Alejandro Falla

¿Estaría dispuesto a viajar parado en un avión pagando poco más de un dólar? Permitir a los pasajeros viajar de pie fue una de las polémicas ideas planteadas hace algunos años por Michael O’Leary de Ryanair, conocida línea aérea europea líder en el negocio de “low cost”.

“Lo que queríamos hacer era sacar las últimas 10 filas de asientos. Tendríamos una parte de la cabina de pie y una parte, sentada. Los asientos costarían 25 euros (28 dólares) y viajar parado costaría un euro (poco más de un dólar). Te garantizo que lo que primero se agotaría sería la cabina de los que viajan de pie”, comentó en la entrevista.

Probablemente tenga razón. Si la opción estuviera disponible, un grupo importante de consumidores estaría dispuesto a volar de pie en rutas cortas (menos de una hora de vuelo). No les interesaría la incomodidad o el eventual riesgo. “Es más peligroso viajar parado en bus”, pensaría alguno. El precio sería lo suficientemente atractivo como para compensar todo lo demás. Los más adversos al riesgo preferirán viajar cómodamente sentados, aunque esto les cueste más.

Esas son las ideas que están detrás del negocio de las líneas aéreas “low cost” y la razón por la que se han hecho tan populares alrededor del mundo. Pagas una tarifa base baja por el servicio estándar y adicionales según vayas eligiendo servicios contenidos en la carta. Quien sólo quiere viajar en el asiento que le asignen, paga el precio base. Elegir el asiento, acceder a comida abordo, llevar equipaje en la cabina, o incluso la impresión del billete estarán sujetos a un costo adicional que sólo lo paga quien consume el beneficio. No existe un plato único; todo es a la carta. Las opciones están disponibles para todos. Cada quién elige según su conveniencia. Más libertad, imposible.

De esta forma, han logrado ofrecer tarifas base muy bajas. Hoy es posible encontrar tarifas de US$ 20 o menos para algunos destinos. El taxi al aeropuerto podría ser más caro que el billete de avión.

Esto se podría acabar. La Comisión de Transportes del Congreso ha aprobado recientemente una iniciativa que busca prohibir el cobro por el derecho a elegir asiento o llevar equipaje en cabina. No dudamos de las buenas intenciones. En teoría se busca proteger al consumidor de un “trato discriminatorio” y eliminar cobros adicionales. En los hechos puede generarse el efecto inverso al buscado, al condenar a pagar tarifas bases más altas a quienes no tienen problemas con volar con mochilita en el asiento que le asignen. La iniciativa pone trabas a un modelo disruptivo de negocio que ha contribuido a reducir los riesgos de concentración en la industria y ha “democratizado” el acceso a estos servicios. Con plato único menos podrán sentarse a la mesa. ¿Eso es lo que se quiere?

Alejandro Falla, Socio de Bullard Falla Ezcurra +

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