Marcial García

En los últimos meses se viene observando una marcada tendencia a la baja de la recaudación, luego de dos años de alcanzar niveles récord con el impulso de la minería. De acuerdo con cifras de la SUNAT, los ingresos tributarios sumaron S/68.577 millones entre enero y mayo, monto que representa una disminución del 13% en comparación con el mismo periodo del 2022. Un resultado no por previsible menos preocupante.

Este retroceso se atribuye al bajo desempeño de la economía por la grave crisis política y la convulsión social de comienzos de este año, los desastres naturales (como el ciclón Yaku) y la alicaída confianza empresarial, que desalienta nuevas inversiones.

Los menores precios de los minerales, de los que dependen en gran medida nuestros ingresos fiscales, y la caída del tipo de cambio también son parte de la explicación. Queda por ver qué impacto tendrá en esta trayectoria el inminente fenómeno El Niño, pero no es muy difícil anticiparlo.

Así, hoy por hoy, uno de los principales retos que tiene el ministro de Economía por delante es recuperar el ritmo al cual venía creciendo la recaudación fiscal. No es un secreto que, en un país con 76% de informalidad laboral y buena parte de la economía debajo del radar de la SUNAT, ello pasa necesariamente por reducir la evasión y ampliar la base tributaria, para que cada vez más personas y empresas cumplan con pagar sus impuestos. Sin embargo, fácil es decirlo, lo difícil es hacerlo. Sucesivos gobiernos lo han intentado, con escaso éxito.

Un reciente informe del Banco Mundial (BM) revela que los altos niveles de incumplimiento fiscal (28% de la recaudación potencial del IGV y 33% del Impuesto a la Renta de tercera categoría) se encuentran entre los más altos de las economías de la Alianza del Pacifico y cuestan al país cerca de 7,5% del PBI, equivalentes a unos S/ 70.400 millones. Para ponerlo en contexto, ese monto es superior a todo lo que el Estado invierte en educación, salud y alivio a la pobreza sumados, por año.

Es evidente que las diversas políticas públicas implementadas a lo largo de los últimos años para luchar contra la informalidad y la evasión fiscal no han cumplido sus objetivos y más bien se han traducido en menor recaudación sin aumentar la base tributaria. Los múltiples regímenes tributarios especiales que dependen del tamaño de las empresas, por ejemplo, han terminado incentivando el fenómeno conocido como “enanismo”, alentándolas a permanecer pequeñas, ocultar ingresos y dividirse al crecer para evitar escalar a un régimen tributario más oneroso.

El BM ha planteado eliminarlos gradualmente, comenzando por fusionarlos en uno solo, y por incorporar nuevas pymes al régimen general. Medidas como esta pueden rendir buenos frutos en el corto plazo, mientras que a mediano plazo la apuesta tiene que ser por lograr que más trabajadores y empresas operen en el sector formal y por mayor crecimiento económico basado en inversión privada, como condiciones esenciales para que la recaudación vuelva a crecer a tasas aceptables.

Maricial García Socio de Impuestos de EY Perú