Sector construcción
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Es claro que para el empresariado el entorno del 2018 se ha redefinido rápidamente en materia de proyecciones para la actividad económica. No es para menos. Los problemas vinculados a la posible vacancia presidencial, las novedades alrededor de las implicancias del escándalo Odebrecht y la escasa madurez de nuestro frente político nos harán sentir su impacto sobre las perspectivas de inversión y consumo para este año. Esto es una realidad.

Todos estábamos alineados en la posibilidad de experimentar un crecimiento de nuestro PBI de alrededor del 4%. Los vientos soplaban a nuestro favor. Lo señalamos a través de El Comercio hace un tiempo. Los precios de los metales se recuperarían en un contexto de nuevo aire del crecimiento internacional y la perdida de términos de intercambio experimentada por casi cinco años consecutivos se transformaba en una clara recuperación esperada de los mismos para los tres siguientes.

Si a ello le adicionábamos el impulso a la expansión del gasto en el contexto de la necesaria reconstrucción del norte, la ejecución de la infraestructura para los Panamericanos, el destrabe parcial de las APP y una ejecutoria mínima de parte de los llamados megaproyectos, la cosa pintaba bastante bien. Eso hoy en día, lamentablemente, está puesto en duda.

En el Perú seguiremos creciendo, pero al menos el 2018 difícilmente lo haremos como esperábamos hace pocas semanas. Aunque es bueno que la actividad productiva continúe alejada del ruido político, y nuestra minería y agroexportación sigan dándonos buenas noticias, lo que hoy se ha afectado en el Perú es la confianza en la generalidad de nuestro frente político. Ya no importa si la opinión es del lado oficial u opositor, ya no importa cuál de ambos frentes es el más irresponsable. Ambos están mellados por un entorno enrarecido que podría continuar. En ese contexto, será difícil mantener las cuerdas separadas entre lo económico y lo político.

Nuestros fundamentos económicos, los precios de los metales y lo generosa de nuestra economía nos permitirá seguir creciendo, pero en las actuales circunstancias, reitero, difícilmente al 4%. Aun si se logra superar el torpe entrampamiento entre el Ejecutivo y el Legislativo, aun si se dispone de votos suficientes para emprender la marcha de la ejecutoria de parte de las reformas estructurales pendientes y el destrabe final de las inversiones, la posibilidad de disponer de un entorno político envuelto en actos poco transparentes afectará nuestro accionar.

Desde el punto de vista estructural, independientemente de cuánto crezcamos el 2018, es necesario repensar el Perú. Es necesario darle un nuevo marco institucional. Es necesario que la política sea desarrollada por una nueva generación de peruanos. En el corto plazo, esto es una tarea difícil de lograr.

En la coyuntura, si en los próximos días no hay una noticia que claramente nos aproxime a una hoja de ruta mínima, acompañada de lo aún rescatable de nuestros cuadros políticos y de nuevos cuadros técnicos, los problemas que hoy enfrentamos permanecerán. Seguiremos creciendo, pero la posibilidad de que las agencias internacionales de clasificación de riesgo nos ubiquen como una economía con perspectivas negativas crecerá. La perspectiva estable se perderá. Eso nos complicaría. Cuidado, a evitar esto por todos los medios.

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