María Rosa Villalobos

La semana pasada estuve en el Congreso dos veces. Primero visité a la congresista Rosangella Barbarán para conversar sobre la reforma de pensiones. En la cita, entre otras cosas, la congresista le contó a El Comercio algunos detalles sobre la propuesta de su autoría sobre este tema que está próxima a presentar. Después, visité a la congresista Sigrid Bazán. Hablamos, entre otros temas, del proyecto de la Comisión de Trabajo sobre la reforma del sistema de pensiones y la reconsideración que debe aún ser votada en su grupo de trabajo.

Después de conversar con ambas, y de escuchar que la congresista Barbarán calificara de “mamarracho” la propuesta de la congresista Bazán durante el albur de la discusión en el Pleno, es claro que no solo sus ideas sino también la manera en que conciben la reforma es bastante distintas. Curioso (¿o tal vez no?) es que uno de los puntos en los que concuerdan no se centra en la reforma del sistema de pensiones, sino en la posibilidad de un nuevo retiro. Ambiguas ambas, pero al mismo tiempo, claras en que podrían votar a favor de un retiro.

A luz del debate público y de la interacción en redes sociales, pareciera que ni la fraternidad parlamentaria pudiera atenuar la convicción con la que cada una defiende su propuesta/ idea de reforma. Y eso, dentro de todo, es valioso, pero queda la duda de si podrían llegar a algún acuerdo durante la discusión que vendría en los próximos meses, cuando con un predictamen aprobado, y habiendo consensuado con el Ejecutivo la iniciativa, se genere el debate en el Pleno.

Algo que sorprende, sin duda, es que todos los planes de reforma que están en este momento bajo los reflectores contemplan a las AFP con algunas modificaciones, sí, pero dentro del esquema. Según la congresista Bazán, la iniciativa de la Comisión de Trabajo no busca eliminar (del todo) la coexistencia entre el sector público y privado que hoy tenemos. Así también, pareciera que la idea de utilizar algunos puntos del IGV es también bien recibida. El capital semilla, que apareció durante la discusión de la llamada Comisión Omonte, no parece asomarse en el debate actual. No obstante, así como están las cosas, la sensación de que todo es posible predomina. Y una vez más, no queda más que esperar y estar atentos a lo que venga.