El mundo cambia a una velocidad exponencial y tenemos que prepáranos para que nuestras empresas puedan resolver problemas que aún no existen para los ciudadanos del mundo.
El mundo cambia a una velocidad exponencial y tenemos que prepáranos para que nuestras empresas puedan resolver problemas que aún no existen para los ciudadanos del mundo.
Marco Velarde

Cuando Rusia colocó al en órbita, sus cohetes alertaron a los americanos el comienzo de la carrera por el espacio. En 1962, Kennedy propuso la visión de llegar primero a la luna y siete años después el mundo se paralizó para ver a flotar de la puerta del Apolo 11 a la superficie lunar.

EE.UU. alineó a todo su Estado para competir con Rusia, conquistar el espacio y ganar la carrera tecnológica mundial. Hoy, esta carrera espacial se da a través de empresas, no naciones. Compañías como Space X o Blue Origin buscan conquistar el espacio, mientras otras apuntan a la o trabajar con la aplicación de los datos a nuestras vidas.

Estas nuevas fronteras proponen cambios importantes en el mundo, algunos que ya se están dando a una velocidad exponencial. Si la radio demoró casi 40 años en tener una audiencia de 38 millones, la TV lo hizo en 13 y Facebook en 2; si en 1984, el número de dispositivos para Internet fue mil, en 1992 fue un millón y en 2008 mil millones; el también se encuentra en un proceso de cambio: 47% de trabajadores americanos está en riesgo de tener su trabajo automatizado y más de 40% será freelance para el 2027.

Hoy, Perú busca nuevamente ser más competitivo, pero bajo un contexto mundial distinto, donde aparte de los cambios tecnológicos, encontramos algunos sectores mundiales consolidados y volatilidad geopolítica impredecible, al tiempo que atestiguamos un golpe al orden liberal global. Y si bien ya lo hemos intentado antes, no hemos llegado a consolidar a nuestras empresas mundialmente, con algunas excepciones. 

En los 90s, implementamos mejoras, pero recién elevamos la como política pública en el Acuerdo Nacional. Luego de nuestra apertura comercial, en el 2005, diseñamos el primer plan de competitividad, agenda que se retomó en el 2012 y 2014, cuando se apagaba el superciclo de los commodities. Durante el 2016, cambiamos la competitividad y diversificación por formalización y así llegamos a donde estamos hoy. 

La macroeconomía, China, los altos precios de los metales y el bajo precio del dólar; nos ayudaron a disminuir la pobreza y desigualdad, pero quedamos con algunos problemas: nuestro crecimiento fue heterogéneo, nuestra economía sigue basándose en materias primas y no hicimos reformas estructurales. Sin embargo, aún tenemos que reducir la pobreza y consolidar la clase media, ahora sin vientos de cola, por lo que debemos reconocer que la estrategia mañana debe ser distinta a la de ayer. 

En este sentido, si queremos mejorar nuestra competitividad nuevamente, existen 5 lecciones pasadas que debemos tener presentes:

►EL OBJETIVO DE LA COMPETITIVIDAD: 

No es mejorar la posición del Perú en los rankings internacionales, sino mejorar nuestra productividad para que nuestras empresas puedan conquistar más mercados y ser líderes mundiales. Como consecuencia de desarrollar productos más demandados y capturar más mercados, estas tendrán mayores ingresos, crearán más puestos de trabajo, incrementarán los salarios de nuestros trabajadores y producirán más impuestos para que el Estado financie los objetivos nacionales más importantes, elevando la calidad de vida de todos los peruanos. 

►LA DIFERENCIA ENTRE COMPETITIVIDAD Y PRODUCTIVIDAD:

No son excluyentes, pero tampoco iguales: son complementarias. La primera es una forma de implementar la segunda, es decir, la competitividad es la estrategia para lograr que el Perú pueda obtener más y mejores productos de sus insumos a través de sus empresas.

►EL DESAFÍO ES COMPLEJO Y EL ANCHO DE BANDA DEL ESTADO ES LIMITADO:

No se puede hacer todo a la vez, por lo que como prioridad no se debe competir con muchas otras políticas. Asimismo, el Estado no debe buscar destrabar todo en una, ya que se ahoga. Primero debemos elegir una visión basada en nuestras ventajas, alinear la agenda a esta y trabajarla secuencialmente con un policymaking process claro. Finalmente, el desafío puede verse en cada ministerio, pero demanda una priorización multisectorial y un solo líder.

►LA OBLIGACIÓN DE CONSENSOS POLÍTICOS SIN DEJAR A NADIE ATRÁS:

Se necesitan consensos para hacer sostenible una agenda de largo plazo, por lo que el liderazgo del sector público, privado y otros actores es necesario para blindarla y evitar nuevamente su volatilidad; así como para generar cambios estructurales. Pero también necesitará propuestas justas para salvaguardar a aquellos que serán afectados en el proceso de cambio. 

►EL COMPROMISO A UNA VISIÓN:

Michael Porter presentó un estudio sobre la competitividad del Perú en CADE 2010, donde proponía que este país ya había escrito el primer capítulo de su economía y para el segundo debía elegir una visión. Planteó invertir en las ventajas actuales como la minería, turismo y biodoversidad por 10 años, mientras desarrollábamos otros clústers, para que cuando estos maduren, podamos priorizar aquellos que tienen más posibilidades. Paralelamente, deberíamos fomentar un sistema de ciencia e innovación que en 15 años se encuentre robusto y listo para empezar a escribir el tercer capítulo de la economía nacional. En tanto, invertíamos en ser un país justo y pacífico y apalancábamos nuestra posición geográfica para convertirnos en un hub de comercio. Existen otras visiones, esta es sólo una. 

Lo importante no es hacer un inventario extenso de cosas que queremos hacer, ni que cada ministerio se encargue de su parte del listado, sino que necesitamos ser ambiciosos, elegir una visión claramente delimitada, buscar consensos y tener la fuerza para pasar reformas cruciales en los momentos políticos indicados, blindarla políticamente, alinear al Estado y enfocar el policimaking process con reglas claras para ejecutar de manera ordenada y secuencial una agenda acorde.

El mundo cambia a una velocidad exponencial y tenemos que prepararnos para que nuestras empresas puedan resolver problemas que aún no existen para los ciudadanos del mundo, en una economía global que va a ser muy distinta a la de hoy, para la cual si queremos comenzar, tenemos que entender la magnitud del desafío y aprender del pasado. Este nos ha vuelto a dar esa oportunidad.