En esta coyuntura crítica muchas organizaciones se están adaptando y otras, reinventando. Nos toca optimizar sin demora nuestros perfiles profesionales y prepararnos asertivamente para tener espacio en el nuevo escenario laboral.
Comparto 11 ideas para tener muy presentes:
1. Identificar con lucidez nuestras habilidades y capacidades. Sin perder tiempo debemos tratar de cerrar las brechas entre las habilidades que tenemos y las que nos faltan, para estar verdaderamente vigentes frente al reordenamiento organizacional.
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2. Focalizarnos en desarrollar las habilidades humanas más demandadas. Resiliencia, empatía, flexibilidad, adaptabilidad, liderazgo para inspirar y movilizar, creatividad, trabajo en equipo, comunicación oral y escrita, asertividad. Ética y valores intachables.
3. Atrevernos a hacer y aprender cosas nuevas. Salir de la zona de confort, dejar el ego de lado y tomar el riesgo de equivocarnos varias veces sin tirar la toalla. No tratar de aprender más rápido es hoy muy perjudicial, sobre todo en lo digital.
4. Tener nuestro currículo al día. El currículo sirve para monitorear el avance de nuestra carrera y registrar logros, resultados cuantificados y el valor que agregamos. Actualizarlo solo para buscar trabajo es un error que se paga caro.
5. Visión empresarial de nuestros servicios. Entender y conducir la diaria venta de nuestros servicios profesionales como nuestro mejor negocio propio –retador y lucrativo– nos impone esa sensación de urgencia necesaria para no paralizarnos.
6. Conocer nuestros diferenciadores. Frente a tanta competencia es vital conocer y hacer evidentes –con sencillez y sin arrogancia– nuestros diferenciadores. Para eso, fortalecerlos y saber comunicarlos con calidez y autenticidad es imperativo.
7. Energía y buen ánimo. Ante tantas personas negativas o sobrepasadas por la situación, nuestra buena disposición para ayudar, entusiasmo por los retos, optimismo y genuina actitud positiva son nuestra mejor tarjeta de presentación.
8. Confianza y reputación. En esta realidad de recursos recortados, la integridad de nuestra conducta será cada vez más visible, transparente y valorada. La confianza, corrección y lealtad son y serán la esencia misma de nuestra reputación.
9. Perfil optimizado en redes sociales. El mundo virtual no es un mundo paralelo con reglas distintas. Antes de postear en redes, conviene siempre pensar si esa publicación es coherente con lo que somos y queremos mostrar de nosotros.
10. Foco en contribuir. La calidad de los resultados que generamos y la velocidad con la que trabajamos evidencian si nuestros servicios son necesarios, relevantes o si serán o no demandados.
11. Ampliar la red de confianza. Son las relaciones auténticas, genuinas y desinteresadas las que nos ayudan a que el “boca a boca” de nuestra reputación y vigencia se propale positivamente. Y, ampliar la red, es hoy más fácil y eficiente si lo hacemos bien por videoconferencia e, idealmente, por Zoom.
La nueva normalidad viene compleja y retadora. Nuestra mejor actitud positiva será determinante para adaptarnos bien, mejorar nuestro perfil profesional y avanzar más rápido sin mirar atrás.
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