El mayor banco de Suiza, UBS, compró a su rival en dificultades, Credit Suisse, con importantes garantías del gobierno del país, en un intento de “restaurar la confianza” tras varios días de tormenta en los mercados mundiales.
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La compra será por valor de 3.000 millones de francos suizos (3.020 millones de euros, 3.200 millones de dólares) en acciones de UBS. Credit Suisse valía el viernes unos 9.000 millones de francos.
“Esta es la mejor manera de garantizar la confianza”, declaró el presidente suizo, Alain Berset, en una rueda de prensa el domingo por la noche en Berna.
Esta solución “no solo es decisiva para Suiza (...) sino para la estabilidad de todo el sistema financiero mundial”, afirmó Berset junto a los presidentes de los dos gigantes bancarios, Colm Kelleher (UBS) y Axel Lehmann (Credit Suisse).
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Por su parte la ministra de Finanzas, Karin Keller-Sutter, declaró que la quiebra de Credit Suisse podría haber causado “daños económicos irreparables”.
“Por esta razón, Suiza debe asumir sus responsabilidades más allá de sus fronteras”, aseguró.
“Era la única solución”, de lo contrario habría habido que nacionalizar el banco “al menos temporalmente”, añadió la ministra.
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La fusión de los dos gigantes bancarios, que forman parte del grupo de 30 bancos considerados clave en el sistema financiero mundial, debía completarse a tiempo para la apertura de los mercados asiáticos.
La esperanza es que el anuncio sea suficiente para evitar un pánico generalizado.
Bancos bajo tensión
La presidenta del Banco Central Europeo, Christine Lagarde, elogió el domingo la “rápida actuación” de las autoridades suizas, y en Estados Unidos, el Tesoro y el Banco Central también acogieron con satisfacción el anuncio.
El sector bancario está sometido a tensiones desde que los principales bancos centrales subieron bruscamente las tasas de interés en un intento de controlar la inflación.
Muchas instituciones no supieron prepararse tras años de acceso a dinero barato.
La quiebra del Silicon Valley Bank en Estados Unidos y de otros bancos regionales aumentó la ansiedad de los inversores y provocó la crisis en otras entidades consideradas débiles.
Es el caso de Credit Suisse, lleva dos años inmerso en varios escándalos no resueltos pese a los esfuerzos de su dirección, que anunció un plan de reestructuración de tres años.
El miércoles el banco central suizo anunció un paquete de rescate de 50.000 millones de francos (54.000 millones de dólares) tras un día negro en la bolsa, pero la medida solo dio al banco un breve respiro.
Los reguladores y el gobierno federal actuaron bajo la inmensa presión de los principales socios económicos de Suiza para sanear la situación antes de que contagiara al mundo entero.
Según el Financial Times y Blick, los clientes del banco retiraron 10.000 millones de francos (10.800 millones de dólares) en depósitos en un solo día a finales de la semana pasada.
Garantías
UBS, que tardó varios años en recuperarse de la crisis financiera de 2008 y de un rescate estatal masivo, está empezando a recoger los frutos.
Por eso fueron necesarios muchos esfuerzos por parte de las autoridades antes de que la dirección del banco aceptara asumir el papel de rescatador de Credit Suisse.
Para hacer frente a la situación, UBS se beneficiará de una garantía gubernamental de unos 9.000 millones de francos suizos (9.750 millones de dólares) que sirve de seguro si se descubren problemas, dijo Keller-Sutter.
“Vamos a eliminar riesgo”, dijo el presidente de UBS, aludiendo en particular al banco de inversión de Credit Suisse, una de las fuentes principales de los problemas de la entidad.
El banco central concederá además una línea de liquidez de hasta 100.000 millones de francos suizos (108.000 millones de dólares) a UBS y Credit Suisse.
UBS también se hará cargo de la rama suiza de Credit Suisse, una de las partes rentables del grupo, que sin embargo perdió 7.300 millones de francos el año pasado y aún prevé pérdidas “sustanciales” en 2023.
Esta rama incluye la banca minorista y los préstamos a pequeñas y medianas empresas.
El domingo, el sindicato de empleados de banca suizo “exigió” la participación de los interlocutores sociales en las discusiones, dado lo “enorme” que está en juego en la compra, que podría suponer la pérdida masiva de puestos de trabajo.
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