Luiz Inácio Lula da Silva, se lamentó abiertamente que su país hubiera confiado en un solo proveedor de gas. Los medios locales en Brasil tildaron la adquisición televisada de invasión.
Nada de esa arrogancia se exhibió en enero cuando Morales viajó a Brasil para la toma de posesión del presidente Jair Bolsonaro, defensor conservador de los intereses comerciales. Morales habló de hermandad y cooperación entre los países.
Entretanto, los anunciados planes de Bolivia de construir oleoductos alternativos a Perú y Paraguay, proyectos que podrían tomar un año en completarse, no se han abandonado.
“No va a ser lo mismo que antes con ingresos fáciles y estables”, dijo Álvaro Ríos, exministro de Hidrocarburos de Bolivia y director de la consultora Gas Energy Latin America. “Petrobras está bajo mucho escrutinio por comprar gas costoso a Bolivia. Van a terminar con algo de volumen. El resto debe ser negociado en acceso abierto”.