Economía peruana
Economía peruana

El dato de crecimiento de 0,02% para abril es una llamada de alerta. La ciertamente se ha desacelerado, aunque no viene desplomándose como algunos políticos señalan, a la espera de poder pescar a río revuelto.  

Para agravar las cosas, la estimación de “The Economist” que afirma que la economía había caído 5,3% despertó todo un alboroto innecesario, con los adversarios del actual gobierno pronosticando una crisis económica. El cálculo se había realizado contra el trimestre anterior (tasas trimestrales), como se acostumbra hacer en Europa, en vez del primer trimestre del año previo (tasas anuales), como se acostumbra en el Perú y el resto de Latinoamérica.  



La diferencia entre ambos métodos es que el primero tiende a producir datos más volátiles: el crecimiento de un trimestre a otro varía mucho más que en el caso de las tasas anuales. Asimismo, una vez que se controla por factores estacionales, la caída pasa de 5,3% a 0,5% de acuerdo con datos de INEI. Esto, por cierto, no está fuera de la norma; tanto en el primer trimestre del 2017 como en el tercer trimestre del 2018, las tasas trimestrales registraron caídas de 0,1% y 0,6%, respectivamente. No obstante, ninguna de estas cifras evitó que el crecimiento alcanzara 2,5% en el 2017 y 4,0% en el 2018. 

Entre la cifra de abril e interpretaciones antojadizas sobre el desempeño económico del primer trimestre, la sensación preponderante es de pesimismo. Ese pesimismo sí está justificado. 

Lo que no se justifica, sin embargo, es la angustia que parece haberse apoderado de políticos y empresarios (generalmente críticos del gobierno, como es natural esperar). El crecimiento peruano, aunque menor que antes, no se ha descarrilado ni está llegando a su fin. Quienes afirman ello, o pecan de ingenuos o son simplemente deshonestos. Indicadores adelantados como producción eléctrica apuntan a una leve mejoría en mayo, mientras que la producción minera también habría aumentado durante el mismo mes. Hay que estar alertas, pero tampoco entrar en pánico. 

Algunos factores detrás de la desaceleración se veían venir. Uno obvio es la guerra comercial entre EE.UU. y China, por lo que no sorprende que nuestros términos de intercambio hayan caído alrededor de 4% durante el primer trimestre con relación al mismo período del año pasado. 

Otro es la contracción de la inversión pública entre enero y mayo (-4,2%), sobre todo a nivel de gobiernos regionales (-9,6%). Esto era de esperarse debido al cambio en autoridades subnacionales a inicios de este año; caídas de similar magnitud se han registrado en el 2007, 2011 y 2015, años en los que nuevas autoridades regionales y locales fueron elegidas. 

Esto último, por cierto, debe ser una llamada de atención para aquellos que consideran que la reforma política y la mejora del servicio civil son lujos que no podemos darnos en la actual coyuntura. Que el crecimiento de la economía sea remecido por el recambio electoral cada cuatro años es una señal clamorosa de las débiles capacidades del Estado Peruano. Necesitamos obsesionarnos un poquito menos por el dato de crecimiento del último mes y un poquito más por construir un Estado moderno y eficaz.