EDUARDO MORÓN (Economista)
Esta columna está dedicada a todos aquellos que están por entrar al mercado laboral o lo acaban de hacer en los últimos años.
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Igual que tú, a tu edad yo también quería tener una oportunidad. Mi primer trabajo a los 18 años fue como practicante en la Gerencia de Finanzas del Banco de la Nación. Lo conseguí gracias a los contactos de mi papá, porque yo recién había cursado un año de carrera. No me pagaron nada, pero aprendí mucho.
Aprendí a ser útil como compañero de trabajo, en esa época saber manejar la computadora me ayudó muchísimo a destacar. Valoré la oportunidad de trabajar en algo que no sabía hacer pero pude aprender a hacerlo.
Mi siguiente trabajo, aún siendo estudiante, fue como asistente de los profesores de la Universidad del Pacifico. Otra vez, lo más valioso del trabajo fue la oportunidad de aprender algo nuevo. Las buenas remuneraciones vinieron mucho después. Primero fueron largos años de capacitarme, especializarme, de mucho sacrificio personal y familiar.
Hoy, el gobierno quiere ayudar a los jóvenes a que este proceso sea un poco más fácil dando incentivos a todo tipo de empresas para que abran sus puertas a ustedes, los jóvenes que no tienen nada destacado en sus hojas de vida. Ojalá sepan aprovechar esas oportunidades para destacar. Las empresas no buscan trabajadores, buscan talento, y cuando lo encuentran están dispuestos a pagar por retenerlo.
Como siempre les digo a mis alumnos, mi labor es ayudar a que se diferencien del resto. Algunos pueden pretender que el mercado laboral no quiera diferenciar, pero eso es exactamente lo que hace. El trabajo de todos no vale lo mismo. Por eso vale la pena tratar de no ser uno más del montón. Para quienes recién empiezan les dejo 4 pasos para ayudarles en este largo camino.
CUATRO CLAVES
Primer paso. Ubícate. Tus oportunidades de progresar en la vida no son infinitas. Estas dependen no solo de tu esfuerzo personal sino de cosas que tú no decidiste. Para empezar quiénes son tus padres, qué educación pudieron pagarte, cuánto tiempo te dedicaron y qué valores aprendiste de ellos.
Mientras menores sean tus oportunidades mayor tendrá que ser tu dedicación personal, tu perseverancia, tu responsabilidad. Así es la vida, le llueve más del cielo al que tiene como recoger el agua, al resto le dan un colador.
Paso dos. Esfuérzate. Puedes quejarte de que tu vida es una porquería, indignarte porque tus padres no te dieron algo mejor. ¿Sabes qué? Mejor esfuérzate en ser más educado, en aprovechar cada oportunidad que la vida te presente.
Tu carrera como trabajador se hace cada día, tú escoges ser la persona en quien la gente confía o desconfía. Tú escoges ser cumplido o una fuente inagotable de excusas. El esfuerzo en cumplir tus deberes hará que cumplan con tus derechos sin necesidad de exigirlos.
Paso tres. Persevera. Insisto, la vida no te va a ofrecer miles de oportunidades, las empresas no se van a morir por contratarte, hay mucha gente con muchos mejores conexiones laborales y sociales que tú. No tengas miedo a buscar otros horizontes, no tengas miedo a preguntar por un consejo.
Apóyate en quienes tú confías, aprende de las experiencias ajenas. No te desanimes de las malas experiencias, que hasta de eso uno puede aprender.
Paso cuatro. Repetir los tres pasos anteriores tantas veces como sea necesario.