A doce meses del inicio de la pandemia y aún en una crisis sanitaria que nos obliga a cumplir con un distanciamiento social estricto, nos preguntamos: ¿qué haríamos sin conexión eléctrica, sin conexión a Internet o sin tecnología digital?
En los hogares a nivel nacional, la conexión eléctrica tiene una cobertura de alrededor del 85%. Asimismo, las provincias con mayor acceso a Internet, que representan el 25% del país, tienen una cobertura que varía entre 14,16% y 49,76%. Mientras que el 75% de provincias restantes tienen un acceso por debajo del 14% para sus hogares de acuerdo con datos del censo del 2017.
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En el último año, cuando comprendimos que la mejor forma de mantenernos conectados es a través de la virtualidad, el uso de internet creció 10 puntos porcentuales, llegando a alcanzar un 66% de cobertura para la población nacional. Esta cifra, a pesar de ser alentadora, oculta la desigualdad con la que viene creciendo el acceso a Internet.
A pesar de que un sector de la población ha podido adaptarse a la transformación de nuestras actividades; para los sectores con imposibilidad de realizar un trabajo remoto, sin acceso a una educación a distancia, y sin posibilidades de obtener sus víveres a través de un servicio delivery, es donde la vulnerabilidad se consolida.
Asimismo, hemos encontrado que la digitalización nos ha ayudado a hacer frente a la pandemia y a desarrollarnos plenamente en esta nueva normalidad. En dicho sentido, estudios internacionales han concluido que los países con mayor nivel de digitalización tendrán una contracción económica menor en contexto de pandemia.
Con miras a nuestro bicentenario, es cuando se hace más necesario alcanzar el desarrollo multidimensional para todas y todos los peruanos. Definitivamente esto no es posible sin el acceso a la digitalización.
En nuestro estudio Digitalización para el desarrollo multidimensional en el Perú escogimos tres puntos de vista claves para llegar con infraestructura y tecnología digital a todo el país. El primero es el enfoque de logística urbano, donde el bienestar de los negocios y del ecosistema de innovación estará determinado por el nivel de digitalización. Este enfoque consiste en mejorar la competitividad y productividad de las empresas y emprendedores informales, en desarrollar la inclusión social mediante el acceso a salud y educación con alternativas virtuales, impulsar las economías de escala para alcanzar la descentralización y autonomía regional, y monitorear y garantizar una educación de calidad.
El segundo enfoque es el de digitalización rural, que consiste en obtener una mejor trazabilidad y transparencia de las cadenas de suministro. También es necesario avanzar hacia una agricultura inteligente de forma gradual; además, superar la principal brecha de infraestructura en acceso a la electricidad es necesario para desarrollar una sociedad de la información plena. Finalmente, el enfoque de desarrollo de capacidades equivale a obtener libertades a través de la digitalización, gozar un desarrollo personal y superar la imagen de grupos desplazados por discriminación o por funcionalidad.
En el contexto actual de pandemia se requiere de una recolección de datos de alta calidad para monitorear los contagios, brotes y repuntes de muertes a nivel nacional. Este monitoreo requiere de un grado de digitalización alto, por lo que el manejo de la pandemia también está sujeto al nivel de digitalización existente en las comunidades.
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