Alejandro  Pérez-Reyes

Los mayores afectados por el séptimo retiro de los fondos de pensiones aprobado por el Congreso serán los afiliados a las AFP, por el impacto indudable que estos tienen en las jubilaciones. Además, se ha dejado de lado lo más urgente y necesario: emprender una reforma del sistema de pensiones que ponga al afiliado en el centro, con una pensión mínima, mayor competencia, un sistema de comisiones con riesgos y beneficios compartidos, y más inclusividad para alcanzar a más peruanos.

Llama la atención que no se entiende a quién quiere beneficiar el Congreso con estos retiros. Esto porque quienes podrán acceder a ellos no son aquellos en una situación de vulnerabilidad. El 41% de los desembolsos los hará la población de ingresos más altos y 65% serán personas que no han perdido sus empleos. E incluso para estos afiliados el beneficio inmediato será marginal. Y no podría ser de otra manera, cuando los retiros previos han dejado al 80% de afiliados con menos de una UIT en su fondo.

Pero las secuelas de la medida no se sentirán solo en el largo plazo. Existen impactos tangibles en nuestra economía que redundarán en perjuicios que, lamentablemente, muchos parecen pasar por alto.

Sobre el impacto que este contexto tendrá en la economía, incluso sin que los retiros se hayan consumado, el golpe ya se siente. La Bolsa de Valores de Lima, semanas antes del voto, registró un rendimiento de alrededor del 13% (muy por encima de países como Chile y en línea con los Estados Unidos), pero en la víspera la cifra bordeó el 9%. Una clara reacción de los mercados. Y en el corto plazo, con los desembolsos anteriores como guía, sabemos que la medida afectará desde a las personas que quieran obtener préstamos para, por ejemplo, comprar una casa, hasta la capacidad de gasto e inversión del Estado.

Y es que el dinero de los fondos de pensiones se invierte en diversos instrumentos financieros y es una pieza importante en el mercado de valores. En ese sentido, se estima que las AFP transferirán alrededor de S/30.000 millones a los afiliados que se acojan a la medida y para hacerlo tendrán que volver a liquidar muchos de sus activos de inversión, la mayoría concentrada en el mercado local y buena parte en bonos del Gobierno y acciones. Lo que hará que la oferta aumente y que los precios caigan.

Esto supone un aumento en el rendimiento de los bonos y, en el mediano y largo plazo, de las tasas de interés. La tasa de rendimiento de los bonos soberanos ha corregido en torno al 0,5% con los retiros previos, lo que terminará impactando las tasas de interés a las que el gobierno y la gente puede tomar créditos. Adicionalmente, las AFP han sido uno de los principales inversionistas en las emisiones de bonos de las empresas peruanas, pero al tener menos liquidez y menos activos administrados no podrán ser igual de activas en su participación, lo que podría implicar que las empresas encuentren más dificultades para prestarse a través del mercado de capitales.

La semana pasada la agencia Standard & Poor’s nos hizo un ‘downgrade’ de BBB a BBB-, poco después de la aprobación del retiro. Si bien no lo dijo explícitamente, temas como este, entre otros, han impactado en la visión que la calificadora tiene del riesgo financiero del país. Esto puede llevar al fisco a tener que pagar tasas más altas para financiar el déficit fiscal y a una disminución en los recursos disponibles para inversión pública o gasto social.

El valor real de los retiros es negativo. No genera un bienestar de corto plazo para los más vulnerables, pero sí genera menores pensiones y mayores presiones al alza en las tasas de financiamiento del Gobierno, de las empresas y de las personas. El riesgo estaba avisado, ahora asumiremos las consecuencias.

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