Hoy en día, si no estas en tu casa a la hora de ese partido crucial de fútbol no hay drama, porque lo ves en Internet. Pasó con el mundial: si tenías un celular de última generación con la respectiva antena y una señal 4G podías verlo en vivo sin problema. Si no era así, lo resolvías conectando a Internet la PC, o vía WiFi si hablamos de laptop o tableta.
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Y es que el consumidor promedio mundial ya sabe que para ver televisión en vivo o en diferido no necesita una pantalla de 40 pulgadas y un sofá, porque los contenidos están por donde el va y casi podría decirse que caminan con él en múltiples tamaños de pantalla, que van desde las 3 hasta las 15 pulgadas.
Si hablamos en términos numéricos basta revisar el último estudio que publicó Adobe en donde se calcula que el consumo de TV Online ha crecido un 388% en el último año, lo cual significa que más gente que nunca ha visto TV usando la señal de Internet ya lo hace. Además, el citado informe refiere que las consolas de juego obtuvieron el mayor porcentaje de cuota del mercado y las apps (aplicaciones móviles) de Android superaron a los navegadores de escritorio como puntos de acceso para ver Tv en línea.
"Los hábitos de consumo de contenidos de los usuarios está cambiando rápidamente", estima Jeremy Helfand, vicepresidente de Primetime de Adobe. Según él, los espectadores buscan de forma personalizada su contenido audiovisual en un mayor número de canales y dispositivos (smartphone, phablet, tableta, dos en uno, etc.) sin comprometerse con uno u otro y eso significa que los broadcaster y sus anunciantes deberán transformar sus estrategias digitales para acompañar a sus consumidores en todos esos medios.
Lo que sucede es que estamos ante una nueva convergencia entre Internet y televisión a la que hay que acomodarse, asegura Carlos Dávila, analista regional de IDC. El consumo de contenidos, aclara, ha venido creciendo de manera sostenida y esto ha fomentado el crecimiento de los proveedores Over-The-Top (OTT), es decir aquellas empresas que desarrollan negocios sin tener que cargar con los costos de la infraestructura de conectividad necesaria, como por ejemplo la hoy millonaria -en ingresos y usuarios- de Netflix o el mismo Youtube.
Los operadores de televisión paga (recibida vía cable coaxial o satélite), afirma Dávila, no son ajenos a esta realidad y están reaccionando, no solo convirtiéndose en proveedores de Internet inalámbrico, como DirecTV, sino llevando sus contenidos a los nuevos canales, los cuales han dejado de ser una etérea amenaza futura para convertirse en competidores reales tanto a nivel mundial como regional.
La convergencia de estas tecnologías abrirá paso a la convivencia de estilos, pero terminará en un futuro no tan lejano en toda una revolución donde primará el mundo online. Así lo estima Pablo Bello, secretario general de AHCIET (Asociación Iberoamericana de Centros de Investigación y Empresas de Telecomunicaciones), quien sabe que los cambios en los patrones de consumo no son solo europeos o norteamericanos, sino también latinos, y conllevarán a que, tras ese inevitable periodo de convivencia, el consumo de productos televisivos sea mayoritariamente online.
Sin embargo, aclara, “ese avance de la TV Online no debiera suponer una preocupación grave para las grandes cadenas tradicionales si saben aprovechar las oportunidades que brinda la red para ofrecer distintas ofertas a sus clientes”. Cuestión de amoldarse, porque la revolución no es en la forma de hacer TV sino en los medios que se usan para transmitirla.
TODOS SE MOJAN
En el mundo, según Adobe, las redes de difusión y de cable con ofertas directas al consumidor para TV online ya vieron crecer su audiencia mensual un 146% año contra año en todos sus canales de televisión en línea, casi tres veces más de lo que crece mensualmente la audiencia general de este medio, lo cual nos podría inducir a creer que sus movimientos están teniendo una buena acogida. De hecho, en Estados Unidos ya hay 105 canales de TV online que impulsan más de 300 sitios de televisión en línea y apps.
¿Y qué pasarán el Perú?
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