España celebra la caída del precio del petróleo, combustible que, como el Perú, mayoritariamente importa, solo que en su caso, los consumidores (empresas y ciudadanos en general) sí se benefician.
Según el diario El País, el año pasado la factura energética se encogió 30% y se estima que por cada caída del 10% en el precio del petróleo, el PBI añade un crecimiento de entre 0,1% y el 0,15%.
BBVA indica que con una caída del 30% en el precio del petróleo—la estimada para 2016—, el repunte en el PIB debería ser de un 1% en el primer año y del 1,5% en el segundo.
José Domingo Roselló, del Instituto Flores de Lemus, calcula por su parte que esta reducción del 30% liberará más de 4.300 millones de euros que de otro modo se gastarían en carburante, y añadirá cuatro décimas de crecimiento.
En el Perú, el traslado de esta reducción del petróleo a menores costos de energía no es muy rápido debido a los contratos firmados con las empresas de energía que le dan un significativo peso a la evolución del dólar. Como el tipo de cambio se ha devaluado más de un 12%, las tarifas de energía eléctrica más bien han subido.
Una explicación similar se plantea en el caso de los combustibles: en el Perú, la devaluación no permite una mayor reducción de los precios.