Hay sectores que están sorteando mejor la crisis actual y otros que, por la propia naturaleza de su actividad –turismo, hostelería, entretenimiento, restauración, entre otros-, se han visto más golpeados. Y, en este contexto, las empresas familiares – que en su gran mayoría son mypes- han sido de las más afectadas por la pandemia.
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Pero, ¿qué tan grande ha sido el impacto del COVID-19 y a cuántas ha alcanzado? Paul Romero, vicepresidente de la Asociación de Empresas Familiares del Perú, revela que del universo de empresas en el Perú (2,3 millones) el 80% son familiares, es decir, 1,84 millones aproximadamente, y de este total alrededor de un millón (60%) tuvo que parar parcial o totalmente sus actividades durante la cuarentena.
“Esta cifra de alguna manera da cuenta de la dimensión de esta crisis que ha trascendido de lo sanitario a lo económico, de la cual lamentablemente muchas organizaciones no podrán sobreponerse y desaparecerán del mercado”, refiere.
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Asegura que la continuidad dependerá del momento financiero en el que se encontraba la firma cuando se desató la pandemia, del sector en el que participa y de qué tan bien organizada está internamente.
“Recordemos que en su mayoría son marcas pequeñas, que no cuentan con protocolos familiares, o los tienen pero no los aplican (cuya implementación y uso fomentamos desde la asociación) y tampoco están profesionalizadas”, acota.
SUCESIÓN Y CONFLICTOS
Romero, además, indica que a raíz del nuevo coronavirus algunas empresas han decidido retrasar su proceso de sucesión, sobre todo porque el directorio considera que el fundador, por la mayor experiencia, puede manejar y enfrentar de mejor manera la complicada situación económica que atravesamos.
No obstante, hay otras organizaciones que, por el contrario, han preferido adelantar la sucesión y dar ya este paso, especialmente, en situaciones en las que su líder es considerado población vulnerable ante el COVID-19.
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Remarca que, en general, solo el 30% de las empresas familiares pasa a la segunda generación y apenas el 10% a la tercera generación. La inclusión de profesionales calificados que no sean de la familia es clave para evitar conflictos.
“No hay datos exactos, pero sí existe una mayor conciencia a incorporar a terceros externos a la familia, especialmente en los directorios”, afirma.
De otro lado, advierte que, las compañías que hayan obtenido recursos del programa Reactiva pueden presentar discrepancias a su interior, ya que este beneficio les impide distribuir dividendos o utilidades durante la vida del préstamo, salvo a los trabajadores.
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“De no tener un directorio profesional e independiente, lo cual es un paso fundamental, los problemas pueden agudizarse aún más, especialmente, con los miembros de la familia que no trabajan en la empresa y solo viven de lo que esta genera”, señala el representante gremial.
Se estima que las empresas familiares contribuyen con más del 40% del producto bruto interno (PBI) y que generan entre el 60% y 70% del empleo en el país.
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