Somos inútiles cuando se trata del proceso de contratación. En el fondo sabemos que es verdad, pero tenemos que fingir que no es así porque gastamos demasiado tiempo y dinero en este proceso y porque queremos hacerlo bien. Pero en realidad nunca sabemos si los candidatos que escogemos van a funcionar –a veces resultan ser increíbles, a veces son un desastre, y la mayoría de las veces caen dentro de estos dos extremos.
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El último en recordarnos cuán estúpidos somos al contratar es Laszlo Bock de Google, quien la semana pasada escribió un mensaje en LinkedIn señalando que los currículum vitae son una pérdida de tiempo.
Lo que la gente escribe sobre sí misma en los CV es generalmente una insensatez y aunque esta información contenga alguna verdad, los empleadores no saben qué hacer con ella. Los CV son inútiles al igual que las entrevistas (como yo misma he escrito a menudo), y las referencias son totalmente ineficaces.
Al igual que el empleador hace su selección a ciegas, también lo hace el candidato. Todas las descripciones de empleo son formularias y no dan ninguna indicación de lo que consiste el puesto ofrecido. Tiene que haber una mejor manera de hacer esto –y según el Sr. Bock, sí existe-. Se encuentra en los datos. Si uno pudiera recoger suficientes datos detallados sobre la persona y el empleo, siempre resultaría en combinaciones perfectas. Varias empresas, incluso Google, están desarrollando este sistema, por lo cual posiblemente nos aguarda un nuevo mundo feliz en el cual los CV se podrán echar a la basura y todo el proceso de reclutamiento se convertirá en una tarea fácil.
Mientras tanto, yo tengo una alternativa más sencilla que no requiere recoger una gran cantidad de datos siniestros sobre la gente. El único problema con mi propuesta es que todavía no existe, ya que se me acaba de ocurrir.
La idea me vino la semana pasada cuando estaba charlando con una persona joven que conozco. O más bien yo era la única que estaba charlando, porque ella estaba ocupada en Tinder.
En caso de que existan algunos lectores del Financial Times que no hayan oído de esta aplicación, es la forma favorita entre los jóvenes y solteros de encontrar posibles compañeros. Es una aplicación sencilla y adictiva: subes tu foto, edad y nombre, y entonces te muestran fotos de posibles personas de la edad correcta que viven cerca de ti. Si te gustan, haces “swipe” hacia la derecha; si ellos están de acuerdo, entonces ambas personas pueden comenzar a intercambiar mensajes.
Después de todo, la decisión depende de los individuos mismos. Pueden decidir reunirse. Pueden elegir tener relaciones sexuales o no –o hacerse novios y terminar casados-. Pase lo que pase, es inmediato. Es divertido. Y mi joven amiga me dice que los hombres que termina conociendo no son menos adecuados que los hombres producidos por canales más tradicionales.
Si funciona tan bien para las citas románticas, ¿por qué no para la contratación? Seguramente existe un mercado para una aplicación –vamos a llamarle Tinderln– que pudiera ser una manera rápida y eficiente de conectar a individuos con empleos. En vez de poner un CV en LinkedIn, la persona daría una foto (probablemente sentada ante una computadora, o haciendo algo vigoroso, o riéndose a carcajadas) más una brevísima descripción en, digamos, 140 caracteres o menos. Yo sería “Columnista Financial Times. Directora de empresa. Da discursos”.
Por su parte, el empleador tendría 140 caracteres para decir algo sobre el trabajo. Entonces, si ambas partes hacen “swipe” a la derecha, podrían comenzar un instantáneo intercambio de mensajes. El enérgico flujo de preguntas y respuestas sería más rápido, sencillo y natural que una entrevista y, si todo sale bien, el próximo paso sería un breve encuentro en la oficina. Asumiendo que a ambas partes les gustara lo que vieron, la persona podría entrar a trabajar. Más tarde, se firmaría un contrato permanente. O no. Si una de las partes perdiera el ánimo en cualquier momento, se regresaría a Tinderln, sin resentimientos.
Con esta aplicación desaparecerían todas las monótonas formalidades. No habría más solicitudes gratuitas. No más esperar cartas de rechazo.
Lo mejor de todo es que el proceso sería mucho más honesto. La mayoría de las contrataciones están diseñadas para un mundo caduco en el cual los empleos eran parte de la empresa, si no de por vida, por un largo tiempo. En Tinderln la infidelidad de los empleados sería algo explícito. Nadie tendría que reclamar haber llevado toda una vida cultivando una pasión por unirse a UBS o P&G.
Otra ventaja de Tinderln es que la ubicación recibiría la atención que merece. La aplicación mostraría a los empleadores que quedaran cerca de los posibles empleados, una consideración que los empleados ignoran sin pensarlo. Nadie sabe si le va a gustar un trabajo, pero un viaje corto a la oficina siempre es una gran ventaja.
Uno podría objetar que las fotos no tienen lugar en Tinderln ya que la apariencia es irrelevante en la mayoría de los empleos. No estoy de acuerdo. La selección de imágenes da una (pequeña) idea sobre los individuos involucrados en la conversación. Empezar por ahí es tan útil como cualquier otra estrategia.
Es posible que Tinderln no funcionaría. Pero no puede ser peor que el arreglo actual. Y tendría la extraordinaria ventaja de que buscar empleo y buscar empleados –hoy día las dos actividades que más destruyen el alma– podrían convertirse en un proceso divertido.