Analistas habían previsto un crecimiento de 1.8% para este trimestre. La tasa final fue mayor. (Foto: AFP)
Analistas habían previsto un crecimiento de 1.8% para este trimestre. La tasa final fue mayor. (Foto: AFP)

Luego de la explosión de la crisis financiera del 2008, la Reserva Federal de EE.UU. (FED) se embarcó en un programa muy agresivo de estímulos monetarios, el cual consistió en inyectar una enorme cantidad de liquidez al mercado (cerca de US$3,6 billones) y al mismo tiempo reducir la tasa de interés de 4,25% a 0%, manteniéndola en ese último nivel por más de siete años.

Este fuerte programa de estímulo monetario dio resultados y la economía estadounidense tuvo una importante recuperación. Ante esta señal, en el 2015 la FED subió la tasa de interés a 0,25%, poniendo fin al ciclo de siete años de tasa en 0%.

Este fue solo el inicio, pues entre el 2016 y 2018 la FED subió ocho veces más su tasa de interés hasta llegar a un nivel de 2,5%. Sin embargo, este año, ante algunos datos que muestran una ligera desaceleración de la economía, la FED dio la señal de que el ciclo contractivo de política monetaria podría estar llegando a su fin. No solo redujo la proyección de crecimiento de su economía de 2,5% a 2,3% para el 2019, sino también bajó la tasa de interés en 0,25%.

La economía de EE.UU. se encuentra aún sólida con un margen de desempleo en niveles mínimos, un consumo interno fuerte y una inflación controlada.

En este contexto, la FED está en un dilema: mantener la tasa de interés o iniciar un ciclo de bajada de tasas para dar más estímulos monetarios.

El argumento a favor de mantener la tasa es que, si bien la economía se podría estar desacelerando, todavía no queda claro que esto vaya a pasar, y más bien una continua reducción de la tasa podría consumir las herramientas de política monetaria para más adelante, cuando realmente se necesite un estímulo.

Mientras más cerca se encuentre la tasa de interés a 0% (ya está en 2,25%), menos espacio hay para estimular la economía.

Por otro lado, el argumento a favor de reducir la tasa de interés es que hay una serie de riesgos globales que, de materializarse, podrían generar una recesión mayor, como por ejemplo el escalamiento aun más agresivo de la guerra comercial con China.

Parecía que la postura de la FED sería “esperar a ver (qué sucede)”, es decir, esperar más datos económicos que confirmen una desaceleración y al mismo tiempo medir cuál sería el impacto de los riesgos globales en la economía real.

Sin embargo, esta postura podría inclinarse más hacia una reducción de las tasas, aun cuando podría no ser necesario. Esto debido a dos razones:

1) El presidente de EE.UU., Donald Trump, necesita una economía aun más sólida para las elecciones del próximo año y si bien la FED es autónoma, estaría ejerciendo mucha presión política sobre esta.

2) La FED podría caer en la tentación de satisfacer la voluntad del mercado y evitar una corrección de la bolsa.