En su reciente informe “Tendencias Mundiales del Empleo Juvenil”, la Organización Internacional del Trabajo (OIT) revela que la tasa de desempleo juvenil global en el 2023 fue del 13%, lo que representa 64,9 millones de personas. Es el nivel más bajo en 15 años e inferior a la tasa anterior a la pandemia (13,8% en el 2019). Las expectativas apuntan a que esta tendencia continuará a la baja. Latinoamérica ha sido una de las regiones con mayor reducción en el desempleo juvenil, disminuyendo 4,5 puntos porcentuales hasta alcanzar el 13,4%.
Sin embargo, la proyección para Perú no es similar. Según datos del INEI, aunque en Lima Metropolitana la tasa de desempleo juvenil se encuentra en 13%, tasa similar a la previa a la pandemia, la participación de los jóvenes en el mercado laboral no se ha recuperado y, de hecho, ha disminuido.
Aunque la PEA en Lima Metropolitana ha mostrado una recuperación sostenida, la PEA de jóvenes entre 14 y 24 años no ha seguido esta tendencia. De hecho, ha disminuido tanto en número total de jóvenes que trabajan o buscan activamente empleo, como en la proporción respecto al total de la PEA: del 17,94% en 2019 al 14,89% en 2023 y al 13,78% en lo que va del 2024.
La PEA ocupada en Lima Metropolitana suma 5,5 millones de personas, lo que representa un incremento del 5% respecto a 2023 y del 12% respecto a 2019, antes de la pandemia. Sin embargo, entre jóvenes de 14 a 24 años, la PEA ocupada suma 696 mil personas, lo que representa 3% menos que en 2023 y 15% menos que en 2019, antes de la pandemia.
Y la participación de la PEA ocupada juvenil ha disminuido del 17% de la PEA ocupada en 2019 al 13% en 2024. Además, los jóvenes que logran incorporarse al mercado laboral tienen menos posibilidades de acceder a un empleo adecuado: solo 3 de cada 10 lo consiguen, la mitad que en otros grupos de edad.
Y aunque el empleo juvenil disminuye a nivel global, el informe de la OIT advierte sobre el creciente número de jóvenes que ni trabajan ni estudian (“ninis”). En el 2023, 2 de cada 10 jóvenes en el mundo eran “ninis”, una proporción similar a la estimada para el mismo año en Perú por el Instituto de Economía y Desarrollo Empresarial de la Cámara de Comercio de Lima.
Las dificultades para que los jóvenes se incorporen al mercado laboral y lo hagan en condiciones adecuadas reducen sus posibilidades de desarrollo laboral y acceso a la seguridad social, prolongan su dependencia económica de sus familias y limitan las posibilidades de tomar sus propias decisiones respecto a su proyecto de vida, incrementando su vulnerabilidad social y marginación.
Ante dicho panorama, resulta urgente implementar políticas que garanticen una adecuada educación y formación de calidad, así como condiciones laborales adecuadas para evitar la exclusión social. Las políticas públicas deberían enfocarse, antes que en una contrarreforma en el sistema educativo o en la promoción de regímenes laborales orientados a disminuir ingresos, en medidas sostenibles que restauren la confianza de los jóvenes en las instituciones y promover un entorno más estable y democrático.