El presidente Donald Trump dijo el miércoles durante una conferencia en la Casa Blanca que Estados Unidos ya no necesita petróleo del Medio Oriente, pero las refinerías estadounidenses aún usan el tipo de petróleo que produce la región.
Gracias al auge de la producción de shale, EE.UU. redujo el año pasado las importaciones desde el golfo Pérsico a un mínimo de 30 años. No obstante, el crudo de Oriente Medio representa más de 10% de las importaciones estadounidenses. Debido a los nuevos récords de producción de petróleo establecidos en la cuenca Pérmica, motor de crecimiento energético del país, la menor dependencia estadounidense del crudo de Oriente Medio no está a punto de revertir su curso.
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Antes de la "revolución del shale", como la llaman las petroleras estadounidenses de perforación, las refinerías de la costa del golfo Pérsico invirtieron millones de dólares para procesar petróleo pesado relativamente barato de Medio Oriente y América Latina. Al mismo tiempo, el shale es mucho más liviano y bajo en azufre en comparación con el suministro del golfo Pérsico, y no es ideal para la mayoría de las refinerías estadounidenses.
Las fuentes de suministro de crudo pesado se han limitado desde que EE.UU. impuso sanciones al petróleo venezolano y se comenzó a observar una decreciente producción mexicana y limitaciones logísticas canadienses. Luego de las sanciones ya impuestas a Irán, los compradores aún dependen de otros productores del golfo Pérsico.