Si el Perú fuera una persona, ¿cómo se vería? Depende mucho de quien lo imagine. Para algunos, podría ser un joven emprendedor, trabajador y resiliente. Para otros, un personaje estresado, Diazepan en mano, y con un pomito de agua bendita.
Si el Perú fuera una persona, ¿cómo se vería? Depende mucho de quien lo imagine. Para algunos, podría ser un joven emprendedor, trabajador y resiliente. Para otros, un personaje estresado, Diazepan en mano, y con un pomito de agua bendita.
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María Rosa Villalobos

Si el Perú fuera una persona, ¿cómo se vería? Depende mucho de quien lo imagine. Para algunos, podría ser un joven emprendedor, trabajador y resiliente. Para otros, un personaje estresado, Diazepan en mano, y con un pomito de agua bendita. El Perú siempre ha sido más grande que sus problemas y lo seguirá siendo, pero para avanzar por un camino menos empedrado, vale la pena reflexionar sobre los continuos episodios de estrés que ha vivido nuestro escenario político, económico y social en los últimos dos años, sin ir muy lejos.

Las encuestas de expectativas han variado considerablemente. En diciembre, nuestra principal preocupación se centraba en las protestas y conflictos sociales que se hacían cada día más agudos. Los villancicos navideños nos dieron un ‘break’ para tomar un respiro. En enero, los conflictos sociales volvieron a encenderse. Luego, nos cayó un ciclón, y , la noticia del Fenómeno de El Niño local y global.

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¿A quién podría sorprenderle que algunos sectores económicos estén registrando un retroceso? A nadie. Lo importante es mirar lo que viene y tratar de mitigar la caída de la inversión privada que varios agentes económicos ya prevén. La minería, según se proyecta, liderará el crecimiento del segundo semestre, y la construcción debería mostrar una recuperación en los próximos meses también. Vale la pena repetir la receta, sencilla pero contundente: predictibilidad y reglas de juego claras. Por otro lado, la inversión pública, que viene avanzando a buen ritmo, debe continuar siendo impulsada por el MEF y el gobierno en general de manera sostenida.

Ya sabíamos que el 2023 no sería, necesariamente, un buen año. Para mitigar el impacto y la factura que nos continuará pasando el deterioro institucional cortesía de Pedro Castillo, vale la pena hacer el ejercicio de imaginarnos cómo queremos ser los peruanos, y trabajar, gobierno y ciudadanos, para ser menos clonazepam y cada vez más resilientes. Porque en este país en el que pasa de todo, hace falta algo muy sencillo y esencial: generar consciencia de que lo que pasa en el Perú nos pasa a todos, nos afecte o no directamente. Construir dicha consciencia, que no es masiva ni compartida aún, requiere de algo más que agua bendita y menos de clonazepam.