Este año las empresas han tenido más de un dolor de cabeza, tanto por la depreciación del tipo de cambio como por un complicado entorno de menor crecimiento económico, al que se suman otros factores. Y en ese sentido las malas decisiones financieras se han notado más.
Para el economista José Carlos Lumbreras, especialista en grupos empresariales, el crecimiento acelerado en años recientes hizo que las empresas globales no se midieran en salir a comprar otros negocios o llegar a nuevos mercados. “Esto tiene de todas maneras un costo fuerte a nivel financiero, porque nadie proyectaba que luego el crecimiento iba a ser tan bajo”, dice. “En el Perú hemos visto casos de tropiezos financieros como los de Ajegroup y Alicorp, pero con algunas transnacionales en el extranjero el tema ha sido más complicado”.
Uno de los casos más comentados en los últimos meses es el de Ingenieros Civiles Asociados (ICA) de México. Hoy sigue siendo la constructora más grande de ese país por su nivel de activos, pero es también la compañía del sector con menos valor en la bolsa mexicana. El valor de su acción ha caído en 69% en lo que va del año, de 18 a 5,4 dólares. Moody’s y Standard and Poor’s le han bajado la calificación y consideran que existe un alto riesgo para quien tenga sus acciones. ¿Qué fue lo que pasó?
ICA estaba acostumbrada a conseguir la mayoría de contratos en su país, sobre todo de concesiones de carreteras, pero desde el 2012 el ritmo de obras y de licitaciones ganadas se vino abajo. La compañía tiene una deuda aproximada de US$3 mil millones, por su alta dependencia de las obras públicas y las dificultades que tiene para que el gobierno le pague a tiempo. Pero además hay un descalce: el 53% de su deuda está en dólares y solo el 19% de sus ingresos está en la misma moneda.
Aunque no ha solicitado acogerse a un proceso concursal, ICA, que en el Perú es socia de Los Portales y lo fue de San Martín Contratistas Generales, ha hecho evidente sus problemas de dinero. En diciembre, por ejemplo, pidió un período de gracia de 30 días para pagar intereses de US$31 millones por bonos que vencen en el 2024, y aunque este plazo no es un incumplimiento, sí refleja –según Moody’s– la liquidez precaria de la empresa que no mejorará en el corto plazo. La Cámara Mexicana de la Industria de la Construcción concluye además, en un reciente estudio, que el sector ya no es uno de los motores de la economía del país y que los siguientes años serán complicados.
Sin embargo, Lumbreras apunta que el FMI y el Banco Mundial están esperando una recuperación de la infraestructura en Latinoamérica, donde hay grandes brechas y se necesita una actividad intensiva en mano de obra.
EN CONCURSO
La insolvencia de una empresa en el extranjero no tiene un efecto automático en sus subsidiarias de otros países. “Los sistemas concursales en el mundo no son para matar a las empresas porque la idea es que los acreedores y los accionistas lleguen a acuerdos, que se condonen pagos o se extiendan los plazos”, dice un especialista en reestructuración que prefirió no ser mencionado.
Guido Muñiz, socio del área de reestructuraciones del Estudio Muñiz, afirma que los sistemas legales en el mundo para tratar estos problemas corporativos han cambiado luego de lo que pasó con Enron, la compañía energética que en el 2001 se declaró en bancarrota luego de pasar de ser la más innovadora a tener contratos y contabilidad fraudulenta.
Dependiendo de los países, los procesos suelen ser hoy más rápidos y transparentes, los acreedores toman conocimiento real de lo que ocurre en la empresa y la predictibilidad se vuelve esencial: con la información correcta se puede saber hacia dónde va ese negocio y si continúa siendo viable.
“Si se llega a nombrar un nuevo consejo administrador o se quita a las personas que tomaron decisiones erradas, el banco o el proveedor puede recuperar su acreencia o disminuirle el valor para recibir el pago en menor tiempo, todo con el fin de tampoco comprometer su situación”, dice Muñiz.
