Un joven vestido de saco y corbata pide la palabra en el auditorio. En el escenario está Isabel Dos Santos, una poderosa inversionista en comercio, energía y telecomunicaciones considerada el año pasado por la revista Forbes como la primera mujer multimillonaria del África. Dos Santos, hija del actual presidente de Ángola, ha dedicado su conferencia a dar lecciones para emprender negocios.Follow @PortafolioECpe !function(d,s,id){var js,fjs=d.getElementsByTagName(s)[0],p=/^http:/.test(d.location)?'http':'https';if(!d.getElementById(id)){js=d.createElement(s);js.id=id;js.src=p+'://platform.twitter.com/widgets.js';fjs.parentNode.insertBefore(js,fjs);}}(document, 'script', 'twitter-wjs');
El joven que pide la palabra, durante la ronda de preguntas, dice que viene de República Centroafricana, uno de los países más pobres del mundo, envuelto en una crisis política y una guerra civil interminable. Y dice que tiene algunas ideas para iniciar una empresa, que eso lo es lo quisiera, pero el entorno es tan adverso y peligroso que no puede comenzar.
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-¿Me puede dar un consejo? -pregunta.
Dos Santos dice que él tiene que insistir porque las buenas ideas superan los malos momentos. Suena a un lugar común para salir del apuro, pero es cierto. Muchos de los gobiernos africanos han superado crisis económicas y hoy sus emprendedores están demandando iniciativas para crecer en otro nivel, uno en el que el desarrollo de tecnologías le gane espacio a la producción y exportación de materias primas. Con diversos impactos y velocidades, esas demandas están siendo escuchadas y atendidas.
Ese fue el clima general de la quinta Global Entrepreneurship Summit (GES 2014), celebrado en Marrakech (Marruecos), un evento organizado por el gobierno de Estados Unidos, para discutir el futuro de los emprendimientos en países emergentes.
“Tenemos historias de éxito pero no tenemos cultura de compartir esas experiencias”, dice Moulay Hafid El Alamy, ministro de Industria de Marruecos, para graficar lo poco que conoce el mundo sobre la innovación en África. “Hemos creado un plan de aceleración industrial por la necesidad de tener un mejor ecosistema empresarial”, añade. En ese sentido, uno de los proyectos de Marruecos es consolidarse como un ‘hub’ para el desarrollo de start-ups en el norte del continente, una suerte de Silicon Valley que atraiga talento local y del extranjero, y transfiera tecnología que se quede en el país.
Un primer paso para eso es el acuerdo al que han llegado el gobierno de Marruecos y Babson Global, filial de Babson College, una de las principales escuelas de negocios del mundo, para iniciar un estudio de factibilidad para el proyecto Enterprise City, un espacio geográfico que será dedicado por completo a la innovación.
Otro programas estatales como Gabón Emergente apuntan a crear las condiciones para sumarle tecnología y valor agregado a actividades tradicionales como la agricultura. Y también hay espacios comunitarios independientes como AfriLabs, una red de centros tecnológicos distribuidos por el continente negro. Sumadas estas y otras experiencias públicas y privadas, se puede decir que existe un afán integrador alrededor de la innovación.
Nuestro desconocimiento de la cultura y la economía africana puede hacernos pensar que hay una gran distancia entre sus empresas y, por ejemplo, las latinoamericanas. Pero no es una afirmación cierta. Las carencias y los conflictos del continente han animado verdaderas innovaciones para problemas reales en salud y en educación, en algunos casos sin necesidad de contar con Internet.
Si lo comparamos solo con el caso peruano, es posible decir que se siguen caminos paralelos.
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