En los últimos años, el retorno de los mercados financieros fue altamente estimulado por un contexto denominado Goldilock, en donde las condiciones eran propicias para un crecimiento económico moderado que no era lo suficientemente alto como para generar inflación, y donde los estímulos fiscales y monetarios eran muy bien asimilados. Con ello, los mercados financieros subieron al ritmo de los estímulos.
Por el lado fiscal, estuvo la gigantesca reducción de impuestos de Trump, y luego los sucesivos programas de gasto de Biden, que sumaron más de US$6,5 millones de millones (31% de su PBI). Por el lado monetario, además de la prolongada política de tasas de interés de 0%, la FED inyectó más de US$4,8 millones de millones mediante la compra de activos financieros. Ello fue la principal explicación de la subida del índice bursátil S&P en más de 100%.
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Actualmente nos encontramos en un ciclo distinto, en el que todos estos estímulos, sumado a muchos otros factores de oferta generados por la escasez relativa de ciertos ‘commodities’ y la disrupción en la cadena productiva global, han generado un importante rebrote inflacionario que parece que llegó para quedarse un buen tiempo. En este nuevo ciclo económico deberíamos esperar lo siguiente:
1. Un mayor nivel de inflación. En primer lugar, por una prolongada escasez de ‘commodites’. La tendencia de subinversión en exploración minera y energía fósil generada por políticas que buscan proteger el medio ambiente no parece que se vaya a revertir. Con ello, el desbalance entre la oferta y demanda de metales y energía se mantendría por un largo período; lo cual podría magnificarse aún más en el momento en que China deje su estado de cuarentena pos-COVID-19. En segundo lugar, por una reorganización de las cadenas productivas globales hacia nuevos destinos. Tanto el COVID-19 como el conflicto Rusia-Ucrania han evidenciado la fragilidad de la cadena productiva, lo cual está motivando que muchos países prioricen la seguridad estratégica más que la eficiencia, lo cual encarecerá la producción de muchos bienes de consumo.
2. Un abrupto retiro de estímulos económicos. Por el lado fiscal, es muy poco probable que el Senado de Estados Unidos vuelva a aprobar algún paquete adicional de estímulos. No solo para no incentivar una mayor inflación, sino porque es altamente probable que el próximo Senado sea republicano, partido que suele limitar mucho el gasto público. Por el lado monetario, la FED ya anunció su intención de normalizar su política monetaria.
3. Un menor crecimiento económico. Ello producto de la menor actividad comercial global y la detracción que podría generar el retiro de los estímulos monetarios.
4. Un menor rendimiento esperado de muchos activos financieros; especialmente de aquellos cuya subida en el pasado se incentivó por los estímulos económicos, como por ejemplo las acciones tecnológicas y los bonos de alta calidad crediticia. Para armar un portafolio de inversión, es vital considerar que nos encontramos en un nuevo ciclo económico. Por ello es necesario adaptar la estructura del portafolio a este nuevo contexto para proteger el valor y generar crecimiento.
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