El pasado agosto distintos expertos en eficiencia energética se reunieron en Managua (Nicaragua) para evaluar la situación del consumo de energía de la región. Un dato llamó la atención: desde 1990 Latinoamérica solo había reducido un 0,2% anual su consumo de energía hasta hoy (respecto a la misma cantidad de producción de ese año, es decir, sin considerar la capacidad de energía agregada). La cifra es bastante pequeña más aun porque las metas de uso eficiente de los países de la región estaban por encima del 15%.
La Organización Latinoamericana de la Energía (Olade) indica que este porcentaje responde a que la región aún no ha incorporado tecnologías eficientes que permitan desplazar el parque actual de electrodomésticos, vehículos y equipos. Esto es, que tenía un parque devorador de energía, por lo tanto ineficiente. La organización rescató que solo tres países tenían logros bastante significativos: México, Brasil y Ecuador.
¿Qué significa ser eficiente energéticamente? Es consumir menos energía para obtener un mismo servicio (hacer lo mismo con menos). Esto a su vez tiene una serie de beneficios, reduce la construcción de nuevas centrales, es pagar menos por la energía y a la vez colaborar con el ambiente.
En el Perú estaríamos lejos aún de ser eficientes, comenzando porque el último balance de energía útil, que refleja la proporción de energía que se está usando eficientemente, data de 1998 e indica que el 34% del total de la energía producida era medianamente bien usada. Esto prácticamente significaría que el 66% de la energía se usa ineficientemente.
Carlos Cáceres, coordinador nacional de Transformación del Mercado de Iluminación del Perú, indica que este año el Ministerio de Energía y Minas (MEM), debe estar realizándo un concurso para actualizar esa información y saber la eficiencia por sectores económicos.
Un país que promueve reglas de eficiencia energética usualmente apunta a fomentar el ingreso de productos cuyo consumo de energía es menor. En Europa y EE.UU. esto ya es una regla. Por lo que probablemente, al no serlo en varios países de Latinoamérica, es probable que estemos recibiendo productos altamente hambrientos de energía.
Una política de energía eficiente no veta el ingreso de mercadería, pero sí promueve prácticas como el etiquetado para dar a conocer a los consumidores cuán eficiente es el producto que están adquiriendo, así es el mercado el que se encarga de rechazar al ineficiente.
En México y Brasil el etiquetado de todos los productos, en especial los electrodomésticos, ya es una norma. No hay producto que no tenga la reconocida etiqueta que indique cuán eficiente es. Usualmente los productos de clase A (los más eficientes) tienen un consumo de energía inferior al 55% del consumo medio de la categoría. Es decir si quiere comprar una refrigeradora, la que tenga etiqueta Clase A, será la ‘non plus ultra’ en consumo de energía respecto a las demás refrigeradoras. Podría costar un poco más, pero a la larga pagará su costo en un recibo de luz menos caro.
En Chile y Colombia el etiquetado también ya ha sido implementado. En el país del sur incluso se ha implementado en el sector transporte desde enero del 2013. Es decir, los vehículos en venta también tienen etiquetas y es voluntario para el caso de viviendas.
En los países europeos el etiquetado es obligatorio aún en la venta de las casas, deben demostrar ser eficientes energéticamente probando ser arquitectura bioclimática (que adapta la vivienda para aprovechar el máximo la luz natural y la ventilación), hasta aquellas que aplican la tecnología “domótica” con el control de la iluminación y aire acondicionado vía sensores.
LO QUE SE DESPERDICIA
Si bien el Perú aún se encuentra retrasado en la implementación obligatoria del etiquetado, sí ha tenido algunos avances. Iris Cárdenas, directora de la Dirección General de Eficiencia Energética, indica que desde el 2000 ya existe una Ley de Eficiencia Energética (reglamentada en el 2009) que indica una serie de actividades. Una meta por ejemplo es llegar al 2020 con un ahorro de energía del 15% de lo que se estima. Es decir, si para ese año se considera que la demanda será de 10.000 gigawatts /hora, sedeb lograr consumir 8.500 Gw/h.
La ineficiencia está por todos lados. Se desperdicia energía en el sector industrial, porque sencillamente se tiene acceso a fuentes de energía barata como el gas natural. Cáceres indica que “muchas empresas podrían usar los gases de escape de 900 mil grados centígrados y aprovechar para hacer cogeneración eléctrica”. Sin embargo, las empresas usualmente orientan sus inversiones a ampliar sus operaciones en líneas propias de su ‘core business’.
Por donde se le mire, el sector transporte es el más ineficiente. Cárdenas explica que en este caso no solo se requiere de renovar el parque automotor, sino de “enseñarles a manejar a nuestros choferes, frenar a cada rato es ya ser ineficiente; crear la infraestructura adecuada, como por ejemplo colocar semáforos inteligentes y evidentemente la homologación de los vehículos. Saber cuál es el consumo de energía que demanda por cada auto”, señala.
Recientemente se ha renovado el Comité Multisectorial de Eficiencia Energética, donde intervienen representantes del sector transporte y autoridades para ver cómo implementar un plan de eficiencia energética en el sector. Indica que incluso se evalúa la posibilidad de hacer horarios diferenciados para el ingreso de escolares y trabajadores, para descongestionar el tránsito y reducir el consumo de energía, el que sería una resultante del primero.
Esta última medida se aplica en Colombia, donde el volumen considerable de vehículos sobre todo en su capital, Bogotá, ha generado también que se implemente el sistema de ‘pico y placa’ desde 1998, lo que exige una asignación por día para que los vehículos puedan circular. En Brasil, también se aplicó una medida similar (‘pico e prato’) por algunos meses.
Para Cárdenas el ‘pico y placa’ no resulta debido a que las personas suelen comprar hasta dos vehículos y la congestión se mantiene.
Otra medida también es el adelanto de horario, tal como se hace en Europa, y en los años 80 en el Perú, pero el sistema aún no comprueba que sea una medida adecuada.
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