El acuerdo comercial que Estados Unidos y China firmaron este miércoles ha dejado una pregunta abierta: ¿asoma un ganador en la disputa entre los dos pesos pesados de la economía mundial?
A simple vista, ambas partes parecen satisfechas con el trato, presentado como la primera fase de uno mayor a negociarse a futuro.
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“Este es el trato más grande que existe en cualquier parte del mundo, por lejos”, dijo el presidente de EE.UU., Donald Trump, al firmar el pacto en la Casa Blanca.
En la ceremonia estuvieron el vice primer ministro chino, Liu He, así como varios miembros del gobierno y líderes empresariales de EE.UU. a los que el Trump mencionó uno a uno, con comentarios que fueron desde las tasas de interés hasta el golf.
El acuerdo alcanzado “es bueno para China, para EE.UU. y para el mundo entero”, sostuvo el presidente chino, Xi Jinping, en una carta a Trump leída por Liu delante de las banderas de ambos países.
Wall Street registró alzas récord tras la firma de un documento que parece poner paños fríos a una guerra comercial entre ambas potencias que pesaba sobre la economía global desde 2018.
Pero el acuerdo deja varios temas pendientes, parece lejos de acabar de forma definitiva con la disputa entre Washington y Pekín, y algunos cuestionan sus costos.
"Pasamos años de aranceles, de impacto a la economía y de incertidumbre para los inversionistas y el resultado no es nada que no se hubiera obtenido previamente sin la guerra comercial", le dice a BBC Mundo Jorge Guajardo, exembajador de México en China y actual consultor de la empresa McLarty Asociados en Washington.
Qué logró EE.UU.
En un año en que buscará la reelección, Trump puede señalar logros concretos en el pacto que firmó con Pekín tras haber prometido mayor firmeza comercial durante la campaña de 2016.
Uno de los compromisos de China en el acuerdo es que comprará US$200.000 millones adicionales en bienes estadounidenses en los próximos dos años.
Esto incluye desde productos agrícolas hasta industriales, así como energía y servicios financieros.
Se prevé además que Pekín reduzca algunos aranceles que colocó al ingreso de productos de estadounidenses.
China también aceptó fortalecer las protecciones de propiedad intelectual, otra demanda de EE.UU., que acusaba al gigante asiático de desatender las normas internacionales en patentes para falsificar o piratear productos por miles de millones de dólares.
Por otro lado, Trump mantendrá vigentes los aranceles por US$360.000 millones que ha puesto a bienes chinos, como arma de negociación en la siguiente etapa.
"Dejaremos los aranceles, pero aceptaré quitar esos aranceles si podemos hacer la 'fase dos'", dijo el mandatario.
También recordó su promesa electoral de ser más firme con Pekín y sostuvo que cumplió con ella a diferencia de sus antecesores.
De paso, Trump calificó como un "fraude" el proceso de impeachment al que ha sido sometido en el Congreso, donde es acusado de ejercer presión indebida sobre Ucrania para obtener beneficios políticos personales e intentar obstruir las investigaciones.
La ceremonia en la Casa Blanca transcurrió justo mientras la Cámara de Representantes controlada por la oposición demócrata aprobaba el envío de los cargos contra Trump al Senado y nombraba a los “fiscales” del juicio político que también puede pesar en las elecciones de noviembre.
Como parte del acuerdo con Washington, Pekín se comprometió además a abstenerse de depreciar artificialmente su moneda para volver más atractivas sus exportaciones.
¿Significa todo esto que Trump ha logrado prevalecer en su pulso con el gigante asiático?
No tan rápido, advierten expertos.
"No lo veo como un triunfo para ninguna de las dos partes", señala Guajardo. "Deja los asuntos que dieron causa a la guerra comercial pendientes".
Que logró China
De hecho, Pekín cedió en algunas áreas pero evitó hacerlo en determinados pilares de su avance económico global en los últimos tiempos.
Por ejemplo, el acuerdo dejó fuera los subsidios chinos a determinadas industrias, como advirtieron algunos interesados.
“El acuerdo no hace absolutamente nada para reducir los subsidios de China a sus fabricantes. Todos esos ‘hombres y mujeres olvidados’ en las fábricas estadounidenses han sido, una vez más, olvidados”, indicó Scott Paul, presidente de la Alianza para la Manufactura de EE.UU., en su cuenta de Twitter.
Otro tema sin acuerdo es la ciberseguridad, pese a que Washington buscaba garantías de Pekín contra el hackeo de empresas, aunque China sí aceptó abstenerse de exigir las compañías estadounidenses acceso a su tecnología para operar en su mercado.
Trump se comprometió por su lado a reducir algunos aranceles que aplicó a productos chinos.
Son precisamente los gravámenes de Trump a las importaciones chinas otro factor de controversia interna en EE.UU. ya que sus costos están siendo transferidos a empresas o consumidores locales y no totalmente a Pekín como prometió el presidente.
Más aún, algunos expertos advierten que el pacto de Trump para vender más productos estadounidenses a China se aparta de la vieja política de Washington de dejar que esos asuntos los resuelva el libre mercado y difícilmente podrá alterar por sí mismo el déficit comercial que tanto inquietaba al presidente.
Eswar Prasad, profesor de política comercial en la Universidad Cornell, señaló que varias de las concesiones de China afectan áreas donde sus reformistas buscaban cambios y su economía tenderá a fortalecerse con un aumento de la competencia en sectores como la banca o una mayor protección de la propiedad intelectual.
"Mientras que Trump y su equipo celebran su 'victoria' sobre China, no esperen mucha fanfarria de nadie más", escribió Prasad en el diario The New York Times este miércoles.
“El acuerdo comercial limita algunos daños a corto plazo para la economía (de EE.UU.), pero China podría terminar siendo el ganador cuando el polvo se asiente”.