Para este 2016, cierto segmento de analistas ha presentado proyecciones económicas en extremo pesimistas, cuya probabilidad de ocurrencia es muy pequeña. Han pronosticado para el Perú desde un retorno a la desaceleración hasta una posible recesión abierta.
Diversas son las motivaciones que los llevan a exagerar las limitaciones de nuestra economía. Desde su vínculo oculto con algún político de turno que desea sustento para venderse como “salvador”, hasta aquellos que por su escasa madurez pretenden vender puntos de vista extremos para llamar la atención mediática. Discutamos, brevemente, el alcance de sus preocupaciones.
Primero, se pensó que íbamos a experimentar un “efecto El Niño” extremo que nos llevaría a una recesión abierta. La verdad, el impacto de un evento extremo hubiera generado únicamente alrededor de 1,5 puntos porcentuales de desaceleración, menores a los 5 puntos experimentados en 1983 y a los menos de 3 puntos de 1998; es decir, con las proyecciones de hoy, habríamos crecido entre 1,5% y 2,5%.
La razón: los mejores fundamentos de nuestra economía. Ahora bien, dado que solo tendremos un “efecto El Niño” moderado, las preocupaciones extremas quedaron doblemente sin fundamento.
Segundo, se vende la idea de que nuestro “entorno electoral”, por incertidumbre, también alimentaría la desaceleración. Pues bien, no debemos olvidar que en años electorales como el 2006 y el 2011, pese al “ruido”, crecimos por encima del 6% y, más aun, por encima de nuestro PBI potencial de aquel entonces. Ha quedado demostrado que nuestra economía se ha independizado del ambiente electoral. Adicionalmente, hoy los candidatos con posibilidades de triunfo no objetan el fondo del modelo económico. Otra preocupación sin fundamento.
Tercero, se anunció para este año, al igual que el 2015, que los precios de los commodities iban a continuar degradándose de manera significativa. Hasta hoy, vemos que los precios se han recuperado de forma parcial. Aunque esto difícilmente continuará, nuestro BCR espera que su impacto sobre el deterioro de términos de intercambio tienda a minimizarse progresivamente hacia el 2017; esto debido a que muchos de los minerales se están cotizando cada vez más cerca de sus costos unitarios, dejando como único camino el rebote de sus precios.
Cuarto, se manifiesta que la crisis internacional rebrotará y no podremos escapar de ella. La verdad, si rebrota no hay economía que escaparía a su efecto negativo. Sin embargo, el Perú es hoy una de las economías con menor vulnerabilidad internacional dada su acumulación de reservas internacionales netas y de ahorro público. No sabemos cuándo se presentará el ajuste a los serios desbalances globales, es posible que lo continúen postergando mucho más allá de este año.
Adicionalmente, con una economía menos sólida que la de hoy, la crisis del 2008 nos llevó a un crecimiento del 1% al año siguiente; ahora, haciendo las cosas debidamente, el impacto adverso sería muy inferior.
En conclusión, no nos distraigamos con los temores infundados y extremos de ciertos analistas. Debemos ser, en toda circunstancia, inteligentemente prudentes y no infundadamente pesimistas.