EFE.- Las bolsas chinas vivieron hoy la jornada más breve de su historia, de apenas 27 minutos de operaciones, de los que sólo 13 fueron de cotización real, debido a otro fuerte desplome que forzó la suspensión hasta mañana.
Al igual que ya había ocurrido también el pasado lunes por primera vez en la historia, debido a unas nuevas normas estrenadas precisamente con el inicio del año, las bolsas chinas cerraron automáticamente al caer el selectivo de firmas de ambos parqués CSI 300 más del límite diario que se le permite ahora: un 7%.
En ambas ocasiones, como establece esa normativa, primero se suspendió la cotización durante 15 minutos, al traspasar el selectivo mixto la barrera del 5% de pérdidas, pero cuando las operaciones se reanudaron apenas bastó hoy un solo minuto de transacciones para caer hasta un 7% y desencadenar el cierre automático.
En el momento del cierre, el índice general de Shanghái caía un 7,32%, mientras que el de Shenzhen se desplomaba otro 8,35%.
Esta situación, inédita hasta esta semana, se produce así hoy por segunda vez en cuatro días, desde que el lunes entró en funcionamiento este nuevo mecanismo interruptor, pensado para que no se repitan los fuertes desplomes en cadena del verano pasado, que llegaron a afectar a otros mercados mundiales.
Con todo, en lugar de contribuir a estabilizar los parqués, el mecanismo está "alterando las expectativas de los inversores" individuales (unos 90 millones de ahorradores chinos sin conocimientos financieros, que sustituyeron los poco rentables depósitos bancarios por la renta variable) y provocándoles "pánico".
Así lo explicó a Efe hoy el experto en mercados financieros Rui Meng, profesor de Finanzas y Contabilidad de la Escuela Internacional de Negocios China-Europa de Shanghái (CEIBS), que alerta del efecto contraproducente de la medida en estos inversores aficionados que suelen hacer tan volátil al mercado chino.
En efecto, tres cuartas partes de la actividad de las bolsas chinas está en manos de estos inversores, y el nuevo "interruptor" les está creando una gran "incertidumbre innecesaria", señala Rui: "todo el mundo quiere vender en este momento, nadie quiere comprar, porque ahora ningún comprador está seguro de poder vender luego en un futuro cercano".
La clave de lo que está sucediendo se remonta a las semanas de fuertes desplomes del verano pasado, que retumbaron en los demás parqués mundiales, y la reacción que tuvo hoy el regulador bursátil chino, que anunció otra nueva medida inesperada, parece reflejar cómo la situación está descarrilando de la ruta planeada por Pekín.