El Perú está experimentando las postrimerías de su bono demográfico. Poco o nada se ha abordado este tema desde la mirada de los protagonistas, nuestra población más joven. Desde la perspectiva del joven peruano, hay 5 puntos que necesitamos poner sobre la mesa.
Primero, el debate se ha mal dirigido a tal punto que se ha centrado en lo obvio, que es que no hemos y no estamos aprovechando nuestro bono demográfico, en vez de concentrarnos en propuestas concretas para aprovechar esta ventaja en el cortísimo plazo.
Segundo, un punto que no se ha enfatizado es que los bonos demográficos suelen caracterizarse por ser atípicos y por su corta duración. Según el BCRP (2015), el bono demográfico peruano inició en 1970 y durará sólo hasta el 2030, cuando la tasa de dependencia –la proporción de personas que dependen económicamente de aquellos que están en edad de trabajar– alcance su nivel más bajo (48,4%) para luego comenzar a subir nuevamente.
Tercero, si bien es cierto, el bono demográfico implica tener una mayor proporción de personas entre 15 y 64 años de edad, esta ventana de oportunidad demográfica per se no genera por “arte de magia” un mayor crecimiento económico de los países y mucho menos una mejora en la calidad de vida de su población. De hecho, Huarancca y Castellares (2021) encuentran para el Perú que, durante el periodo 2000-2019, “el factor demográfico contribuyó en 0,4 p.p. al crecimiento anual del PBI per cápita”, un aporte minúsculo comparado a su impacto potencial.
Cuarto, hemos olvidado que el impacto del bono demográfico depende no solo de la cantidad, sino también de la calidad de trabajo que puede realizar ese grupo adicional de trabajadores que se incorpora a la PEA. La capacidad de producción de una persona depende básicamente de su capital humano, que no es otra cosa que el conjunto de cualificaciones que ha adquirido a lo largo de su vida y, que así como el capital físico, también se acumula, a través, esencialmente, de la educación y la salud. La pregunta es: ¿cuál es el nivel de capital humano de la población mayor a 15 años del que el Perú se fue beneficiando como bono demográfico en la última década y media?
Para nuestra suerte, el Programa para la Evaluación Internacional de Alumnos (PISA, por sus siglas en inglés) de la OCDE prueba las habilidades y conocimientos de estudiantes de 15 años en las áreas de matemáticas, ciencias y comprensión de lectura. En la clasificación mundial de las últimas 5 pruebas PISA, el Perú mejoró considerablemente su promedio y su posicionamiento. Nuestros jóvenes de 15 años obtuvieron 370 puntos en el 2009, 375 en el 2012, 394 en el 2015 y 402 puntos en el 2018 y 2022, que nos llevó a ascender desde la última posición hasta el puesto 58 de 81 países en la prueba PISA del 2022, ganándole incluso a países como Colombia, Brasil y Argentina. ¡Este es el tipo de políticas públicas que hay que replicar! y es lo que llevó al Sudeste Asiático –Singapur, China y Corea del Sur ocupan los 3 primeros puestos en el promedio de resultados de las últimas 5 pruebas PISA– a aprovechar su bono demográfico para tener un alto crecimiento entre 1960 y 2000. ¿Qué necesitan nuestros jóvenes para que sean protagonistas en los siguientes años?
Quinto, necesitamos urgente trabajar en la mochila de herramientas clave que aumente la capacidad productiva de nuestros jóvenes, desde actualización orientada a desarrollo de habilidades para los trabajos del futuro hasta herramientas que nos preparen para resolver los retos más complejos de nuestro país. Es tiempo de dar ese paso hacia un desarrollo intergeneracional que combine la experiencia con las nuevas ideas.