Lo mismo se aplica para la norma que permite el retiro del 25% del fondo de jubilación administrados por las AFP. Todos los expertos les dijeron que debe hacerse focalizando a los más vulnerables, que se deben tomar en cuenta los impactos macroeconómicos adversos. Retirar 12,000 soles puede parecer poco, pero no lo es cuando lo hacen millones.
Lo mismo se aplica para la norma que permite el retiro del 25% del fondo de jubilación administrados por las AFP. Todos los expertos les dijeron que debe hacerse focalizando a los más vulnerables, que se deben tomar en cuenta los impactos macroeconómicos adversos. Retirar 12,000 soles puede parecer poco, pero no lo es cuando lo hacen millones.
/ Congreso de la Rep˙blica / CÈsar
Eduardo Morón

Escribir historias y redactar una ley tienen algo básico en común: la potencia de cada una de ellas se basa en que tan bien escogemos cuál es la narrativa, la retórica a la cual apelamos para justificarla, para darle esa potencia que la hace urgente, inevitable, inexcusable, inapelable.

Para ello, las opciones que tenemos son tres: (a) podemos apelar a hacerlo basado en nuestras emociones, (b) en alguna justificación moral; o (c) basados en lo que señala la evidencia, el conocimiento experto, científico. En el lenguaje de Aristóteles diríamos que podemos recurrir en nuestra retórica al pathos, al ethos, o al logos.

Es claro que hacer política basado en las justificaciones morales de algún grupo o en las emociones que despertamos entre la mayoría de la población son poderosas armas legislativas, sobre todo por la popularidad que consiguen casi de manera automática. Piensen cada vez que se ofrece pena de muerte frente a un horrendo crimen, es nuestro pathos el receptor de ese mensaje hepático de que está bien el ojo por ojo, mensajes de venganza, de revancha.

Frente a este tipo de iniciativas sólo la fortaleza del resto de nuestras instituciones hace que estos proyectos de ley naufraguen una y otra vez que son presentados.

Quienes escucharon a los congresistas en ese pleno presencial, obviando toda recomendación sanitaria, son testigos de esos mensajes cargados de revancha, de odio con los que justificaron sus decisiones. Acusaron al presidente del Banco Central y a la Jefa de la SBS de lobistas para tirar el conocimiento experto al tacho. Afuera el logos, sólo aceptamos el pathos.

Quisieron invocar al ethos, diciendo que cómo es posible que las empresas cobren peajes cuando estamos en emergencia, obviando que no se les cobra nada a quien está atendiendo la emergencia. Seguro que cuando esas empresas concesionarias con cero ingresos deban despedir a sus trabajadores dirán ¡qué falta de solidaridad!

Legislar basado en un discurso de revancha (“han ganado mucha plata”) tiene consecuencias potencialmente nefastas. Un sector del Congreso puede proponer que ante las urgencias financieras de las familias se debería dejar de cobrar tal o cual servicio. La mayoría de las personas aplaudirán la iniciativa porque solo miran las consecuencias de cortísimo plazo. Piensen, por ejemplo, en proponer que se deje de cobrar la mensualidad de los colegios hasta que termine la emergencia sanitaria. Este es un gasto importante para muchas familias y sin duda el alivio de corto plazo será significativo. ¿Y cómo les pagamos a los maestros, al personal de apoyo? Otra vez dirán ¡qué falta de solidaridad!

Lo mismo se aplica para la norma que permite el retiro del 25% del fondo de jubilación administrados por las AFP. Todos los expertos les dijeron que debe hacerse focalizando a los más vulnerables, que se deben tomar en cuenta los impactos macroeconómicos adversos. Retirar 12.000 soles puede parecer poco, pero no lo es cuando lo hacen millones.

Entendamos que esas fortaleza fiscal, financiera y monetaria que nos están permitiendo actuar masivamente para contrarrestar los devastadores efectos del coronavirus en el Perú tardaron décadas en conseguirse, pero podemos perderlas en unas pocas horas con un Congreso que privilegia leyes populistas con fundamentación hepática.

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¿Qué es la covid-19?

La covid-19 es la enfermedad infecciosa que fue descubierta en Wuhan (China) en diciembre de 2019, a raíz del brote del virus que empezó a acabar con la vida de gran cantidad de personas.

El Comité Internacional de Taxonomía de Virus designó el nombre de este nuevo coronavirus como SARS-CoV-2.

¿Cuáles son los síntomas del nuevo coronavirus?

Entre los síntomas más comunes del covid-19 están: fiebre, cansancio y tos seca, aunque en algunos pacientes se ha detectado dolor corporal, congestión nasal, rinorrea, dolor de garganta y diarrea. Estos malestares pueden ser leves o presentarse de forma gradual; sin embargo, existen casos en los que la gente se infecta, pero no desarrolla ningún síntoma, precisó la Organización Mundial de la Salud (OMS).

Además, la entidad dio a conocer que el 80 % de personas que adquieren la enfermedad se recupera sin llevar un tratamiento especial, 1 de cada 6 casos desarrolla una enfermedad grave y tiene dificultad para respirar, la gente mayor y quienes padecen afecciones médicas subyacentes (hipertensión arterial, problemas cardiacos o diabetes) tienen más probabilidades de desarrollar una enfermedad grave y que solo el 2 % de los que contrajeron el virus murieron.

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