La modernización de la cadena de valor se ha convertido no solo en un desafío constante, sino en un imperativo estratégico para las empresas de todos los sectores. En un mundo cada vez más interconectado, las organizaciones que logren optimizar sus procesos y adaptarse a las nuevas tecnologías de manera ágil serán aquellas que mantengan su competitividad dentro del mercado actual.
Si bien la globalización y la sostenibilidad son factores que impulsan a las industrias a transformar sus procesos internos, la modernización de la cadena de valor va más allá. Tradicionalmente, las empresas se han enfocado en optimizar sus operaciones internas; sin embargo, existen otros actores involucrados en la creación de un producto o servicio que deben ser tomados en cuenta en este proceso transformador.
La adopción de tecnología permite modernizar prácticas a lo largo de todos los estadíos del proceso productivo, que en muchos casos son obsoletas y nos alejan de atender las necesidades de la cadena de valor. Estos ajustes, que pueden ser graduales, tienen un impacto directo en la productividad de los proveedores, en los costos de producción de la compañía y por tanto en la propuesta de valor a nuestros consumidores. Ninguna industria es ajena a esta realidad. Como empresarios, tenemos que reconocer nuestra responsabilidad para identificar soluciones que permitan mejorar los procesos productivos.
Durante estos procesos de conversión son varias las preguntas que debemos hacernos: ¿qué cambios se necesitan hacer para evolucionar la cadena de valor?, ¿cuál es el costo de adopción (y el costo a futuro de no hacer nada hoy)?, y, finalmente, ¿cómo podemos apoyar en ese proceso desde nuestra posición?
No podemos imponer el cambio, debemos más bien enfocar nuestros esfuerzos en influenciar y comunicar dentro de nuestra cadena de valor los beneficios concretos de adoptarlo. Solo así, podremos tener un impacto duradero y que trascienda.
Desde nuestra experiencia, hemos logrado satisfactoriamente iniciar un cambio que permitirá transformar parte de nuestros procesos y además cambiar la vida de nuestros proveedores lecheros, a través de la instalación de tanques de enfriamiento de leche con tecnología fotovoltaica en pequeños establos de ganaderos en Arequipa.
Llevar la cadena de valor a un siguiente nivel requiere inversión. No hay una fórmula mágica. El millón doscientos mil soles invertidos en nuestro proyecto, por ejemplo, ha demostrado ser un motor de cambio. La adopción de esta nueva tecnología ha permitido lograr mejoras significativas en la producción.
Por ejemplo, en solo un año, muchos de estos productores consiguieron una mejora significativa en su productividad y calidad alcanzando alguno de ellos un crecimiento de hasta 90%.
No obstante, la modernización no está exenta de desafíos. Sabemos que existen barreras técnicas, económicas y culturales que requieren un enfoque integral. Es crucial que trabajemos unidos y eduquemos a nuestros proveedores sobre la importancia de abrazar el cambio. La modernización de la cadena de valor no es solo una opción, es una necesidad para garantizar el futuro de cada industria en el Perú.