Michela Casassa

Era el 2000, y yo trabajaba para una de las grandes consultoras en Europa. Me tocó vivir post MBA el boom del Internet y la ‘new economy’, que cuestionó todas las lógicas de negocio establecidas. El fervor del momento impulsó inversiones gigantes para desarrollar nuevos negocios basados en Internet, incluyendo soluciones para ingresar a nuevos mercados, lanzar nuevas propuestas de valor, o competir de manera digital con los ‘incumbents’ o empresas tradicionales.

La metodología de evaluación de empresas se puso en discusión. Recuerdo haber hecho una presentación a un banco de inversión sobre por qué los flujos de caja descontados se habían vuelto obsoletos y cómo el crecimiento de los usuarios únicos de las páginas web era la nueva métrica para definir el valor real de las empresas…

Había tanta inversión e ideas de nuevos negocios, que no alcanzaba el talento disponible para ejecutarlas. El impacto en la vida de las personas fue increíble: las primeras compras por Internet con delivery, acceso a información comparativa de productos y servicios que ayudaba a tomar decisiones de compra, transacciones financieras desde tu computadora, música gratis, entre otras cosas.

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Y así como fue de rápido el boom, también lo fue la caída. El cambio sobre las expectativas de las empresas puntocom, el converger de los inversionistas sobre las lógicas de la ‘new economy’ no eran tan diferentes a los de la vieja, y la desaceleración de la economía global, tuvieron impactos muy fuertes en la valorización de las empresas y finalmente gran parte de ellas desaparecieron o fueron adquiridas por las empresas tradicionales.

En el campo de los servicios financieros, los nuevos bancos fueron comprados por bancos tradicionales como fue el caso de Open Bank en España por Santander, Egg Banking en UK por Citibank y Fineco Bank en Italia por Unicredit, solo por nombrar algunos.

Muy pocas Internet start-ups lograron sobrevivir la crisis, un claro ejemplo fue Amazon.com, una de las empresas que logró tener una propuesta de valor realmente diferenciadora y además logró alcanzar una escala tal que hizo que su modelo de negocio sea sostenible.

En la era post Covid, vemos algunas tendencias similares a las de aquellos años, en particular un mucho mayor enfoque en la viabilidad a largo plazo de las start-ups y la innovación sostenible. Hoy, las inversiones están siendo más racionales, y los fondos excesivos que se vieron en algunos negocios se han ido moderando, haciendo que en el camino un número no menor de las “nuevas” start-ups desaparezcan.

En el campo de las Fintechs, vemos cada vez más una búsqueda de monetización de parte de los inversionistas y ya no solo de crecimiento de usuarios. El retorno sobre las inversiones se ha vuelto un imperativo.

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Uno de los casos más interesantes es el de Nubank: casi 90 millones de clientes solo en Brasil, un ‘Net Promoter Score’ de alrededor de 80 puntos (lo que en simple quiere decir que gran parte de sus clientes recomendarían sus productos y servicios), 20% de ROE y una capitalización de mercado de más de US$50 mil millones.

Los analistas resaltan dos factores clave: el primero, su enfoque genuino en la experiencia del cliente que se traduce en una aplicación con productos intuitivos e innovadores, una atención al cliente amigable y procesos simples. El segundo, una tecnología sólida que se traduce en seguridad y eficiencia con uso de inteligencia artificial y analítica de datos para personalizar las ofertas y predecir mejor los comportamientos de los clientes. Los números a hoy son alentadores, lo que los ha llevado a expandir sus operaciones a Colombia y México.

Ustedes qué dicen… ¿logrará Nubank ser el Amazon de la era Fintech?