Tecnología danesa impulsa uso racional de energía en ciudades

Antes que los líderes de China declararan su “guerra contra la contaminación” en marzo, ya habían reclutado ayuda del exterior. La ciudad norteña de Anshan, capital de la industria del hierro y del acero en China, había sido elegida como el campo de batalla inicial en la campaña contra el aire venenoso. Sin embargo, los chinos carecían del conocimiento para limpiar una ciudad con 3,5 millones de habitantes, ahogada por el dióxido de azufre.Follow @PortafolioECpe !function(d,s,id){var js,fjs=d.getElementsByTagName(s)[0],p=/^http:/.test(d.location)?'http':'https';if(!d.getElementById(id)){js=d.createElement(s);js.id=id;js.src=p+'://platform.twitter.com/widgets.js';fjs.parentNode.insertBefore(js,fjs);}}(document, 'script', 'twitter-wjs');

Para conseguir las respuestas, se dirigieron a una nación que ha reducido el consumo de energía y las emisiones peligrosas mientras mantiene un continuo crecimiento económico: Dinamarca.

Para este país de 5,6 millones de habitantes, ha sido abrumador el interés por parte de la jerarquía comunista de una superpotencia con más de 200 veces su población. La reducción del 40% de las emisiones de carbono en Copenhague desde 1990 la ha convertido en una vitrina verde para las delegaciones chinas. Un poco aturdidos, los funcionarios de la capital danesa sostienen que ahora reciben a grupos de curiosos de los municipios chinos prácticamente cada semana.

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Los chinos firmaron un contrato con Danfoss, una empresa de ingeniería local, durante una visita del presidente Hu Jintao a Copenhague en junio de 2012, para ayudar a Anshan a terminar con su debilitante hábito de uso de carbón.

Danfoss fue elegida debido a su experiencia en un campo en el que los daneses son líderes mundiales: la mejora en la eficiencia de las redes masivas de calefacción urbana. Las empresas de calefacción de Dinamarca, que alguna vez fueron consideradas como aburridos fabricantes de termostatos y válvulas, ahora  se encuentran a la vanguardia de la mayor tendencia estratégica y ambiental en todo el mundo.

CALEFACCIÓN URBANA
La tecnología, conocida como calefacción urbana, toma el calor que de otro modo se perdería de las centrales eléctricas o de las fábricas y lo utiliza para calentar el agua. El proceso se ha usado en Dinamarca durante décadas, pero ahora está captando la atención mundial. “Nunca pensamos que algún día tendríamos una ciudad en vitrina”, dice Niels Christiansen, presidente ejecutivo de Danfoss. “No fue planeado; simplemente sucedió. Impulsamos la calefacción urbana y ahora tenemos las soluciones más modernas”.

Mientras las principales economías tratan de controlar los costos de energía y las emisiones, aún no descubren la avalancha en costos que trae la calefacción ineficiente. Según la ONU, el 70% de toda la energía se consume en las ciudades, donde la mitad de ella se usa en las redes de calefacción y refrigeración. Es por ello que ciudades desde Londres hasta Darkhan en Mongolia están súbitamente dirigiendo su atención a Copenhague para que sea su modelo de eficiencia.

Anshan se ha convertido en un típico ejemplo de todo lo que representa el “modelo de Copenhague”. En vez de dar calefacción en hogares y oficinas con calderas de carbón, la ciudad ahora utiliza el calor residual de su fábrica central de acero, aprovechando la energía que normalmente desaparece por las chimeneas. Para el año 2015, Anshan deberá quemar 173.000 toneladas menos de carbón cada año y Danfoss dice que se pueden ampliar las redes de tuberías de agua caliente para reducir el consumo anual de carbón en 1,2 millones de toneladas.

En términos de uso total de carbón en China –alrededor de 4 mil millones de toneladas al año– Anshan es un modesto inicio. Pero Danfoss insiste que hay tal concentración de industria pesada en el noreste de China que los vapores residuales pueden ser canalizados para dar calefacción al 70% de los edificios de la región.

En Asia, la atención se ha centrado en la contaminación anticipándose a la cumbre del cambio climático en París el próximo diciembre. En Europa, el tardío interés de los principales responsables políticos en sus redes de calefacción ineficientes y con fugas ha sido ocasionado por la crisis en Ucrania, que ha expuesto abiertamente su dependencia del gas ruso.

Los políticos y los empresarios daneses son fanáticos al promover sus tecnologías de calefacción “4G” como una solución. Morten Kabell, uno de los alcaldes de Copenhague, bromea diciendo que estaría “en el extranjero todo el año” si aceptara todas las invitaciones para salir a difundir “el modelo de Copenhague”. Mientras que el carbón sigue siendo una parte importante del mix energético de Dinamarca, las redes de calefacción “inteligentes” incorporan cada vez más energía renovable, geotérmica y residual. El país tiene la intención de prescindir totalmente de la calefacción con combustibles fósiles para el 2035.

Luego de años en el último lugar de la agenda, la ONU en 2014 identificó la mejora de las redes de calefacción como una de las armas más efectivas contra el cambio climático. En septiembre, la ONU instó a los alcaldes a dar prioridad a las redes de calefacción modernas que podrían reducir la inversión en sistemas de energía en todo el mundo en un 7 % para el 2030 y ahorrar US$ 795 mil millones.

HISTORIA DE ÉXITO
Christiansen señala que la obsesión de Copenhague con la calefacción eficiente empezó durante la crisis del petróleo en la década de los 70. Dinamarca recibió un golpe tan fuerte que se prohibió manejar autos los días domingos. Dinamarca amplió su inversión en calefacción urbana, un proceso poco conocido en muchas de las principales economías mundiales.

Aunque la idea básica no es nueva –usar energía que de otro modo se perdería en calentar agua, que luego se bombea hacia todos los vecindarios de la ciudad–, su eficiencia parece adelantarse a su tiempo. La red de Copenhague, lanzada en 1925, se ha convertido en la más grande del mundo y ahora brinda calefacción al 98 por ciento de los hogares.

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