Estuardo  Ortiz

Cada vez que nos trasladamos en un avión, consumimos unos 50 gramos de CO2 por asiento por kilómetro. Esto equivale a aproximadamente dos litros de combustible por pasajero cada 100 kilómetros, un consumo similar al de una motocicleta de baja cilindrada. Aunque parece poco, la magnitud se transforma cuando consideramos que el transporte aéreo mueve alrededor de 4,5 mil millones de pasajeros y transporta aproximadamente 61 millones de toneladas de carga cada año.

La industria aeronáutica global produce alrededor del 2% de las emisiones de CO2 generadas por la actividad humana, una cifra que adquiere una nueva dimensión debido al amplio volumen de operaciones.

Uno de los principales retos de la aviación contemporánea es cómo mitigar su impacto sobre el medio ambiente y específicamente cómo reducir la emisión de gases contaminantes de efecto invernadero. Aunque la aviación no es la principal industria responsable de la generación de CO2, es una de las más comprometidas en reducir su huella de carbono.

Un avance significativo en este campo ha sido la creación de los Combustibles Sostenibles de Aviación (‘Sustainable Aviation Fuel’ o SAF, por sus siglas en inglés. Estos biocombustibles no solo cumplen con criterios de sostenibilidad social, económica y ambiental, sino que poseen características físicas y químicas muy similares a los combustibles fósiles tradicionales usados en la aviación. Además, pueden mezclarse con combustibles tradicionales o incluso sustituirlos sin necesidad de modificar la tecnología de los aviones o su cadena de suministro.

Se estima que el uso de SAF puede reducir las emisiones de gases de efecto invernadero hasta en un 80%, dependiendo de la proporción utilizada. Esta reducción representaría una auténtica revolución ambiental si se aplicara también a otros sectores.

El uso de SAF está ganando terreno, especialmente en Estados Unidos y en la Unión Europea, donde se sigue un cronograma establecido para su implementación. En América Latina, países como Colombia y Paraguay están explorando iniciativas legislativas para promover la producción de SAF, mientras que Brasil ya está experimentando con su uso de manera progresiva.

La Organización de Aviación Civil Internacional (OACI) ha establecido una meta ambiciosa para la industria aérea: alcanzar cero emisiones de carbono para 2050. La clave para lograr este objetivo son los SAF. Hoy en día no hay una gota de SAF producida en Sudamérica. En JetSMART ya hemos volado nuestros aviones A320neo desde Europa, con SAF de las fábricas de Airbus, demostrando que la tecnología en los motores ya está lista.

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Sin embargo, para que este futuro sostenible sea una realidad se necesita un marco legislativo que promueva su adopción y una estrecha coordinación principalmente entre los ministerios de los sectores Transporte, Energía, Turismo y Ambiente. Un desafío importante será alcanzar precios equivalentes a los de los combustibles fósiles actuales para la aviación.

La transición hacia el uso de combustibles sostenibles en la aviación no será inmediata, pero es inevitable. A medida que avanzamos hacia un futuro más verde, la industria aeronáutica está sentando las bases para volar sin dejar una huella de carbono significativa. Cada paso hacia la adopción de SAF no solo es un avance hacia la sostenibilidad, sino una promesa de cielos más limpios para las generaciones futuras.

Estuardo Ortiz CEO Fundador de JetSMART Airlines

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