CRISIS DE REPUTACIÓN
En el último tramo del año las empresas han caído también en crisis de reputación como la que ha golpeado al banco de inversión BTG Pactual. La detención de su CEO y principal accionista André Esteves derrumbó la confianza de los mercados y en poco tiempo su grado de inversión pasó a ser de ‘bono basura’. Luego de esto los socios tomaron el control del banco para distanciarlo de la figura de su fundador, investigado por el gran caso de corrupción en Brasil que involucra a Petrobras y Odebrecht.
Sin embargo, el problema sería más extenso, ya que los inversores de mercados emergentes se mostrarían temerosos de poner su dinero en un territorio inestable, donde las investigaciones podrían hacer que caigan más empresarios y políticos.
Por otro lado, Volkswagen también tropezó al descubrirse la manipulación de 11 millones de motores diésel para superar los controles anticontaminación. La empresa ha reconocido que no fue un error aislado sino el producto de una cadena de errores en la que los empleados se hicieron de la vista gorda y los procesos de control fueron débiles. “La situación es grave, pero no hundirá a la empresa”, dijo el jueves Matthias Müller, nuevo presidente del grupo.
SIN ENERGÍA
La compañía española Abengoa, que tiene 70 años y desarrolla proyectos en energías renovables (solar y eólica), infraestructura, tratamiento y desalinización de agua, entre otros, reconoció en setiembre que tenía una deuda de casi 9 mil millones de euros. ¿Cómo llegó a esta situación?
Abengoa construyó 16 plantas de energía solar en España con 4.000 millones de euros financiados en gran parte con deuda. Se esperaba obtener una alta rentabilidad, pero la crisis económica europea trajo abajo esa promesa. Para pagar las deudas la estrategia de la empresa fue crecer en el exterior, aunque dependiendo en exceso de otros créditos: sus actividades principales no generaban liquidez pero la empresa se endeudaba para ejecutarlas.
Hoy siete bancos tienen el 40% de la deuda de Abengoa. Sin salida a la vista, el 25 de noviembre se inició un proceso concursal de acreedores que tomará cuatro meses. Por lo pronto necesita de 100 millones de euros para pagos urgentes y 350 millones para el resto de los meses. La banca ha aceptado garantizar esos cien millones de euros si Abengoa los consigue de fondos de inversión.
Hay fondos especializados en invertir en empresas que están en problemas porque esperan rentabilidades más altas y pueden salir rápido si la empresa se recupera, mientras que los concursos dan un espacio de protección para que el negocio no se detenga.
Según analistas españoles, la banca no quiere que la empresa llegue al punto de una suspensión de pagos. Abengoa tiene la intención de detallar cuáles son sus activos en cada operación local y definir qué va hacer a partir de ahora para reducir gastos y solo centrarse en actividades rentables.
Por el momento la posibilidad de vender el 47% de Abengoa Yield, su filial en Estados Unidos, para obtener liquidez ha sido descartada porque la banca considera que con esto la compañía perdería valor. Aunque tampoco parece haber interesados en querer comprar.
PRECIOS Y MINERÍA
Los actuales precios de los metales, como el cobre, el hierro y otros, han hecho que el sector minero, tanto en el Perú como en el mundo, paralice inversiones o abandone proyectos.
Solo este año en el país, Anglo American devolvió Michiquillay al Estado, Buenaventura tiene cinco minas en proceso de venta y si no consigue comprador las cerrará, Glencore ha cerrado temporalmente Iscaycruz (Oyón) y vende otras operaciones de cobre en el mundo, Volcan ha pospuesto sus proyectos de inversión, Hochschild Mining hace lo mismo con el proyecto Crespo y tampoco Milpo reabre Chapi. Las compañías juniors la pasan peor, la mitad tiene operaciones paralizadas. Y no solo aquí.
En Chile, por ejemplo, hay 30 empresas de mediana minería en peligro, la mayoría de capitales nacionales, si se mantienen los precios actuales.